Publicado: mayo 29, 2025, 4:00 pm
Es un objetivo habitual para muchas personas tratar de llevar una vida más saludable. Una vez que se toma esta decisión, es el momento de analizarse uno mismo (ya sea solo o con la ayuda de profesionales) y repasar todos aquellos elementos de nuestra vida que no nos hacen bien y cambiarlos por otros que nos sean más favorables. Cambiar nuestros hábitos es frecuente, no lo es tanto priorizar nuestra salud mental.
Según datos recogidos por Confederación Salud Mental España, una de cada cuatro personas tiene o tendrá algún problema de salud mental a lo largo de su vida, por lo que comenzar a tenerlo más presente no parece una mala idea. No siempre somos conscientes de que las cosas que hacemos están causadas por otros elementos, a menudo para sentirnos seguros frente a otros o porque con esa manera de proceder podemos sentirnos a salvo, en el sentido de que realizar las cosas de una determinada manera nos aporta calma.
Es precisamente sobre esto sobre lo que el neuropsicólogo Álvaro Bilbao ha querido poner el foco de atención, porque darle demasiada importancia a las cosas (en el sentido de objetos y no de vicisitudes de la vida) puede ser un síntoma de salud mental frágil. Uno de tantos detalles que pueden convertirse en una advertencia para nosotros, porque hay muchas ocasiones en las que es algo que conviene tener en cuenta, sobre todo si hay otros que dependen de nosotros, como sucede con los más pequeños de la casa.
«Preocuparse mucho por las cosas es un síntoma de salud mental frágil»
A través de su cuenta de TikTok, Bilbao ha querido reflexionar sobre una característica que es habitual a muchas personas y que, en ocasiones, puede ser considerado un síntoma de salud mental frágil, tal y como el experto ha puesto sobre la mesa. «Tendemos a dar mucha importancia al orden y los objetos y a angustiarnos por cosas que realmente son irrelevantes», explica en su publicación, y esto «es un rasgo obsesivo».
Esta necesidad de tenerlo todo bajo control y que las cosas estén en su sitio, seguramente se deba a algo aprendido durante la infancia, según revela Bilbao. «Posiblemente, alguien en tu familia se ponía muy nervioso con el desorden y el orden te hace sentir seguro», esto para muchos adultos se convierte en un patrón porque pasan a asociar el orden con seguridad emocional.
Este tipo de comportamientos puede llegar a condicionar la relación de los padres con los hijos, tal y como refleja el vídeo que ha compartido, donde pone como desencadenante de esta enseñanza, el ejemplo de un niño que mancha de pintura la mesa y la reacción que esto puede provocar. “Esa mancha en la mesa puede ser una gran oportunidad para sentarte con tu hijo y enseñarle que puedes disfrutar de la vida. Le estarás enseñando también que puede reparar sus errores, que no tiene que tenerlo todo controlado y lo más importante de todo: que él es más importante para ti que esa mesa”.
Una manera también de mostrarle al pequeño que no tiene por qué hacerlo todo bien a la primera, mientras que para los adultos es un empujón a reaccionar de manera tranquila, evitando reprender duramente a los niños por errores que han cometido sin darse cuenta.
«El orden es una ayuda, hasta que no nos permite disfrutar. Las personas obsesivas tienen a desarrollar una gran necesidad de orden y control cuando de pequeños sintieron a sus padres como una amenaza y necesitaban tenerlo todo ordenado para no hacerles enfadar». Muchos adultos tienden a pensar que el orden les proporciona tranquilidad, y puede que en muchas ocasiones sea así, aunque no en todos los casos. «No es disfrutar cuando todo está ordenado; es un alivio que se experimenta porque todo está bajo control».
