Publicado: noviembre 11, 2025, 6:07 pm

El barco de guerra más grande y poderoso del mundo, el portaviones Gerald R. Ford, está desde este martes en aguas del Caribe, después de que el Pentágono anunciara su despliegue a la región el mes pasado. Es la mayor muestra de músculo militar … hasta la fecha por parte de EE.UU. en su campaña militar contra el narcotráfico y en medio de tensiones crecientes con los países a los que acusa de participar en el negocio de la droga, como Venezuela y Colombia.
El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, anunció la llegada del Gerald R. Ford, que estará bajo la jurisdicción de la Comandancia Sur del Ejército de EE.UU., y cuya presencia servirá para «reforzar la capacidad de EE.UU. de detectar, monitorear y eliminar actores y actividades ilícitos que ponen en peligro la seguridad y la prosperidad de EE.UU. y del Hemisferio Occidental», dijo.
«Estas fuerzas mejorarán y aumentarán las capacidades existentes para desmantelar el tráfico de droga y debilitar y desmantelar a organizaciones criminales transnacionales», añadió Parnell.
El Gerald R. Ford es una máquina de guerra flotante. En su cubierta puede acoger hasta noventa aviones y lidera una escuadra de ataque en la que participan un crucero y cuatro destructores con todo tipo de arsenal de ataque y defensa. El portaviones, que transporta cerca de 5.000 marineros, pertenece a la última generación de este tipo de barcos y cuenta con sistemas avanzados de radar y vigilancia.
Su llegada al Caribe se produce dentro de la campaña sostenida de ataques por parte del Ejército de EE.UU. contra barcos a los que acusa de transportar droga. Hasta el momento, el Pentágono ha reconocido la ejecución de 19 ataques contra estas narcolanchas en el Caribe y en el Pacífico, que han dejado 76 muertos. Los últimos, este lunes, con seis fallecidos.
Aprensión de los aliados
Esa campaña ha provocado condenas internas en EE.UU. por las dudas sobre el sustento legal de ataques militares en aguas internacionales. Han venido de la mayoría de los demócratas, pero también de algunos legisladores republicanos. Y también está teniendo impacto en las relaciones con países aliados: según ha revelado la cadena CNN, El Reino Unido ha dejado de compartir inteligencia con EE.UU. sobre la presencia de naves sospechosas de participar en el tráfico de droga en esta región.
El Reino Unido controla territorios soberanos en el Caribe -desde las Islas Vírgenes a las Islas Turcas y Caicos-, con bases desde las que recopila inteligencia. De forma tradicional, ha compartido esa inteligencia sobre barcos sospechosos de transportar droga con la Guarda Costera, la fuerza armada encargada de combatir el narcotráfico desde el mar.
El Reino Unido comparte esa información con el Joint Interagency Task Force South, un grupo de trabajo estacionado en Florida que tiene una división dedicada a la cooperación con socios militares internacionales. Allí están destinados enlaces de varios países -según documentos del grupo de trabajo, también de España- para colaborar y compartir información.
El Reino Unido dejó de compartir información sobre la presencia de esas narcolanchas porque no quiere ser cómplice de ataques que considera ilegales según la legislación internacional, asegura CNN. La suspensión de la transferencia de inteligencia sería un roce significativo del Reino Unido con sus gran aliado global.
Es una situación similar a la que vive Canadá, que ha colaborado de forma cercana con EE.UU. en la lucha contra el narcotráfico en sus costas. Desde 2006, ambos países participan en la llamada ‘Operación Caribe’, por la que la Armada y las Fuerzas Aéreas de Canadá trabajan con la Guardia Costera para detectar y detener sospechosos de narcotráfico.
Donald Trump y su Gobierno han actuado de una forma más directa: bombardeando desde el aire a las narcolanchas sospechosas. Según el presidente de EE.UU., esos ataques son legales porque este año denominó a los cárteles de la droga como «organizaciones terroristas» y por el impacto destructivo que la droga tiene en la primera potencia mundial.
La ONU, a través de su director de Derechos Humanos, Volker Türk, ha defendido que los ataques son inaceptables, que violan la legislación internacional y que suponen «ejecuciones extrajudiciales».
Una nueva fase
El Gobierno de Canadá no se ha pronunciado de forma oficial sobre la legalidad de los ataques, pero sí se ha distanciado de ellos: «Es importante señalar que las actividades de las Fuerzas Armadas de Canadá en la Operación Caribe, llevadas a cabo en coordinación con la Guardia Costera de EE.UU. están separadas y son diferentes de las actividades que implican a otras ramas del Ejército de EE.UU.», defendió una portavoz del Departamento de Defensa de Canadá cuando empezaron los ataques. Según la cadena estadounidense, Canadá también ha suspendido el envío a EE.UU. de inteligencia relativo a las narcolanchas.
En medio de estas fricciones, la llegada del Gerald R. Ford al Caribe puede abrir una nueva fase en la campaña militar de EE.UU. en la región. Trump ha oscilado entre las amenazas y los desmentidos sobre su intención de atacar objetivos terrestres en Venezuela, donde acusa a Nicolás Maduro, de ser uno de los grandes líderes del narcotráfico. Eso supondría una escalada sustancial en las presiones al dictador venezolano, con el debate de fondo de si Trump dará o no el paso de tratar de forzar un cambio de régimen en Venezuela.
