En una entrevista con el semanario ‘The Economist’, el jefe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) ha confirmado que Irán ya enriquece desde finales del año pasado suficiente uranio para construir su primera bomba atómica. Se trata ahora de fabricar la cabeza … con esa carga y ensamblarla en un misil, una tarea que podría estar terminada en un plazo de 12 a 18 meses, según la misma fuente.
Rafael Grossi, director del organismo de control nuclear, hace notar en sus declaraciones que Irán –que oficialmente abandonó su proyecto de arma nuclear en 2003– ha multiplicado por siete su capacidad de enriquecer el uranio «y eso ya no tiene sentido para un uso meramente civil» de la energía. El régimen de Teherán ha seguido acumulando centrifugadoras para hacerlo, pese a los obstáculos en el camino. En 2018, en su primer mandato, el presidente Trump retiró a EE.UU. del pacto firmado con Irán y con otras potencias europeas y reanudó las sanciones contra Teherán. Y en 2020 Israel asesinó a uno de los principales físicos nucleares persas. Nada impidió que el régimen de los ayatolás siguiera adelante con su proyecto de convertirse en la segunda potencia nuclear de la región, tras Israel.
La alerta guarda relación con el rumor de que el Gobierno de Netanyahu concibe un plan de bombardeo de instalaciones nucleares iraníes, aprovechando la pausa en otras empresas militares contra dos de sus enemigos vecinos: Hamás en Gaza, Hizbolá en Líbano y en Siria. Solo quedan activos, aunque no sean motivo de gran preocupación, los rebeldes hutíes del Yemen que apoya Teherán.
El proyecto de bombardear Irán son palabras mayores. De entrada requiere el respaldo de la Casa Blanca, y el presidente Trump ha dado a entender que no está por la labor. El líder norteamericano prefiere utilizar con Irán la medicina tradicional de las sanciones, para no ver implicado al Ejército norteamericano en otra aventura militar en Oriente Próximo. Washington cree que es mejor asegurar que Irán no será capaz de vender su petróleo –principal fuente de recursos–, implicando más en esa labor de represalias a Francia, Reino Unido y Alemania, los otros signatarios del acuerdo nuclear con Irán.
Los analistas aducen otro argumento contra las intenciones belicistas del entorno de Netanyahu: un bombardeo masivo contra las instalaciones de Irán no afectaría al ‘know-how’ que ya tiene, y puede producir el efecto de unir a la población con el régimen. El rechazo al modelo fundamentalista impuesto por el clero chií es masivo en Irán –en particular entre las mujeres–, y tarde o temprano el cambio de régimen tendrá que venir desde dentro.