Publicado: noviembre 6, 2025, 2:49 pm

A punto de cumplirse el primer año del acuerdo entre Hizbolá e Israel, Líbano se asoma a un nuevo choque a gran escala. Los drones israelíes sobrevolaron Beirut a baja altura y miles de personas escaparon de las localidades del sur del país ante el … aviso de Israel de nuevos bombardeos. Los ataques aéreos son casi diarios, pero en esta ocasión fueron de mayor potencia y en varios lugares a la vez, aunque no hubo muertos.
Hizbolá publicó una carta abierta dirigida al presidente Joseph Aoun, al presidente del Parlamento Nabih Berri, al primer ministro Nawaf Salam y al pueblo libanés, para rechazar «cualquier negociación política» entre Líbano e Israel y reafirmó «nuestro derecho legítimo… a defendernos de un enemigo que impone la guerra a nuestro país y no cesa sus ataques». A las horas de conocerse esta declaración de intenciones de la milicia pro iraní, llegó el bombardeo de los israelíes en Toura, Aabbasiyyeh y Taybeh.
Hace una semana Benjamín Netanyahu declaró a los medios que planeaba intensificar las operaciones contra Hizbolá, grupo al que acusó de intentar rearmarse. El enviado estadounidense, Tom Barrack, instó a las autoridades libanesas a iniciar un diálogo directo con los israelíes para rebajar la tensión, el presidente Aoun no cerró la puerta del todo y Hizbolá movió ficha para mostrar su oposición. Líbano e Israel siguen técnicamente en guerra, y la comunicación se produce a través del órgano creado para monitorear el acuerdo del 27 de noviembre, en el que participan la ONU, Francia y Estados Unidos. Ambas partes se reúnen por separado, no hay conversaciones directas.
Tras el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, Hizbolá se lanzó al ataque para obligar al Estado judío a tener dos frentes abiertos. Durante casi un año fue un conflicto de baja intensidad, pero en septiembre de 2024 se convirtió en guerra a gran escala y las operaciones de inteligencia israelíes acabaron con el todopoderoso Hasán Nasrala, líder político, militar y espiritual del partido milicia chií. En apenas dos meses Israel arrasó el sur del Líbano y estableció allí cinco bases que no han desmantelado.
El acuerdo de alto el fuego contemplaba la retirada de las tropas israelíes y el repliegue de Hizbolá al norte del río Litani. La milicia debía además desmantelar toda su infraestructura militar en el sur. En toda la zona fronteriza solo debían permanecer el ejército libanés y las fuerzas de paz de la ONU. El Gobierno libanés, bajo la presión de Estados Unidos, ha ido dando pasos tímidos para el desarme de Hizbolá, pero en Israel desconfían de su capacidad y no han parado de atacar objetivos en el país vecino, a veces en forma de asesinatos selectivos de milicianos, otras con bombardeos contra infraestructura o almacenes de armas, según los comunicados del ejército.
En los últimos doce meses se ha registrado un ataque de Hizbolá a Israel y son incontables los ataques israelíes en suelo libanés. Según las cifras del ministerio de Salud en Beirut, desde la entrada en vigor del supuesto alto el fuego han muerto más de 270 personas y 850 han resultado heridas. La ONU verificó que 107 de los fallecidos son civiles o no combatientes. Al otro lado de la frontera, ningún israelí ha muerto por fuego proveniente del Líbano.
Apoyo de Irán
En medio de la jornada de bombardeos y drones, el departamento del Tesoro estadounidense denunció que Hizbolá ha recibido en este 2025 de la Guardia Revolucionaria iraní «más de mil millones de dólares, principalmente a través de empresas de cambio de divisas».
Washington aseguró que este dinero sirve para «apoyar a la milicia, reconstruir su infraestructura terrorista y resistir los esfuerzos del gobierno libanés por imponer su control soberano sobre todo el territorio libanés». El departamento anunció sanciones a las personas que facilitaron esta transferencia millonaria de la república islámica a Hizbolá. En palabras del subsecretario del Tesoro, John Hurley, «Líbano tiene la oportunidad de ser libre, próspero y seguro, pero eso solo puede suceder si Hizbolá es completamente desarmado y aislado de la financiación y el control de Irán».
Pese a la pérdida de sus líderes y las dificultades para mantener la conexión con Irán, sobre todo tras la caída de Bashar Al Assad en la vecina Siria, Hizbolá sigue apelando a la «resistencia», no ha dado el brazo a torcer. En agosto, su nuevo líder, Naim Qassem, rechazó las propuestas del gobierno libanés para su desarme y declaró que «si de verdad quieren soberanía, detengan la agresión. No abandonaremos las armas que nos honran ni las que nos protegen de nuestro enemigo». La situación del Partido de Dios es muy diferente a la de 2006, cuando al final de la guerra de 33 días con Israel lideró la reconstrucción en el sur. Ahora el partido pide al Estado que financie la reconstrucción posterior a la guerra, que aún no ha comenzado.
