Publicado: octubre 29, 2025, 6:18 pm

Vivimos en la era de los hombres fuertes, como avanzó Gideon Rachman en su libro de obligada lectura. Una buena ilustración de estos tiempos marcados por hiperliderazgos políticos –sin restricciones nacionales o institucionales y con libertad absoluta para sus caprichos– es la cumbre entre … Donald Trump y Xi Jinping. Una cita en Corea del Sur marcada por las expectativas de llegar a un entendimiento comercial y restaurar un poco de estabilidad a la relación económica más importante del mundo.
Más allá de las buenas palabras y los gestos, lo más probable es que no se consiga mucho más que una tregua momentánea como reflejo de líderes que actúan al margen del consenso y las reglas forzando un mundo no sólo más impredecible sino mucho más peligroso. Las confrontaciones violentas se multiplican mientras los parámetros básicos del orden creado a partir de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial se ignoran con un enorme coste para todos, empezando por las relaciones comerciales como parte de un sistema multilateral que desde Bretton Woods aspiraba a reducir al máximo tanto los aranceles como el proteccionismo.
Donald Trump y Xi Jinping, aunque lideran naciones muy diferentes, tienen algo tan inquietante como trascendental en común: intentan amoldar sus respectivos sistemas políticos a su voluntad. Además Trump, en su notoria cleptomanía política, ha birlado a los comunistas chinos la obsesión por los muros, el proteccionismo, la corrupción rampante, el mangoneo de la economía, la obsesión por perpetuarse en el poder y hasta la revolución cultural.
Sin embargo, la inspiradora China tiene todas las de ganar en el pulso comercial planteado por la Casa Blanca. Además de ir mucho más allá de lo que soñó Mao, Xi Jinping lleva años preparándose para superar esta confrontación apalancado en el logro de haber conseguido desasociar el crecimiento económico y la libertad política. En lugar de rendirse como el resto del mundo y abrir sus mercados, utilizar menos subsidios o comprar más a Estados Unidos, ha optado por dominar el suministro de los productos que el mundo necesita.
