Publicado: mayo 27, 2025, 2:31 am
Se autorreconoce como una «romántica de la medicina», una apasionada de su profesión y, ante todo, una activa defensora de la salud de la mujer. Para la ginecóloga y obstetra Marimer Pérez , el acto médico solo logra la excelencia si hay comunicación y empatía entre médico y paciente. «En un mundo rendido a las pantallas la gente se ha olvidado de hablar», dice la especialista en una entrevista con ABC. Tras 20 años a caballo entre la consulta y el paritorio, esta experta en partos y salud femenina, que compagina su profesión con un activo papel de divulgadora en las redes sociales -acumula 573.000 seguidores en su perfil de Instagram-, ha visto a través de sus pacientes cómo la obstetricia ha ido adaptándose a las necesidades de las nuevas madres, de edad más avanzada pero que no están dispuestas a renunciar a su ideal de maternidad. En su libro ‘No me sueltes’ (Lunwerg editores), Pérez se desnuda a nivel personal y profesional para explicar sin artificios «lo que significa acompañar a la mujer en el instante que todo cambia para siempre» y desmonta algunos mitos sobre la menopausia y la fertilidad. -En su libro usted habla de muchas cosas, de vocación, de pasiones, de relaciones, de situaciones límite, pero sobre todo reividica la medicina humanística, que el paciente sea siempre el centro del acto médico sin límites ¿Es eso posible en una sanidad marcada por las restricciones presupuestarias y la falta de recursos? -Es muy difícil mantener la calidad asistencial con tantas limitaciones, por eso no tenemos otro remedio que tirar de vocación. Lo recomendable es centrarse en el paciente que tienes delante y abstraerte de todo pero eso, a veces, lamentablemente, no puede conseguirse. Si atiendes al paciente, le escuchas y le dedicas tiempo; de eso obtienes siempre un rédito inmediato. Todos los profesionales sanitarios, no solo los médicos, sino también los auxiliares, las enfermeras, los celadores, etc… todos hacen muchos esfuerzos para que esa merma de recursos no impacte en el paciente y se cubra con calidad humana. La medicina es como una sinfonía que suena equilibrada y lo que podemos decir es que los pocos que quedamos en la orquesta intentamos que esa sintonía siga sonando bien. Siempre digo que ejercer la medicina hoy en día es un deporte de riesgo. -Usted reivindica cercanía y contacto personal con los pacientes pero teniendo de media diez minutos por consulta, como tienen hoy en día muchos médicos de cabecera de nuestro país para atenderles, eso es imposible ¿No cree? -Totalmente de acuerdo. Es cierto que el tiempo por paciente no es el óptimo pero yo creo que debemos explicar a los pacientes esta situación. Igual que ellos buscan nuestra empatía, nosotros también buscamos lo mismo. ‘Somos solo una comadrona y dos ginecólogas. No hay nadie más de guardia’, les digo a mis pacientes y la mayoría lo entienden. -Cuando deja su consulta tras horas de duro trabajo usted confiesa que no desconecta de sus pacientes. De hecho, según explica en su libro, sigue en contacto por Whatsapp con la mayoría. ¿Eso no le pasa factura en su vida personal? -Está claro que no es nada que juega a tu favor. Sin duda conlleva un desgaste emocional y mental, hay cosas a las que renuncias, pero precisamente estas restricciones son las que te permiten hacer la medicina que a ti te gusta. -Hay una corriente desde hace años, casi un activismo, en defensa del parto natural y la lactancia materna. Algunas mujeres que no comparten ese modelo de crianza o no pueden, por diversas circunstancias, llevarlo a cabo se sienten presionadas. ¿Qué opina al respecto? -Hay muchas mujeres que tienden a idealizar el parto natural. Es importantísimo dejar claro que no hay madres de primera ni de segunda. Lo cierto es que ese sectarismo a favor del parto natural hace un flaco favor a la mujer. Es como pegarnos un tiro en el pie. Toda mujer tiene derecho a decidir sobre el parto que va a tener y los médicos debemos respetarlo siempre que no ponga en riesgo su salud. -La edad de la maternidad se ha retrasado, ¿qué implicaciones tiene eso a nivel asistencial o de riesgos? -En mi consulta veo muchas más mujeres de entre 38 y 40 años que se plantean ser madres. Lo deciden tarde y eso conlleva que la mayoría recurran a la reproducción asistida y hay más medicalización en el proceso, sobre todo en el arranque del primer trimestre. Sin embargo, son mujeres que tienen muy clara la maternidad y tienen una resistencia tremenda. Lo cierto es que las profesionales del parto debemos hacer frente actualmente a una avalancha de madres de estas edades que demandan el parto natural con embarazos muchos más complejos por la edad. -Como experta en menopausia, ¿cree que la Terapia Hormonal Sustitutiva (THS) sigue generando rechazo? -Lamentablemente sigue habiendo mucha hormonofobia que vincula esta terapia al cáncer de mama, aunque cada vez hay más estudios que demuestran su poder protector a muchos niveles, incluso a nivel cardiovascular. Es importante trabajar para que la mujer que se encuentra en esta fase viva mejor, descanse bien, y no sufra los síntomas que conlleva. Lo que estamos viendo es que hay muchas madres tardías que al poco de debutar en la maternidad tienen que aprender a lidiar con la caída hormonal de la perimenopausia. Esto es un melón a abrir en el ámbito de la obstetricia.