Publicado: julio 22, 2025, 10:07 am

El deterioro de la seguridad en Costa Rica, país que las redes del narcotráfico que atraviesan Centroamérica ya no se saltan como ocurría antes, ha facilitado que la dictadura nicaragüense del matrimonio Ortega-Murillo tome represalias contra refugiados que abandonan Nicaragua y tratan de rehacer … su vida en la nación vecina.
En los últimos tres años, sicarios presuntamente contratados desde Managua han asesinado a tres opositores que residían en Costa Rica (el más reciente, hace solo un mes) y tiroteado en dos ocasiones a otro disidente y su mujer. Muchos de los asilados han recibido amenazas y han comenzado a buscar un destino más distante.
Daniel Ortega y su familia no solo han convertido Nicaragua en una dictadura como la de los Somoza, contra la que de jóvenes Ortega y su esposa Rosario Murillo lucharon, sino que están negando a sus compatriotas el lugar seguro que ellos mismos tuvieron cuando en aquellos años de clandestinidad cruzaron la frontera para resguardarse de la Policía somocista. Ortega y Murillo se conocieron precisamente en Costa Rica en esos años de 1978 y 1979 previos al triunfo de la Revolución Sandinista.
Costa Rica, país que desde mediados del siglo XX no tiene Ejército y ha sido una isla de democracia e institucionalidad en medio de las tumultuosas décadas que han zarandeado Centroamérica, ha sido durante todo este tiempo un «santuario» para quienes huían de dictaduras.
Lo fue para los dirigentes sandinistas y otros líderes opositores que se enfrentaban a Somoza, y luego para quienes desilusionados con el nuevo régimen marxista lo combatieron, como Edén Pastora. Lo ha sido también para los perseguidos por Ortega, especialmente a partir de 2018, cuando el régimen protagonizó una huida hacia adelante dejando más de 300 muertos en las calles. Algunos medios de comunicación nicaragüenses, hostigados o cerrados, han seguido su trabajo desde el país vecino.
La estabilidad de Costa Rica, sus prestaciones sociales y el mayor desarrollo de su economía han atraído en las últimas décadas a la inmigración nicaragüense. A los desplazamientos por motivos económicos se han añadido los que tienen motivación política. Desde 2018, unos 300.000 nicaragüenses se han instalado en Costa Rica.
Su llegada coincide con un deterioro de la situación del país de acogida: el Gobierno de Rodrigo Chaves ha adoptado algunos tonos populistas y perjudicado la institucionalidad, al tiempo que no ha sabido responder a la mayor presión del narcotráfico. En 2023 se produjo un récord del número de homicidios, alcanzando una tasa de 17,2 por cien mil habitantes, lejos de otras naciones latinoamericanas pero alto para Costa Rica.
Célula orteguista
Esas condiciones facilitan que Ortega lleve a cabo su «represión extraterritorial», como la ha calificado el Grupo de Expertos de Naciones Unidas para Nicaragua. La última ejecución atribuida a las directrices de Managua fue la del conocido opositor Roberto Samcam, antiguo alto mando del Ejército sandinista, asesinado el 19 de junio en San José.
Previamente, otro anterior dirigente de la revolución, Rodolfo Rojas Cordero, asilado también en Costa Rica, fue presuntamente engañado para entrar Nicaragua –pudo ser un secuestro– y fue hallado muerto en la frontera con Honduras en junio de 2022. En octubre de 2024 fue asesinado Jaime Luis Ortega Chavarría, mientras que Joao Maldonado y su esposa han sobrevivido a dos tiroteos, uno en 2021 y otro en 2024, tras el cual abandonaron el país. Todos ellos procedían del departamento nicaragüense de Carazo, donde las protestas contra Ortega de 2018 fueron especialmente intensas.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Costa Rica señaló como participante del último atentado contra el matrimonio Maldonado a Danilo Aguirre Sequeira, un nicaragüense que se hace pasar por periodista, pero cuya libertad movimientos dentro del régimen de Ortega lo hacen sospechoso de actuar a cuenta de éste.
La OIJ ha pedido a Interpol su detención, pero cuenta con el amparo gubernamental. El director de este organismo, Randall Zúñiga López, no ha descartado que los Ortega-Murillo cuenten con alguna célula infiltrada en Costa Rica con el objetivo de eliminar opositores, pues los atentados siguen una «estrategia».
El Gobierno de Rodrigo Chaves no ha hecho ninguna atribución directa a Managua. Además de que las pruebas de momento no muestran una vinculación directa con el alto mando nicaragüense, Chaves ha preferido por ahora asegurar la normalidad en la relación entre los dos países.