Publicado: agosto 15, 2025, 8:05 pm

La llegada de Vladímir Putin a Alaska convirtió este viernes una base militar de la Guerra Fría en el escenario de una de las imágenes más inusuales desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania. Donald Trump descendió primero del … Air Force One, vestido con traje oscuro y corbata roja, y esperó en el extremo de la alfombra roja a que descendiera de su avión el presidente ruso.
Putin, también de traje oscuro y corbata roja, bajó los escalones de su aeronave y caminó hasta el punto de encuentro, donde ambos se estrecharon la mano en un gesto cuidadosamente coreografiado y acompañado de un breve aplauso de Trump, rompiendo el protocolo habitual, algo muy llamativo en este contexto de reuniones bilaterales.
A continuación, caminaron juntos por la alfombra roja hasta una tarima decorada con el lema «Alaska 2025», flanqueada por las banderas de Estados Unidos y Rusia, mientras sobrevolaban bombarderos B-2 y cazas F-22 en un despliegue aéreo inusual para una visita de este tipo. El gesto marcó un cambio radical en el trato a Putin, que en los últimos dos años había sido expulsado de cumbres, sancionado por gobiernos occidentales y declarado persona non grata, con una orden de arresto internacional aún vigente por crímenes de guerra.
El encuentro, que inicialmente iba a ser un cara a cara, se transformó en un formato tres contra tres. Trump se sentó junto a su secretario de Estado, Marco Rubio, y al enviado especial Steve Witkoff; Putin estuvo acompañado por su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y otros asesores de alto nivel. La elección del formato respondió a presiones internas y de la OTAN para evitar una negociación directa sin testigos.
La agenda oficial va más allá de Ucrania. Está previsto que se hable de un posible alto el fuego, de intercambios territoriales que Kiev y Moscú podrían aceptar, y de garantías de seguridad para Ucrania fuera del marco de la OTAN, con participación de países europeos y Estados Unidos. También se discutirá sobre el control de armas nucleares, en un momento en que Rusia ha anunciado que dejará de cumplir con el compromiso de no desplegar misiles de alcance intermedio, uno de los últimos límites heredados de la Guerra Fría.
La delegación rusa incluye un grupo de empresarios, lo que apunta a que habrá conversaciones sobre comercio e inversiones si se produce algún avance político. Moscú quiere aprovechar la cita para explorar una relajación de sanciones y posibles acuerdos económicos, mientras Washington busca evaluar hasta dónde Putin estaría dispuesto a ceder en Ucrania a cambio de beneficios comerciales.
El hecho de que la reunión tenga lugar en Alaska, territorio que fue parte de Rusia hasta 1867, añade una carga simbólica adicional. Para Putin, pisar suelo estadounidense con honores militares ya supone una victoria: vuelve a ser recibido en la primera potencia mundial pese a la presión internacional para aislarlo, ignorando la orden de detención en su contra del Tribunal Penal Internacional. Para Trump, la escena proyecta la imagen de un mediador capaz de sentarse con su adversario más declarado y, según su propio anhelo, detener la guerra.