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Draghi sacude Europa: «La UE ha evaporado la ilusión de contar en el mundo, es un actor marginal y espectador»

Publicado: agosto 22, 2025, 6:26 pm

Mario Draghi volvió a escena con la contundencia que le caracteriza. El ex primer ministro italiano y antiguo presidente del Banco Central Europeo eligió el tradicional mitin de Rimini para pronunciar un discurso que habrá supuesto un jarro de agua fría en algunas cancillerías europeas: la Unión Europea -afirmó- se ha convertido en un actor «marginal» y «espectador» en el tablero internacional, incapaz de defender sus propios intereses estratégicos.

El mitin de Rimini, organizado por Comunión y Liberación, es desde hace décadas una de las citas culturales y políticas más influyentes del verano italiano, donde líderes nacionales e internacionales marcan agenda con sus discursos. «Durante años -dijo Draghi- la UE creyó que el peso económico de 450 millones de consumidores bastaba para traducirse en poder político.

Este año será recordado como el de la evaporación de esa ilusión». Con esa frase abrió un análisis demoledor sobre el estado de la integración europea, a la que definió como una potencia incapaz de influir en conflictos decisivos, desde la guerra en Ucrania hasta la crisis de Gaza.

Marginalidad

Draghi no se anduvo con rodeos: «Hemos tenido que resignarnos a los aranceles de nuestro principal aliado, Estados Unidos. Hemos aumentado el gasto militar por presión de ese mismo aliado, una decisión que quizá igualmente habríamos debido tomar, pero en formas y modos que probablemente no reflejan el interés de Europa».

Después, para subrayar el papel un tanto irrelevante de Europa, subrayó: «Aunque hemos sido los mayores contribuyentes a Ucrania, nuestro papel en las negociaciones de paz ha sido marginal».

El ex primer ministro amplió la crítica hacia China. Pekín, aseguró, «no nos considera un socio a la par» y aprovecha su dominio en sectores estratégicos como las tierras raras para reforzar la dependencia europea.

Mientras tanto, Bruselas asistió impotente al bombardeo de instalaciones nucleares iraníes y al recrudecimiento de la guerra en Gaza. «Europa ha sido espectadora», sentenció.

La imagen que proyectó Draghi fue la de un continente con recursos, valores y aspiraciones, pero sin capacidad política para transformar ese potencial en influencia real.

«Es insostenible argumentar que estaríamos mejor sin la Unión Europea», precisó, para dejar claro que no se trataba de un alegato euroescéptico. Pero sí de un llamamiento urgente a redefinir su papel. La idea central de Draghi sobre Europa es que la UE debe aprender a unirse y a «andar de acuerdo» para responder a esos desafíos.

Reformas y consenso

El núcleo de su mensaje fue un diagnóstico claro: la UE debe transformarse de espectador en protagonista. Para ello -añadió- es necesaria una reorganización política que permita actuar con rapidez y eficacia, y no solo como árbitro de mercados internos.

Draghi evocó incluso la historia de la integración europea: la Comunidad nació para evitar nuevas guerras tras el fracaso de los Estados nacionales, luego prosperó en la era del libre comercio y las reglas multilaterales. Pero ese mundo, dijo, «ha terminado». Hoy, en un escenario dominado por la geoeconomía, la seguridad y el control de recursos estratégicos, la UE se encuentra desarmada.

El ex primer ministro apuntó soluciones concretas: eliminar barreras internas que equivalen, en algunos sectores industriales, a aranceles del 60 o 90%; invertir de forma común en tecnologías críticas como los semiconductores; y recurrir, cuando sea necesario, a un endeudamiento compartido para proyectos estratégicos europeos. «La llamada ‘deuda buona’ ya no puede financiarse solo a nivel nacional -explicó-, requiere esfuerzo común».

Una advertencia a los jóvenes

El auditorio de Rimini estaba lleno de jóvenes, y a ellos dedicó las palabras finales: «Habéis crecido como europeos en un mundo donde viajar, estudiar y trabajar en distintos países es natural. Ahora debéis transformar vuestro escepticismo en acción. La UE es un mecanismo para alcanzar objetivos compartidos. Somos nosotros, los ciudadanos, quienes decidimos sus prioridades».

Fue, en definitiva, un discurso de advertencia y de esperanza. Draghi diagnosticó con severidad la pérdida de relevancia de Europa, pero subrayó que aún hay margen para cambiar de rumbo. El problema, insistió, no es de valores -democracia, paz, libertad-, sino de capacidad política para defenderlos en un mundo que ya no espera a los europeos.

La intervención de Mario Draghi en Rimini confirmó una vez más su papel de referencia continental. Lo hizo con su estilo: sin concesiones, con datos concretos y con la mirada puesta en el futuro de Europa. Si el continente escucha o no sus advertencias, será otra historia.

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