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Dana Erlich : «España no es un país antisemita, pero vemos manifestaciones que nos preocupan»

Publicado: agosto 14, 2025, 1:06 am

Antes de comenzar superamos un exhaustivo control de seguridad. No es para menos: entrevistamos a Dana Erlich (1980) la nueva encargada de negocios de Israel en España, en un momento especialmente delicado para la diplomacia internacional.

La conversación arranca de forma distendida. Erlich nos muestra con orgullo un ejemplar de ABC de enero de 1986, en cuya portada aparece el Rey Juan Carlos firmando el histórico tratado de establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y España. En la sala, una bandera israelí y una moderna menorá decoran el ambiente, evocando tanto tradición como actualidad.

Tras un vaso de agua, imprescindible para sobrellevar las altas temperaturas, comenzamos la entrevista.

—Llega a España en un momento muy delicado para las relaciones con Israel. ¿Qué papel espera desempeñar? ¿Cree que se puede reconstruir la relación o el enfriamiento será prolongado?

Nos encontramos en un momento crítico y difícil para Israel, para los israelíes y para el mundo judío en general. El 7 de octubre nos recordó que no estamos seguros ni en nuestra propia casa ni en nuestro propio país. Vemos que el odio generalizado contra Israel, contra el pueblo judío, está resurgiendo. Entonces, me parece que es un momento difícil. Yo me metí a esta carrera por la frustración que ver que mi Israel no se está bien presentada ante el mundo.

Cuando veo la prensa, creo que no se llega a entender cómo es un israelí y como es su vida cotidiana. Hace 20 años, cuando estudié en Valencia en un intercambio estudiantil, tenía muchos amigos, salía y me relacionaba, pero muchos de ellos me preguntaban cosas que me hacían darme cuenta de que yo era la primera israelí y la primera judía que veían. Comprendí que sabían muy poco sobre mi país, a pesar de que somos vecinos en el Mediterráneo.

Me sorprendió darme cuenta de que, mediante el diálogo y la amistad, se puede lograr mucho. Con esa ilusión y esperanza, llego ahora a España para fortalecer esas conexiones. Es cierto que la situación política y diplomática es más complicada, pero no generalizamos: los españoles tienen muchas perspectivas y opiniones, y la idea es dialogar con todos. Y sí, creo que se pueden mejorar y mucho las relaciones con España.

¿Cómo interpreta ese distanciamiento que estamos viendo por parte de varios países europeos que hace dos años se negaban a reconocer a Palestina, y que ahora, a raíz del conflicto, han decidido hacerlo?

El reconocimiento de Palestina por parte de España, Noruega e Irlanda el pasado mayo debe diferenciarse de las declaraciones de países como Francia y Reino Unido, que aún no lo han hecho oficialmente.

Pero yo les digo: «Si no confían en Israel, escuchen a Hamás: agradecieron ese gesto y destacaron su importancia. La vida de los palestinos no ha mejorado, pero Hamás se ha fortalecido. Las campañas que organizan están funcionando, aprovechándose de la buena intención internacional o de críticas antiguas contra el único Estado judío».

Estos reconocimientos dificultan un alto el fuego, porque Hamás ya ha logrado su objetivo y no tiene interés en negociar. Cuando países como Francia condicionan el reconocimiento a un acuerdo, Hamás piensa: «¿Para qué negociar?». Y tienen razón. Si reciben un premio sin hacer concesiones, no tiene incentivos para cambiar. Esa lógica refuerza su posición y debilita cualquier posibilidad de paz.

«No nos escuchen a nosotros si es que no confían en Israel. Solamente escuchen lo que Hamás está diciendo»

Recientemente se ha publicado una carta donde unos 600 exfuncionarios pedían un cese de la guerra. Junto a ellos, varias voces militares, incluyendo el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir ¿Diría que existe una división interna en Israel sobre el rumbo del conflicto?

Nadie en Israel quiere seguir con esta guerra. Y lo digo como israelí: mi familia, mis amigos viven allí. Mi futuro está en Israel. Lo digo también como representante del Gobierno: no queremos seguir con esta guerra.

Aunque sí hay muchas divisiones sobre qué hacer ahora. Estamos en una situación difícil. Luchamos contra un enemigo brutal. Por eso hay distintas estrategias y tácticas. Dentro del pueblo hay distintas opiniones y como en toda democracia, hay manifestaciones por ambas cosas, y eso es algo que yo valoro profundamente: el poder debatirlo todo.

En esta situación imposible, nadie tiene una solución mágica. Ya llevamos 22 meses luchando contra Hamás. A veces, cuando escucho a gente hablar de esta guerra, hacen una separación entre el 7 de octubre y lo que ha pasado después. Pero no entienden la responsabilidad de Hamás por cada uno de esos días. No solo porque han rechazado tres propuestas de alto el fuego, sino porque siguen con amenazas, ataques, y el abuso de la población y de la ayuda.

Ellos continúan la batalla. Y no se entiende que nos estamos defendiendo, y lo hacemos respetando el derecho internacional y las reglas de guerra. Sin embargo, el interés de Hamás es que mueran más y más ciudadanos palestinos. Es horrible decirlo y entenderlo. Por eso, lo que yo hubiera esperado es que la comunidad internacional saliera a las calles a manifestarse contra Hamás.

La palabra «ocupación» no es correcta, es tomar control para quitarle el control a Hamás

—Con la ocupación de la Franja, se prevé un escenario de guerra de guerrillas. ¿Está el Ejército israelí preparado para afrontar un gran número de bajas? ¿Está el pueblo preparado para ver soldados muertos de vuelta a Israel?

Repito: nosotros no tendríamos que estar en esta situación. Si Hamás hubiera liberado a los rehenes, si hubiera abandonado sus intenciones de eliminar a Israel a toda costa, estaríamos en otra situación.

Ahora, la idea es tomar control, no ocuparla, para quitarles el control. Porque si se quedan no vamos a tener ninguna estabilidad ni ningún futuro. Ninguno de nosotros, ni los palestinos ni los israelíes.

No queremos gobernar Gaza, ya estamos pagando un precio muy alto, también para nosotros. Esta guerra nos duele a todos… menos a Hamás.

—Netanyahu ha propuesto entregar su administración a un país árabe, sin la presencia ni de Hamás ni de la Autoridad Palestina. ¿Se está negociando con algún país?

Me parece que aún es temprano para hablar de los detalles, no los tenemos aún, aunque esas conversaciones con diferentes países las tenemos desde el principio. Son países que, incluso antes del 7 de octubre, estaban preocupados, como nosotros, por Gaza y por el control de Hamás. Pero ahora no tengo respuestas exactas. Es algo que se va desarrollando en distintas conversaciones y negociaciones.

—O sea que no hay todavía un calendario…

No se conocen ni fechas aproximadas. Es difícil. La fecha ideal habría sido el 8 de octubre de 2023; ese día hubiéramos terminado todo.

Pero estamos en una situación en la que no se puede hablar de ese futuro mientras Hamás siga en control. Lo vemos con la ayuda humanitaria que no puede llegar a toda la población porque Hamás la está robando. Ya vemos el abuso de Hamás, y hay que enfocarnos en eso.


Dana Erlich sostiene un ejemplar del diario ABC de 1986 que recoge la histórica firma del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel


IGNACIO GIL

—¿Cree que existe una posibilidad real de alcanzar una solución negociada al conflicto?

Tanto con la Autoridad Palestina como con cualquier organización que gobierne a los palestinos hemos demostrado que estamos dispuestos a negociar. Como también hemos hecho con otros países de la región que estaban interesados en la paz.

A veces la gente se olvida de que tenemos acuerdos de paz con Egipto, Jordania, Marruecos… Para nosotros, esas relaciones son muy importantes porque somos parte de la región. Queremos vivir en paz y en prosperidad.

Esos países entendieron que tienen más que ganar si hacen la paz con Israel. Nosotros esperamos que haya un líder palestino con suficiente coraje para decirlo y que tenga el entendimiento y la responsabilidad hacia su pueblo para cambiar la narrativa.

—¿Cómo podría Israel recuperar esa imagen que, por distintos motivos, se ha perdido en la comunidad internacional?

Esta es una pregunta que yo le quiero hacer a la comunidad internacional. Porque veo las diferentes campañas orquestadas por Hamás, y veo cómo las repiten sin dudar lo que están repitiendo.

Toda la información que llega de Hamás, las fotos, el abuso de imágenes de gente, de niños que están siendo utilizados para manipular emociones, saben exactamente lo que hacen. Me sorprende que hay mucha gente que lo toma así, sin preguntarse nada. Entonces, parte de la situación en la que estamos actualmente es por esas campañas de Hamás, que han logrado sus objetivos.

¿Y cómo paramos eso? ¿Cómo es que el odio, la demonización de Israel surge tan rápido otra vez? Porque, lamentablemente, como país judío, lo hemos visto desde nuestros inicios. Llevamos siglos viendo como al pueblo judío se lo juzga de otra manera.

Hay un doble rasero cuando se habla de Israel. No tenemos problema con las críticas, pero lo que ha pasado en estos casi dos años ha cruzado la línea roja. Ya no es crítica, es odio. Y eso está afectando también a las comunidades judías en el mundo, y nos preocupa mucho.

«Llevamos siglos viendo que al pueblo judío se lo juzga de otra manera.»

—¿Qué le respondería a quienes consideran que Israel ha superado los límites de una respuesta justa y proporcionada?

A mí me sorprendió que desde el segundo día de la guerra la gente ya decía que Israel había superado los límites, incluso antes de que ni un solo soldado israelí entrara a Gaza. Cuando nosotros todavía nos estábamos defendiendo, cuando todavía había terroristas de Hamás dentro de Israel.

Nosotros somos un país democrático, y nuestro ejército está sujeto a las reglas internacionales y a las reglas de la guerra. Estamos operando bajo esas leyes, y nos lo tomamos muy en serio. Entendemos que nuestros soldados están en peligro porque cuidamos esas reglas, pero no vamos a hacer cosas que vayan contra la ley internacional.

Hamás, en cambio, no respeta estas normas. No sé si escucharon ayer [por el martes] que terroristas de Hamás se pusieron chalecos de World Central Kitchen para hacerse pasar por voluntarios y lucir como víctimas una vez les atacásemos. La comunidad internacional automáticamente condenaría a Israel. Y así es como ganan cada vez.

Si no sale una condena clara contra un acto así, Hamás lo ve como un mensaje muy claro de que pueden seguir.

—Estados Unidos ha alertado sobre el antisemitismo en España y ha acusado directamente a Podemos y al Congreso de los Diputados ¿Diría que en España existe realmente antisemitismo?

España no es un país antisemita, eso está muy claro. Pero sí vemos diferentes manifestaciones que preocupan. Antes de venir aquí, me preguntaron: «¿Es España segura para judíos e israelíes?»

Porque amamos a España. Tenemos mucho en común: la cultura, la música, la literatura, el arte… Tenemos tanto en común.

Y vemos las manifestaciones. No solamente con vandalismo contra instituciones judías, también con ataques contra israelíes. Cada vez hay más miedo de hablar en hebreo, o de llevar algo que simbolice que somos judíos.

Este es un tema difícil, específicamente para España, un país que conoce el terrorismo. Una organización como Samidoun, que en la mayoría de los países de la UE y en otros países de Occidente está declarada como organización terrorista… aquí no. Aquí están operando, distribuyendo ese odio contra Israel. No solamente deslegitimándolo sino negando la existencia del mismo.

Para mí, eso es antisemitismo puro: el odio contra Israel. Cuando el pueblo judío, cuando los israelíes, cuando otros países ven esas manifestaciones en las calles, me parece que es una señal que nos tiene que preocupar.

Si de verdad queremos luchar contra el antisemitismo y el terrorismo, un acto que España puede hacer es declarar a esa organización como organización terrorista.

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