Publicado: noviembre 18, 2025, 5:00 am
La reconocida doctora, psiquiatra y académica Joanna Moncrieff, experta en el National Health Service de Reino Unido, cuestiona si la depresión es realmente el resultado de un desequilibrio químico que tiene lugar en el cerebro, con la serotonina (llamada la ‘hormona de la felicidad’) en el punto de mira. Según la autora del libro ‘El mito de los antidepresivos’ (ed. Arcopress), existen muchas falsas creencias que han moldeado la psiquiatría moderna; e invita a replantearse el modelo biomédico de la salud mental.
Durante décadas, se nos ha repetido que la depresión es el resultado de un desequilibrio químico en el cerebro, —en concreto, una carencia de serotonina—, y que los antidepresivos son la solución. Pero ¿y si esa narrativa, tan ampliamente difundida por profesionales, medios y la industria farmacéutica, no fuera más que un mito sostenido por fundamentos poco sólidos desde el punto de vista científico? Moncrieff nos comparte sus argumentos al respecto.
Estas son las falsas creencias de la psiquiatría moderna, según la autora
A lo largo de un recorrido fascinante por más de medio siglo de investigaciones, políticas sanitarias y cambios culturales, Moncrieff revela cómo una idea que nació como una hipótesis provisional terminó convirtiéndose en un dogma incuestionado. Crítico pero accesible, su libro desafía las falsas creencias que han moldeado la psiquiatría moderna e invita a hacerse preguntas.
«No hay pruebas convincentes de que la depresión esté causada por una anomalía de la serotonina, una sustancia química del cerebro. La teoría de que la depresión está causada por una falta de serotonina lleva décadas circulando, y la mayoría de las personas creían que estaba demostrada científicamente. Pero no es así», dice la psiquiatra.
La experta pretende con su libro responder a un buen número de preguntas, y hacerlo presentando las pruebas científicas y las preocupaciones filosóficas pertinentes «para que la gente pueda llegar a sus propias conclusiones. Es una invitación a participar en un importante debate que tiene implicaciones en la forma de comprender y tratar la depresión«.
Antidepresivos, uno de los medicamentos más utilizados en el mundo
Los antidepresivos que están a la orden del día en el tratamiento de la depresión, «son de los medicamentos más utilizados en el mundo, y se han presentado desde siempre como eficaces armas farmacéuticas. Sin embargo, disponemos de datos que sugieren que apenas aportan beneficios y sí efectos adversos preocupantes».
Los problemas de salud mental están por todas partes, a nuestro alrededor. Ya sea depresión, ansiedad o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), forma parte del entorno de casi todos. «A menudo se ha dicho que el origen de esta disfunción se encuentra en un desequilibrio químico en el cerebro, y se propone un tratamiento farmacológico para corregirla y restablecer la composición química normal del cerebro«.
En el caso concreto de la depresión, estrechamente relacionada con la ansiedad, «se ha difundido ampliamente la idea de que la anomalía en cuestión reside en un desequilibrio o deficiencia de la serotonina. En mi libro hablo de que la idea del desequilibrio químico es un mito, de que la sociedad ha sido engañada a propósito de la naturaleza de los antidepresivos. Es más, estos medicamentos alteran el estado normal del cerebro, al igual que lo hace el alcohol y otros psicotrópicos».
Los antidepresivos «provocan síndrome de abstinencia»
Los antidepresivos cambian el estado mental de las personas, y estos efectos son relevantes por la forma en la que pueden afectar a nuestro estado de ánimo. «Aunque sus efectos son más sutiles que los de los antipsicóticos o los opiáceos, muchos antidepresivos también reducen la intensidad de las emociones. Esto ha tardado en reconocerse porque los médicos se han mostrado reacios a admitir que tienen efectos psicoactivos generalizados; es decir, que alteran el estado del cerebro y de la mente».
La psiquiatra explica en su libro que, aunque resulte paradójico, «además de embotar las emociones, algunos antidepresivos, y en particular los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), provocan sentimientos de agitación o tensión, y, en muy raras ocasiones, estas sensaciones se manifiestan en impulsos suicidas«.
Pero es que, además, Moncrieff asegura que «los efectos de la abstinencia que provoca el consumo de antidepresivos pueden prolongarse y durar mucho tiempo después de que se hayan dejado de tomar. La dependencia se produce porque el cuerpo modifica su estructura y su actividad biológica en respuesta a la ingestión continuada de un fármaco.
Algunas nociones básicas que debemos saber sobre los antidepresivos, según la psiquiatra
Joanna Moncrieff concluye las interesantes reflexiones de su libro explicando que «la comunidad científica farmacéutica se ha dejado engatusar por la idea de que los antidepresivos son una fórmula milagrosa y ha olvidado que se trata de sustancias químicas extrañas que alteran nuestro estado biológico habitual y nuestra actividad mental con efectos potencialmente perjudiciales».
Y añade: «Sus graves consecuencias, como los síntomas de abstinencia prolongados y la disfunción sexual persistente, solo han empezado ahora a salir a la luz, y gracias a la valentía y la perseverancia de aquellas personas cuyas vidas han quedado trastornadas por estos fármacos. Sabemos que la principal razón por la que la gente se siente mejor cuando toma antidepresivos se debe al efecto placebo, es decir, gracias a la esperanza que los medicamentos proporcionan«.
La conclusión, pues, es que «no hay pruebas creíbles de que la depresión esté causada por una anomalía biológica. Por lo tanto, no hay justificación para la idea de que los antidepresivos actúen sobre una disfunción cerebral subyacente, sino que más bien atontan a las personas de manera sutil, de forma similar a otras sustancias psicotrópicas. En la mayoría de los casos, los antidepresivos son la solución equivocada para el problema equivocado. No solo es poco probable que ayuden, sino que pueden empeorar la situación».
