Publicado: marzo 7, 2025, 2:50 pm
El misterio de lo que ocurre en los momentos previos a la muerte ha sido una de las grandes incógnitas de la Ciencia durante siglos. La experiencia es una de las más universales y, sin embargo, permanece rodeada de incertidumbre. Así, una investigación liderada por la neurocientífica Jimo Borjigin, profesora en la Universidad de Michigan, explica el funcionamiento del cerebro en los momentos finales de la vida.
Los científicos han estudiado durante años los efectos que tienen las enfermedades graves y la proximidad de la muerte en el cerebro humano. En este sentido, el estudio de Borjigin ofrece datos fascinantes que sugieren que, en los momentos cercanos a la muerte, el cerebro experimenta un aumento notable en la coherencia neurofisiológica y la conectividad.
Borjigin, experta en neurociencia y neurofisiología, ha dirigido un enfoque que se aleja de los aspectos psicológicos y subjetivos de la muerte y se concentra en las manifestaciones físicas y científicas que tienen lugar en el cerebro durante ese proceso. Su estudio ha analizado las ondas cerebrales y la actividad neuronal en los instantes cercanos al fallecimiento en ratas, utilizando herramientas avanzadas de electroencefalografía (EEG) y otros métodos de monitoreo cerebral.
Uno de los hallazgos más sorprendentes de la investigación es que, al acercarse la muerte, el cerebro parece experimentar un repentino aumento en la «coherencia neurofisiológica». Esto implica que las distintas regiones cerebrales, que suelen operar de manera independiente, comienzan a sincronizarse de manera más efectiva. Este fenómeno ha sido descrito como un «resurgir» de la conectividad neuronal, una especie de «última actividad».
El cerebro de los animales estudiados mostró patrones de actividad que se asemejan a los que se observan en etapas de alta conciencia, como cuando una persona está profundamente concentrada o en un estado meditativo. Sin embargo, en los momentos cercanos a la muerte parece ser más intenso y generalizado, involucrando tanto las áreas corticales, responsables de funciones cognitivas y perceptivas, como las regiones subcorticales, que controlan aspectos más básicos y primitivos de la vida, como las funciones motoras y las respuestas emocionales.
El aumento en la conectividad también parece implicar una organización más compleja de la actividad neuronal. En lugar de las ondas cerebrales desorganizadas y caóticas que típicamente se observan en los momentos previos a la muerte, se presenta una mejora notable en la sincronización entre las diversas áreas cerebrales. Este aumento en la coherencia sugiere que, en los momentos finales, el cerebro está procesando de manera más integrada y fluida la información que recibe.
Un aumento en la serotonina
Además de los cambios en la conectividad y la coherencia neuronal, otro hallazgo clave de la investigación fue el notable aumento en los niveles de serotonina en el cerebro durante la fase final de la vida. Este neurotransmisor es conocido por su implicación en el estado de ánimo, el bienestar y la regulación de la conciencia. Según los resultados del estudio, los niveles aumentaban en las ratas cuando se acercaba la muerte.
El aumento de serotonina podría estar relacionado con la mejora en la coherencia neurofisiológica observada en el cerebro, ya que este neurotransmisor tiene un impacto directo en diversas áreas cerebrales, incluyendo aquellas responsables de las emociones, la percepción y la conciencia.
Los estudios previos sobre la actividad cerebral en la muerte habían sugerido que los últimos momentos del cerebro son caóticos y desorganizados, un simple «apagón» en la actividad neuronal. Sin embargo, la investigación de Borjigin sugiere que, en lugar de una desconexión final, el cerebro parece experimentar una «resurrección» de la conectividad neuronal, como si se produjera un último «resplandor» de actividad antes de que el sistema se apague por completo.
La conectividad cerebral en los últimos momentos de vida podría estar asociada a experiencias conscientes, como las visiones de túneles o la sensación de paz, que a menudo se reportan en experiencias cercanas a la muerte. Aunque no se puede afirmar que estos fenómenos sean causados por la actividad neuronal que se observa en el cerebro durante la muerte, los hallazgos sugieren que hay una base neurofisiológica en estos relatos.