Publicado: julio 12, 2025, 12:52 am
La inmigración ilegal a través del canal de la Mancha con destino a las costas de Inglaterra, utilizando lanchas neumáticas de ocasión, ha vuelto a crecer durante los últimos 18 meses, desenterrando todos los fantasmas de más de treinta años de crisis sucesivas.
Para … atajar el éxodo a través del canal de La Mancha, el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron, acordaron el jueves intercambiar a los inmigrantes ilegales que intentan llegar al Reino Unido por solicitantes de asilo con vinculaciones británicos. Un pacto conocido como ‘Uno dentro, uno fuera’.
«Desde hace más de treinta años, los lugareños conocemos en carne viva la tragedia de los migrantes que desean llegar a Inglaterra. No sé quién tiene la culpa en Inglaterra. En Francia, tres presidentes, Sarkozy, Hollande y Macron, no han conseguido resolver los problemas de fondo», comenta Erick Sapin, propietario de un bar en una de las playas de Sangatte, en uno de los corazones de las crisis que se suceden desde 1990. «No era ni es fácil poner puertas al campo, detener a los millares de hombres y mujeres que llegan a nuestras playas con el deseo de continuar hasta Inglaterra. Pero está claro que las medidas puramente policiales no han resuelto el problema de fondo de manera definitiva, ni mucho menos», agrega.
Tras la firma del Tratado del Touquet (2004), que pretendía articular una respuesta de Londres y París «repartiéndose» la vigilancia y control del Canal, la crisis ha tomado nuevas formas, dramáticas con frecuencia.
El control muy estricto de las fronteras no consiguió frenar los intentos de emigrar a Inglaterra. Complicada la entrada «tradicional», las mafias que trafican con seres humanos descubrieron nuevos filones: el viaje en lanchas neumáticas de ocasión, que ha conocido un crecimiento importante y trágico en los últimos tiempos.
El año pasado, esa emigración permitió entrar en Inglaterra a 37.000 personas, un récord desde 2018. Durante el primer semestre de este año, el ‘boom’ se ha confirmado: 15.000 hombres, mujeres y niños llegaron en lancha a Inglaterra entre enero y mayo. Solo el pasado 1 de junio, 1.190 personas cruzaron el Canal desde Francia.
«Contra la eficicencia policial, las bandas que trafican con seres humanos se han vuelto más eficaces»
Guy Allemand
Alcalde de Sangatte
Guy Allemand, alcalde de Sangatte, que ha conocido grandes crisis en la región, volvió a lanzar un grito de alarma hace semanas: «Las crisis que tomaron formas dramáticas a finales del siglo pasado toman ahora formas más oscuras y siniestras, si cabe. Contra la eficiencia policial, las bandas que trafican con seres humanos se han vuelto más eficaces, cobran miles de euros prometiendo llevar a sus clientes hasta Londres».
Si la crisis de los migrantes tomó, en su día, dimensiones nacionales en Inglaterra, en Francia tiene dimensiones policiales graves en todas las costas del canal de la Mancha.



Las playas de Calais son el punto de partida para los inmigrantes que tratan de llegar al Reino Unido a través del canal de la Mancha en balsas inflables
Desde hace meses, los alcaldes de la región, Dunkerque, Sangatte, Calais, la Grande-Synthe, entre otras localidades, denuncian nuevas formas de criminalidad y negocios. Guy Allemand, en primera línea, fue uno de los primeros en denunciar una de las metamorfosis de la crisis: «En los súper, hipermercados y grandes superficies de toda la región se venden lanchas neumáticas de ocasión, que compran legalmente los mafiosos que trafican con seres humanos. En esos mismos comercios se venden chalecos salvavidas, que los mafiosos revenden a sus víctimas. La Policía dice no poder hacer gran cosa contra los comercios legales. Pero los guardacostas sí conocen bien el trágico destino de muchas lanchas neumáticas que naufragan porque eran de segunda mano o porque los mafiosos las habían «cargado» con demasiados pasajeros.
Dudosas cifras oficiales
Oficialmente, durante el primer semestre de este año se reconocen entre 15 y 20 muertos en el Canal por el mal estado o exceso de carga de las lanchas neumáticas. En 2024 se contabilizaron oficialmente 77 muertes. Sin embargo, las organizaciones humanitarias desconfían de esas cifras.
Desde 2008 funciona en Calais ‘L’Auberge des Migrants’ (‘Albergue de los Migrantes’), una organización humanitaria que se presenta como «plataforma logística» de ayuda de urgencia. Uno de sus colaboradores, que prefiere no ser identificado, tiene esta visión sobre las estadísticas oficiales: «El mes de mayo pasado recogimos el cadáver de una mujer joven, con su hijo, muy menor. Estaba sola. No llegó a figurar nunca en ninguna estadística. ¿Cuantas tragedias de ese tipo desconocemos a falta de información oficial, si es que existe? ¿Quién recuerda a los migrantes muertos en alta mar y nunca recogidos ni descubiertos?».
Durante los años 90, la región de Pas de Calais conoció la gran crisis trágica de ‘La Jungla’. Una diminuta población de 9.000 habitantes sufrió los movimientos masivos de migrantes víctimas de la aglomeración, protagonistas de batallas campales, entre ellos y los habitantes de la región.
Sucesivos gobiernos de izquierda y derecha lucharon contra aquellas primeras crisis, ensangrentadas en muchas ocasiones, creando «espacios de concentración». La Policía montada y los antidisturbios llevaban a cabo enormes redadas, y los detenidos, por centenas y millares, eran expulsados o «reconducidos» dentro de Francia.
Por aquellos primeros años de crisis, hasta el canal de la Mancha llegaban muchos migrantes, prófugos y refugiados de los países del Este europeo, huyendo de las crisis que siguieron tras el hundimiento fáustico de la antigua Unión Soviética.
Durante el último quinquenio, los migrantes que llegan hasta las costas francesas del Canal vienen de Afganistán, Irán, Siria, Eritrea. El año pasado aumentó de manera significativa el número de migrantes llegados de Vietnam.
«Cuando se ha conseguido llegar desde Kabul a Dunquerque, con pocos recursos, se tiene una voluntad muy grande», comenta Louis Quillet, un comerciante de Dunkerque, agregando: «Pero no siempre es suficiente. Cuando llegan a nuestras playas, deben tener mucho cuidado, la Policía puede detenerlos y expulsarlos. Muchos desean o fingen desear quedarse en Francia, incluso aceptan trabajos muy mal pagados. Pero la integración pasa mal y estallan problemas con frecuencia».