Publicado: agosto 15, 2025, 1:56 am
En las últimas tres décadas solo cinco hombres han liderado Rusia. Una de sus tareas más complicadas, con toda clase de altibajos, ha sido lidiar con sus homólogos estadounidenses, los siete líderes de una potencia que rivalizaba con el país euroasiático. Mientras algunos como Mijaíl … Gorbachov y Boris Yeltsin han gozado de buena sintonía con los mandatarios estadounidenses, Vladímir Putin ha tenido una experiencia más compleja.
Estados Unidos y Rusia pasaron la mayor parte del siglo XX como rivales políticos. Se repartieron la mayor parte del mundo. Ronald Reagan llegó a tildar durante su mandato a la Unión Soviética del «imperio del mal». Esa actitud, sin embargo, cambió cuando llegó un soplo de aire fresco al Kremlin, el renovador Gorbachov con la ‘perestroika’, el plan de regeneración de la URSS que buscaba modernizar y democratizar el país.
Era noviembre de 1985 y hacía ocho años que no había una cumbre entre los líderes de las dos superpotencias cuando se reunieron en Ginebra. Fue una sorpresa que se celebrara, especialmente en Washington. La reunión fue más relevante por el simbolismo que por lo acordado, debido a la actitud conciliadora de ambas partes. Mientras Gorbachov apuntó entonces en la rueda de prensa conjunta que «se habían puesto los primeros ladrillos, que se había hecho un nuevo comienzo, una nueva fase había empezado», Reagan lo apuntaló asegurando que lo que habían hablado beneficiaría «no solo a toda la gente del mundo, incluso a los que todavía no han nacido».
El fin de la Guerra Fría

George H. W. Bush y Mijail Gorbachov en la cumbre de Malta, donde pusieron final a la Guerra Fría, tras la caída del Muro de Berlín
Esos primeros ladrillos que pusieron EE.UU. y la URSS cimentaron el nuevo futuro que estaba por venir. A Gorbachov aún le quedaban encuentros importantes con líderes estadounidenses. El primero de ellos fue en octubre de 1986 con el mismo Reagan. En aquella ocasión, lo más relevante fue lo que se puso sobre la mesa: el desarme nuclear. En Reikiavik, la capital de Islandia, ambos mandatarios discutieron la base del acuerdo que firmarían un año más tarde, el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, que limitaba la presencia de misiles de corto y medio alcance en Europa.
Años más tarde, en diciembre de 1989, el que fuera el único presidente de la Unión Soviética (sus predecesores usaban otro término) se reunió con George Bush padre en el buque Maksim Gorki atracado en las cercanías de Malta. Allí medios como ‘The Guardian’ apuntaron entonces que con esa reunión se había acabado la Guerra Fría. Pocas semanas después el muro de Berlín cayó. Pronto, en 1991, también llegó el fin de la Unión Soviética. La ‘perestroika’ de Gorbachov no fue capaz de hacer frente a todos los problemas soviéticos y se disolvió.
La llegada del capitalismo a Rusia

Boris Yeltsin junto a Bill Clinton antes de una reunión bilateral celebrada en Denver en junio de 1997
El primer presidente elegido democráticamente de la Federación Rusa fue el entonces popular Yeltsin. Rusia sufrió con la llegada del capitalismo por la dureza de sus privatizaciones mientras intentaba consolidar su democracia. Este expresidente es actualmente despreciado por sus compatriotas por su ineficacia a la hora de gobernar y su alcoholismo evidente. En 1999 tenía menos de un 3% de aprobación.
Uno de los momentos más relevantes de su carrera fue un encuentro con el demócrata Bill Clinton en septiembre de 1998 en la capital rusa. Durante el mismo se movió de forma errática y con la voz pastosa. Su homólogo estadounidense no le criticó abiertamente pero en grabaciones privadas se reía junto con su equipo sobre la ebriedad del mandatario ruso, al que ya vieron durante una visita en Washington en 1995 intentando pedir una pizza en ropa interior cerca de la residencia para huéspedes de la Casa Blanca. Aun así ambos líderes consiguieron en Moscú firmar un importante acuerdo en 1998 según el que aceptaban compartir información sobre el lanzamiento de misiles para evitar una guerra nuclear accidental.
La llegada de Putin

El entonces presidente, George W. Bush, junto a su homólogo Vladímir Putin, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en septiembre de 2005
Tras Yeltsin, llegó en 1999 Vladímir Putin al Kremlin. Intentó mantener las buenas relaciones con sus homólogos occidentales, especialmente con George Bush hijo. «Pude mirar al hombre a los ojos y verle el alma», señaló el tejano sobre su primer reunión en 2001 en Liubliana (Eslovenia). La relación era tan cercana entre ambos países que Moscú fue uno de los primeros países que llamó a la Casa Blanca tras el 11S y ofreció apoyo en la guerra contra el terrorismo.
Años más tarde, en 2005, la relación se había enrarecido entre ambos líderes. Bush, durante su encuentro en Bratislava, la capital de Eslovaquia, dio un discurso sobre valores democráticos que no fue del agrado de su interlocutor. Visiblemente irritado deseó que estas diferencias con Washington no deterioraran las relaciones rusoestadounidenses. Moscú veía con malos ojos las llamadas «revoluciones de colores» que expulsaron del poder a diferentes presidentes en países exsoviéticos como Kirguistán, Georgia y Ucrania y que creían provocadas por la CIA.
La nueva ruptura

Barack Obama conversando con su homólogo, Dimitri Medvédev, durante la Cumbre sobre Seguridad Nuclear en Seúl
Llegaron dos nuevos jugadores al tablero en 2008: Dmitri Medvédev en el Kremlin y Barack Obama en la Casa Blanca. Dos líderes dinámicos que parecía que buscaban modernizar sus respectivos países, aunque en el caso de Rusia, el que llevaba la voz cantante seguía siendo Putin. En abril de 2010 se reunieron en Praga ambos mandatarios para firmar un nuevo acuerdo de reducción de armas. Se llamaba New Start, Nuevo Inicio en español, algo simbólico que buscaba reforzar la nueva relación entre ambos estados tras años de rivalidad y que ya sufrió algunos momentos de tensión por las revoluciones de colores y la guerra rusogeorgiana de 2008.
El tratado suponía una disminución del arsenal nuclear de los dos estados. En aquella reunión, Obama y Medvedev mostraron una buena relación y hablaron de la amistad entre sus países.
Esa dinámica se rompió en 2014 tras la revolución del Maidán en Ucrania, la guerra del Donbás y la anexión rusa de Crimea, el punto de inflexión que supuso la expulsión de Rusia del G8 y las primeras sanciones contra Rusia de Occidente. En 2016 el demócrata tuvo la oportunidad de mirar a Putin a los ojos cuando coincidieron en una reunión del G20 en Pekín y a diferencia de Bush, vio una mirada fría. En ese encuentro el estadounidense le comentó a su homólogo ruso que conocía las interferencias rusas en la campaña electoral y le pidió abiertamente que dejara de hacerlo.
Años más tarde, el hombre en la Casa Blanca cambió. Donald Trump quiso acercarse a Rusia e intentó mantener una buena relación personal con Putin. El ejemplo más claro de esta sintonía se vivió en 2018 en Helsiniki. Ambos líderes se encontraron en la capital de Finlandia y conversaron de diferentes temas como los conflictos de Ucrania y Siria y la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses. Tras el encuentro el magnate neoyorquino fue duramente criticado por su poca dureza con su homólogo y por su buena sintonía con este, incluso por otros políticos estadounidenses como John McCain.
Sin acuerdos con Biden

El expresidente Joe Biden junto a Vladimir Putin, antes de la cumbre entre Estados Unidos y Rusia en Ginebra, en junio de 2021
El último mandatario estadounidense que tuvo un cara a cara con Putin fue Joe Biden en 2021. Meses antes de su reunión en Ginebra, Suiza, ya tildó al exagente del KGB de «asesino», algo que ya decía mucho de lo que podía esperarse de este encuentro. Aunque se trataron temas relevantes como la ciberseguridad, las preocupaciones estadounidenses por el trato a la oposición rusa y el control de armas.
Desgraciadamente no se llegó a ningún acuerdo sólido sobre estos temas. El mundo entero miraba a los Alpes suizos porque había indicios de lo que estaba por suceder en febrero de 2022 cuando finalmente Rusia empezó la guerra contra Ucrania.
El próximo en reunirse de nuevo con Putin será Donald Trump este 15 de agosto, una fecha en la que el republicano quiere poner fin a la guerra de Ucrania.