Publicado: noviembre 18, 2025, 9:29 am

Hudhaifa al Mashhadani nació en Irak y se trasladó a principios de siglo a Alemania como parte de la diáspora árabe que buscaba estabilidad y oportunidades educativas. Se doctoró en Ciencias de la Educación e investigó la metodología del aprendizaje de lenguas extranjeras, antes … de fundar la Escuela Germano-Árabe en el distrito berlinés de Neukölln.
El centro que dirige está especializado en la enseñanza del árabe con un enfoque en la pedagogía cultural y la convivencia a través de un intenso programa de acercamiento en el que se critica abiertamente a los movimientos islamistas radicales y violentos.
Mientras en el barrio de Neukölln se repetían manifestaciones propalestinas que alimentaban el odio contra Israel desde los atentados del 7 de octubre de 2023, Al Mashhadani hacía constantes llamamientos al respeto y al acercamiento de las comunidades árabes hacia los judíos de Berlín, en aras del entendimiento.
Ese deseo le ha valido un terrorífico intento de asesinato: el pasado viernes, un desconocido le empujó por la espalda hacia las vías del metro mientras esperaba en el andén cuando iba a llegar el tren. Consiguió zafarse y evitó así caer a las vías mientras el agresor le amenazaba de muerte y huía. La Policía de Berlín tiene las imágenes, tomadas por las cámaras de seguridad, y una descripción del sospechoso, que apenas se cubría el rostro con un pañuelo palestino. Tras sobrevivir al homicidio frustrado, dice comprender perfectamente la motivación de su agresor: «Me consideran peligroso».
La Escuela Germano-Árabe Ibn Khaldun de Berlín amaneció este lunes custodiada por varios agentes de Policía. Al Mashhadani, quien también es secretario general del Consejo Germano-Árabe, lleva muchos meses recibiendo amenazas de muerte, pero sólo cuando su vida ha sido puesta en peligro ha aceptado protección.
«Han tirado huevos a su puerta, han amenazado a su familia en su país, pero hacen todo eso por un cálculo equivocado, porque piensan que es tan cobarde como ellos y que eso amedrentará su espíritu. Y se equivocan de principio a fin. Desde su lavado de cerebro, no entienden lo libre que un ser humano puede llegar a ser», declara uno de sus colaboradores, que filtra las entradas en el acceso al centro.
«Hay quienes se quieren imponer por la fuerza y quienes lo hacen desde el amor y la razón, como Al Mashhadani», insiste en la diferencia. «Nuestro crimen es organizar intercambios entre jóvenes israelíes y árabes, promover la democracia y la convivencia», continúa el colaborador.
«Enseñamos sin ideología»
Cada fin de semana, alrededor de 700 niños de entre cinco y 16 años aprenden en el cuarto piso de este edifico, en la calle Karl Marx. Otros 400 están en lista de espera. A pesar de las amenazas, el número de alumnos se ha duplicado en el último año.
La escuela es laica, es decir, abierta a alumnos de todas las religiones. «Con nosotros, los niños de fe cristiana, musulmana y judía aprenden juntos el idioma árabe», explica Stefanie Dietrich, miembro de la junta directiva de la escuela, quien insiste en que «no somos una escuela del Corán y enseñamos sin ideología».
Asimismo, Dietrich anota que «cuantos más espacios seculares creamos, menos populares son las ofertas ideologizantes. Desde que la escuela comenzó su trabajo, han cerrado tres colegios del Corán en el vecindario, donde las clases se mezclan con la enseñanza religiosa».
«Cuantos más espacios seculares creamos, menos populares son las ofertas ideologizantes: han cerrado tres colegios del Corán en el vecindario»
Stefanie Dietrich
Miembro de la junta directiva de la escuela
«Mire nuestro programa de estudios», dice a ABC Al Mashhadani, como envalentonado por el ataque. En su opinión, «esto no conviene a los radicales que controlan este barrio, porque facilitamos que muchos árabes, por primera vez en su vida, oigan hablar del Holocausto y de toda la situación internacional que llevó a la creación del Estado de Israel».
Además del árabe, efectivamente, el currículo del centro incluye lecciones de historia judía, el Holocausto y educación democrática. Hay programadas visitas a sinagogas, se ha fundado un proyecto contra la radicalización y se ha organizado un intercambio con estudiantes israelíes. «Esto es lo que intentan impedir», insiste Al Mashhadani. Su labor recibe el apoyo de asociaciones árabes, kurdas y judías en Alemania, que han firmado conjuntamente un comunicado de condena al ataque del metro.
«Han anunciado en redes que sigue habiendo clase, así que iré esta tarde», confirma uno de los alumnos, que prefiere mantenerse en el anonimato porque es consciente de que todo lo que se hace en este centro está sometido a vigilancia. El boca a boca le llevó hasta estas precarias instalaciones, después de que un amigo le contase que había «descubierto el mundo» en sus aulas.
El joven, que proviene de África, relata sus primeros contactos con la cultura judía. Después de varios años trabajando en el sector de la hostelería en Berlín, acudió a este centro para estudiar su lengua materna, que habla perfectamente pero no sabía escribir en ese momento.
Según relata a ABC este estudiante, «desde niño oí hablar de los judíos como opresores, como una fuerza extranjera que pisa a los pobres con su bota. Y aquí aprendí lo que había pasado en Alemania. He hablado con judíos. Se avergüenzan de lo que hace su Gobierno. A mi me pasa lo mismo con el mío».
