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El estigma de la migraña: no es solo un dolor de cabeza

Publicado: enero 28, 2025, 2:30 am

El estigma asociado a la migraña tiene un profundo impacto. Así lo recoge un estudio publicado en ‘The Journal of Clinical Medicine’ en septiembre de 2024. El trabajo, desarrollado por un equipo de investigadores español, destaca que el estigma afecta a cerca de la mitad de los pacientes con migraña crónica, comprometiendo su calidad de vida, su salud mental y el acceso a tratamientos. El trabajo identifica tres manifestaciones principales del estigma: público, estructural y autoimpuesto, las cuales están intrínsecamente conectadas y perpetúan barreras significativas para los pacientes. Sonia Santos Lasaosa, neuróloga del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, plantea la importancia de comprender las múltiples facetas del estigma. Explica que el estigma público surge de prejuicios sociales que trivializan la migraña con frases como: « Es solo un dolor de cabeza » o «Con mejorar tu estilo de vida, se solucionará». Marina González, paciente y activista, confiesa haber enfrentado comentarios similares: «Siempre son dolorosos, pero intento no discutir. Cuando veo interés genuino, explico que la migraña no es solo un dolor de cabeza; es incapacitante ». Por otro lado, el estigma estructural se traduce en barreras institucionales. Santos, durante el seminario Lundbeck ‘Migraña: en cada capítulo de la vida’, celebrado en Alicante, comentó que éstas incluyen la desigualdad en el acceso a tratamientos, la falta de financiamiento para la investigación y políticas restrictivas para obtener bajas laborales o la certificación de minusvalía. En palabras de Marina, estas barreras son evidentes: «En el instituto me invitaron a abandonar debido a mis ausencias justificadas por migraña. No tenían recursos ni adaptaciones para mí». El estigma autoimpuesto lleva a los pacientes a dudar de sus capacidades y a resignarse a condiciones inadecuadas. «A veces me he sentido incompetente, como si la migraña definiera mis límites», admite Marina. Este tipo de estigma afecta profundamente la autoestima y la salud mental de quienes padecen migraña. La migraña no solo afecta la salud física, sino que también impacta la vida social, profesional y emocional de los pacientes. Según datos proporcionados por Santos, los pacientes con migraña episódica -de duración de 5-20 minutos hasta 60 minutos-, en promedio, 2,6 días laborales al año, mientras que aquellos con migraña crónica -dolor de cabeza durante 15 días o más al mes, de los que al menos 8 días son de tipo migrañoso- alcanzan los 14,6 días. El fenómeno del ‘presentismo’ -asistir al trabajo a pesar de sufrir síntomas incapacitantes- genera pérdidas significativas de productividad. Marina ha vivido estas realidades: «He tenido suerte de encontrar jefes comprensivos, pero la flexibilidad en horarios o el teletrabajo no siempre están garantizados. Esto es clave para nosotras». La falta de adaptaciones laborales no solo afecta la productividad, sino que perpetúa el estigma al invalidar las necesidades de los pacientes.El impacto social también es considerable. Marina comparte cómo la migraña afectó sus relaciones: «Tuve que priorizar mi bienestar. Mis amistades no siempre entendieron por qué cancelaba planes o prefería actividades más tranquilas». Además, los costes asociados a la migraña son significativos. Según estudios recientes, la carga económica anual promedio para un paciente con migraña crónica supera los 12.000 euros , considerando tanto costos directos (como consultas y medicamentos) como indirectos (absentismo y presentismo). Estos datos refuerzan la necesidad de abordar esta enfermedad desde una perspectiva integral que contemple no solo el manejo médico, sino también el impacto en la calidad de vida y la economía personal y social. Ambos testimonios convergen en una conclusión: la lucha contra el estigma requiere estrategias integrales. Santos propone fomentar campañas de sensibilización y educación a nivel nacional, dirigidas tanto al público general como a los profesionales de la salud. Además, subraya la necesidad de establecer planes estratégicos de atención y políticas que garanticen el acceso igualitario a tratamientos como los anticuerpos monoclonales, revolucionarios en la prevención de migraña. Por otro lado, Marina enfatiza la importancia de las redes de apoyo: «Entender mi condición me ha dado herramientas para gestionarla. Pero no debería ser una batalla solitaria; necesitamos más recursos públicos, apoyo psicológico y visibilidad». La creación de espacios de diálogo y comunidades de pacientes puede ayudar a combatir el aislamiento y proporcionar estrategias efectivas para sobrellevar esta condición.El estigma asociado a la migraña sigue siendo una barrera significativa para millones de pacientes en todo el mundo, lo que dificulta la mejora de la enfermedad. A través de estudios como el mencionado, las reflexiones de especialistas como Santos y los testimonios de pacientes como Marina, queda claro que el cambio es posible. La educación, el acceso a tratamientos innovadores y las adaptaciones laborales no solo mejorarían la calidad de vida de los pacientes, sino que también romperían el ciclo de incomprensión y prejuicios que los aísla. En palabras de Marina: «La migraña no me define, pero la empatía de los demás puede marcar la diferencia».

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