Publicado: marzo 8, 2025, 2:03 am

Qooqu Berthelsen tiene 23 años y se dedica a la pesca. Está preparando los aperos porque la semana próxima mejorará el tiempo. El martes, día en que se celebran las elecciones anticipadas en Groenlandia, habrá una media de 3 grados y cielo nublado, pero … estable.
La elección de un nuevo parlamento está esta vez muy condicionada por las amenazas estadounidenses y por la independencia de Dinamarca, país del que dependen financieramente pero por el que se sienten infravalorados los votantes groenlandeses. «A mi lo que más me preocupa es que Trump venga y simplemente se apodere de la isla», dice Qooqu, que tiene muy claro que «nosotros, los groenlandeses, no queremos ser daneses, y ciertamente no queremos ser estadounidenses».
A mediados de febrero, el republicano Earl ‘Buddy’ Carter presentó un proyecto de ley en el Congreso de Estados Unidos que permitiría a la Administración Trump adquirir Groenlandia y renombrarla como «Rojo, Azul y Blanco». «Groenlandia debería seguir siendo simplemente Groenlandia«, insiste Qooqu, una esperanza que se hace más imposible cada día que Trump pasa en la Casa Blanca.
Los groenlandeses escucharon con pavor el discurso del presidente de Estados Unidos ante el Congreso. «Vamos a conseguir Groenlandia de un modo u otro», dijo entre risas. Múte B. Egede, presidente autonómico groenlandés y de ideas separatistas, respondió de inmediato y con contundencia, rechazando las intenciones de Trump. Pero tampoco quiere quedarse en Dinamarca. En un mitin electoral, en la noche del jueves en Nuuk, acusó a la Corona danesa de «genocidio» contra la población inuit. «Decidiremos nuestro futuro en la propia Groenlandia», prometió un referéndum, convirtiendo así las elecciones, que repartirán un total de 31 escaños entre 6 partidos de acuerdo al voto de 57.000 electores, en una especie de plebiscito de independencia.
«Tenemos que estar unidos, todos nosotros. Tenemos que asegurarnos de que no nos conquisten», plantea la votación el ministro de Finanzas de Groenlandia, Erik Jensen. El socialdemócrata groenlandés no solo se sintió ofendido por la exigencia de Trump, sino también por las risas de los congresistas, que considera una «falta de respeto» y un «comportamiento muy preocupante».
Jensen no aclara las cuentas de la independencia, que es legalmente posible tras un acuerdo con Dinamarca. Pero entonces Copenhague dejará de transferir la ayuda anual de 500 millones de euros, según ha insinuado la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, lo que dificulta bastante el proyecto de soberanía.
Uranio radioactivo
Egede, que también es presidente del partido de izquierda «Comunidad de los Inuit», resta importancia a este detalle. Confía sin duda en las montañas de sur de Groenlandia, Kuannersuit, que se sospecha que esconde una quinta parte de las «tierras raras» del planeta, los «metales dormidos» necesarios para fabricar baterías y pantallas. El caso es que su extracción liberaría uranio radiactivo y Egede ganó las últimas elecciones prometiendo que no se llevaría a cabo la minería.
El compromiso con Greenland Minerals, una empresa australiana-china, fue retirado a pesar de la amenaza de una demanda de mil millones de dólares. El Gobierno también descartó la producción de petróleo en 2021. Ahora su socio de la coalición, el partido socialdemócrata Siumut, está haciendo campaña tanto a favor de la producción de petróleo y de la minería de Kuannersuit. Egede no se refiere en sus mítines al asunto.
Naaja Nathanielsen, ministra de Recursos Naturales, Igualdad, Economía y Justicia de Groenlandia, ve potencial para un mayor comercio y cooperación entre Estados Unidos y Groenlandia, aunque critica «la falta de un tono respetuoso» por parte de Washington.
Influencia extranjera
«Eso no sucederá», ha dicho esta semana el ministro de Defensa de Dinamarca, Trouls Lund Poulsen, en una entrevista de radio en la que insinuaba que si los partidos groenlandeses se están ahora girando hacia la mayor dependencia de Estados Unidos es debido a los dólares americanos.
El pasado mes de enero, el parlamento groenlandés aprobó una prohibición de las donaciones extranjeras a los partidos políticos locales, temiendo una influencia abrumadora sobre la modesta política local. El servicio secreto danés PET sospecha sin embargo que esa influencia externa en las elecciones se está produciendo igualmente. Ha «observado numerosos casos de cuentas falsas de clientes en redes en línea» en las semanas anteriores al anuncio de la fecha de las elecciones. Algunas de estas cuentas se hacían pasar por políticos daneses y groenlandeses «y contribuían a la polarización de la opinión pública». Oficialmente, sin embargo, ninguna de las cuentas había sido atribuida a un país extranjero.