Publicado: mayo 20, 2025, 5:00 am
Si hay una enfermedad que ha estado tradicionalmente ignorada, esa es la endometriosis. Se estima que la padece entre el 10 y el 15% de las mujeres en España, lo que equivale a más de dos millones en nuestro país, pero la cifra es difícil de calcular porque permanece infradiagnosticada. Son todavía muchas las personas con la condición que denuncian una dolorosa falta de atención y comprensión por parte de los servicios sanitarios, que a menudo resulta en retrasos de años antes de finalmente poder poner nombre y tratamientos a la patología.
Así lo cuenta a 20minutos Candela, que explica que en su caso le diagnosticaron finalmente la endometriosis «a los 25 años, después de muchos años, de estar quejándome de dolores. Me tomaban por loca, como a muchísimas otras mujeres».
«Te dicen que el dolor es lo normal»
A día de hoy Candela, de 33 años de edad y nativa de Elda (Alicante) afincada en Madrid, es entrenadora personal y publica contenido divulgativo acerca de fitness y sobre su experiencia con la endometriosis en sus redes sociales (@bambalina.fitness). Coincidentemente, muchas de las mujeres con las que trabaja conviven, como ella, con endometriosis y otros problemas de salud que afectan al sistema reproductivo y que marcan sus necesidades respecto al ejercicio físico.
Según relata, el camino hasta este punto no ha sido sencillo, y su relación con el deporte ha estado siempre atravesada por la endometriosis. «Desde pequeña, yo competía en natación», cuenta. «Cuando estaba con la regla, tenía que parar a mitad de los entrenamientos, porque tenía dolores muy fuertes. Pero digamos que se normaliza: te dicen que es lo normal».
«Un día llegó una competición en la que tuve una crisis de dolor muy fuerte al acabar una prueba y me preocupé. Tenía 14 o 15 años y ya se lo dije a mis padres; me disparó el instinto de supervivencia para buscar ayuda por ese dolor que sentía».
«Pues bien, fui al médico y me dijo que ese dolor era normal. Que a todas nos duele la regla. Y no te hablan con propiedad, no te explican qué es lo que pasa en tu cuerpo. Así que me dijo simplemente que tomase dexketoprofeno cuando tuviese ese dolor y ya».
«Llevo tomándolo desde los 15 años y para mí es como quien se toma un caramelo. No me hace absolutamente nada», sentencia.
«Si no tomas anticonceptivas, no te hacen seguimiento»
La travesía por diferentes servicios médicos, y a menudo con respuestas vagas o con tratamientos de escasa eficacia, es una experiencia familiar para gran parte de las mujeres con endometriosis u otras condiciones femeninas como el síndrome de ovario poliquístico. También Candela lo vivió: «yo les decía a las ginecólogas que el dexketoprofeno no me funcionaba. Y lo más que me decían era que lo combinara con paracetamol».
«La única opción que me ofrecían era tomar pastillas anticonceptivas. Las probé, pero si no quería tomarlas me sacaban del seguimiento. Ni me cambiaban la medicación ni me hacían pruebas. Es muy injusto», protesta.
«No puedes dar el 100%, ni en entrenamientos ni en competiciones. Esto es una realidad dentro del mundo del deporte de élite»
Tuvieron que pasar más de diez años para que por fin le pusieran nombre a lo que le pasaba: «Cuando tenía 25 años ya me encontraron un endometrioma y me diagnosticaron. Para entonces, tuve que someterme a un proceso de pruebas para ver si podían operarme porque ya era demasiado grande como para acabar con él mediante pastillas».
En ese tiempo, la patología continuó siendo un factor en su práctica deportiva: «No puedes dar el 100% ni en los entrenamientos ni en las competiciones. Si estás en una importante, te va a limitar muchísimo. Esto es una realidad dentro del mundo de élite, y hay mujeres a las que les pasa y tienen una limitación y mujeres a las que no».
También, reconoce que su condición física le ha llevado, en ocasiones, a paralizar en buena medida su actividad: «Ha habido momentos en los que llevaba una vida más sedentaria», cuenta, «porque he podido notar los dolores más fuertes, o he podido sentir que mi cuerpo era más débil a la hora de enfrentarse a esos dolores».
«Me operaron y no vino nadie a hablar conmigo»
Candela lamenta que ni siquiera después de obtener el diagnóstico el trato por parte de los profesionales ha sido mucho más empático: «Tras la operación, que se demoró un año después del diagnóstico, no vino ningún médico a hablar conmigo. Así que tengo que fiarme de lo que les dijeron a mis padres: que me habían quitado un quiste del tamaño de una pelota de tenis», recuerda. «Aunque otros profesionales me han dicho que eso es una animalada y no es posible».
«La preocupación de los médicos y ginecólogos», reprocha, «en todo momento es si te quieres quedar embarazada. Te recomiendan los tratamientos pensando en ello. Pero yo nunca he querido tenerlos, lo único que quería era mejorar mi calidad de vida. Les daba igual, incluso a los profesionales jóvenes».
«Sí que he tenido que llevar tratamientos hormonales porque durante la operación me extrajeron un quiste en el útero», expone. «Por ejemplo, tras la operación estuve tres meses sin dolores durante el sangrado, pero a partir de entonces me detectaron un pólipo y tuve que volver a tomar pastillas anticonceptivas. También, en una ocasión me encontraron endometriomas en la zona del recto. Durante todo el el tiempo que las estuve tomando, tenía la regla cada semana, duraba lo que le daba la gana y a mí ni me quitaba el dolor ni los sangrados abundantes, y me producía estados de ánimo depresivos».
Estos efectos secundarios son la gran razón por la que Candela afirma que no quiere estar bajo tratamiento con medicación anticonceptiva. «Son emociones y sentimientos demasiado desagradables», dice la entrenadora. «Y más aún cuando te los está dando una medicación que no mejora tu calidad de vida».
«En el momento en el que dejé de tomar anticonceptivos, me apartaron del seguimiento y no me han dado ninguna otra solución. Incluso se han negado a hacerme más resonancias, pese a mi historial»
«He tenido seguimientos cada tres o cuatro meses, pero siempre y cuando yo estuviera dispuesta a tomar un anticonceptivo», narra. «Y en el momento que dejé de tomarlos me apartaron del seguimiento y no me dieron ninguna nueva solución. Incluso, desde después de la pandemia he estado teniendo problemas digestivos, pero se han negado a hacerme más resonancias en la zona pese a mi historial».
«Estoy teniendo dolores fuertes fuera del sangrado»
A día de hoy, la enfermedad sigue afectándola. «Los dolores durante el sangrado hay veces que son invalidantes», cuenta Candela. «Son repentinos; a lo mejor estás andando por la calle y te quedas en el suelo, arrodillada. Da igual la posición que tomes, no se va. Así que me tengo que quedar en la cama. Afortunadamente, por la condición laboral que tengo ahora tengo más libertad de cancelar sesiones si me hace falta».
«Otros meses», continúa, «no son tan fuertes, y con analgésicos como dexketoprofeno o paracetamol puedo seguir haciendo vida normal, sin tener que cancelar planes de trabajo o de ocio».
«En una de las últimas revisiones, hace unos ocho meses, parece que me vieron un quiste y sigo esperando a que me den cita para una nueva revisión. Y no sé aún de qué tipo es, si es un endometrioma, un mioma… Pero estoy teniendo los dolores fuertes fuera del sangrado otra vez».
Mientras tanto, Candela comenta que una de las cosas que le ayuda en su día a día es, de hecho, el ejercicio físico y el deporte, siempre adaptándolo a su estado en cada momento. «Aunque no me apetezca entrenar, es mejor intentar moverme un mínimo, como si tiene que ser dar un paseo. Luego voy a tener menos dolor muscular, articular… Y a la cabeza también le sienta mejor».
«Entrenar es fundamental para preparar el cuerpo»
Al respecto, esta entrenadora destaca lo importante que puede llegar a ser el ejercicio para las mujeres con endometriosis, ovario poliquístico y en general condiciones del aparato reproductor. «En la endometriosis», dice, «cuando es muy severa y en edades más avanzadas, pueden llegar a extirpar todo o parte del aparato reproductor como tratamiento. Esto provoca un desequilibrio hormonal muy grande, que aumenta el riesgo de osteoporosis y sarcopenia. Por ello, entrenamientos como el trabajo de fuerza, de pliometría o el entrenamiento funcional pueden ser fundamentales para preparar nuestro cuerpo para que pueda enfrentar esos cambios».
«Cuando entreno a mujeres con endometriosis, lo más importante es validar lo que sienten y empatizar con ellas. Luego ya se pueden adaptar los ejercicios a sus necesidades»
«De hecho, ya me encuentro a muchas mujeres muy concienciadas con que hay que hacer trabajo de fuerza para evitar enfermedades normales con la edad y la menopausia», dice. «Es algo que puede evitarnos muchos problemas de salud en el futuro».
Precisamente, Candela dice que en su día a día se encuentra muchos casos de mujeres con condiciones como endometriosis u ovario poliquístico, así como muchas con molestias importantes pero que no logran un diagnóstico que las explique. «En estos perfiles», detalla, «nos centramos mucho en ese entrenamiento de fuerza y en lo que conocemos como entrenamiento funcional. Tenemos que tener en cuenta cuáles son las sensaciones en cada momento de cara a afrontar el entrenamiento en cada sesión. Es muy importante no meterles presión; si no te puedes mover, no te muevas. Quédate en casa y descansa».
«Cuando sí que pueden entrenar», continúa, «es muy importante empatizar con ellas. Y según sus necesidades, se puede empezar por ejercicios de movilidad en la zona de la pelvis, las piernas o las lumbares, y poco a poco calentamientos más específicos. Sobre todo, lo importante es validar lo que siente la persona en ese momento, y hacer ejercicios dentro de sus posibilidades día a día».
«Si la tuvieran los hombres, habría más información»
Sea como sea, Candela tiene claro que lo más importante para las mujeres con endometriosis es buscar una solución y un tratamiento para estas enfermedades. «Hay que ser pesadas», defiende, «para que puedan diagnosticarnos o prescribirnos un tratamiento. Y buscar redes de apoyo muy grandes, porque es fácil sentirse solas».
«Se normaliza el dolor, y es un error», argumenta. «El dolor es un indicativo de que algo no va bien. Y hay que buscar formas de aliviarlo, porque se trata de ganar calidad de vida».
De la misma forma, opina que es necesaria más concienciación sobre este problema y un mayor esfuerzo en materia de investigación. «Es una enfermedad que padece el 10% de las mujeres. Si la padecieran los hombres, habría más investigación, más información y más soluciones. En cambio, lo que tenemos es un trato que a veces puede ser hasta denigrante por parte de los profesionales de la salud».
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