Publicado: abril 6, 2025, 4:00 pm
Cuando el frío aprieta, los vasos sanguíneos más superficiales de la piel y las extremidades, fundamentalmente de pies y manos, se estrechan provocando lo que se denomina vasoconstricción. Este fenómeno tiene por objeto evitar que se pierda el calor. Sin embargo, este estrechamiento de los vasos crea una mayor presión en el resto del aparato circulatorio, que provoca que el corazón tenga que trabajar más para bombear la sangre a todo el cuerpo.
Con este trabajo extra del corazón se aumentan tanto la presión arterial como la frecuencia cardíaca. El frío extremo también puede causar que la sangre se espese y sea más propensa a la producción de coágulos y, por lo tanto, aumenta el riesgo de sufrir un ataque cardiaco o un derrame cerebral. Aunque tener las manos y los pies fríos en invierno es relativamente normal, si esta situación persiste podría estar ocultando una enfermedad de base.
El sistema de regulación térmica del cuerpo humano
Nuestro organismo es una máquina perfecta que funciona según las circunstancias, para compensar determinadas carencias. Por ejemplo, cuando las temperaturas exteriores son muy bajas, el cuerpo prioriza el envío de sangre a los órganos que son vitales para su funcionamiento como por ejemplo el corazón o los pulmones.
Por lo tanto, con el frío es normal que las extremidades sufran esta falta de riego, manifestándose frías. Y es que el organismo lleva a cabo un proceso de regulación térmica perfecto, estrechando los vasos ‘menores’ de manos y pies para conservar el calor en los órganos internos, necesarios para la supervivencia.
Otra cosa es que esas manos y esos pies permanezcan fríos cada día, independientemente de la temperatura exterior, lo cual significaría que hay un fallo en la distribución del flujo sanguíneo y la regulación térmica. En esos casos, podría estar manifestando algún problema de base que es necesario descubrir. A continuación, explicamos cuáles son las posibilidades más frecuentes, según los expertos de Mayo Clinic.
La diabetes también es una enfermedad vascular
La primera de las posibilidades es que esas extremidades permanentemente frías estén ocultando una diabetes, que también es una enfermedad vascular. El descontrol en los niveles de azúcar en sangre produce inflamación, daña los vasos sanguíneos así como los nervios periféricos, una complicación denominada neuropatía diabética.
Al ser la diabetes una enfermedad silenciosa, puede que esté desarrollándose sin que lo sepamos, y tener los pies y las manos frías podría ser un síntoma. La diabetes reduce la capacidad del organismo de mantener el riego sanguíneo adecuadamente, por lo que aumenta el riesgo de enfermedad vascular periférica.
Manos y pies fríos, relacionado con la posibilidad de tener anemia
Cuando tenemos anemia, nuestro cuerpo no está produciendo glóbulos rojos normales, ni sanos, por lo que el oxígeno que deben transportar a todos los órganos no está llegando adecuadamente. Y es precisamente el frío una de las sensaciones inequívocas de que podríamos tener anemia, enfermedad que desencadena la falta de hierro en sangre.
Cuando los tejidos de nuestro organismo no reciben el oxígeno que necesitan, se descontrolan y no son capaces de mantener la temperatura corporal.
La enfermedad de Raynaud reduce el flujo sanguíneo
Otra causa muy común de los pies y las manos frías es una patología mediante la cual se estrechan más de lo normal los vasos sanguíneos en los dedos de las manos y de los pies: la enfermedad de Raynaud. Con ella, además de esta sensación de descompensación térmica se aprecian en quien la padece cambios en el color de la piel, que torna a azulada, así como sensación de hormigueo que debería hacernos consultar al médico.
El lupus, una dolencia autoinmune que altera el flujo sanguíneo
Otra de las posibilidades que pueden subyacer ante los síntomas de manos y pies fríos es el lupus, una enfermedad autoinmune que afecta a los vasos sanguíneos. Esta enfermedad provoca vasculitis, que es una inflamación de los vasos sanguíneos; al inflamarse, el flujo sanguíneo disminuye porque no tiene espacio, provocando el enfriamiento de las manos por falta de riego.