Publicado: agosto 23, 2025, 4:00 pm
En España, los ahogamientos infantiles son la segunda causa de muerte accidental en los niños, y más del 80 por ciento de los casos ocurren en entornos no vigilados, como piscinas privadas. Mantenernos alerta cuando un pequeño está en el agua o cerca de ella es básico para prevenir una desgracia.
Y es que en el caso de los niños, el ahogamiento sucede de una manera mucho más rápida: en menos de 30 segundos, los pequeños pueden hundirse y fallecer. De ahí que la prevención en primer lugar, y una actuación inmediata después sean clave. En este sentido, la doctora Berta Rodríguez Bayés explica en un vídeo de Quironsalud cómo debemos actuar si tenemos menores alrededor en un entorno en el que puedan producirse accidentes en el agua.
Los ahogamientos en niños, un problema que se puede evitar
Con las vacaciones, se multiplican los momentos de disfrute en familia, pero también el riesgo de accidentes relacionados con los baños, tanto en el mar como en la piscina. Por eso, la doctora Rodríguez Bayés comparte una serie de consejos para prevenir la posibilidad de ahogamiento en los niños, algo que con las precauciones correctas no debería suceder.
Antes de explicar cuáles son los pasos a seguir ante un ahogamiento, la experta advierte de un hecho que es diferencial en el caso de los más pequeños: «Los niños cuando se ahogan no hacen ruido, sino que se hunden en silencio. A diferencia de los adultos, que pueden tardar uno o dos minutos en ahogarse, los niños solo necesitan 30 segundos para perder la vida».
Para no arriesgar, la pediatra nos invita a tener en cuenta la regla 10/20, que consiste en «mantener vigilado al niño cada 10 segundos, y asegurarnos de que podemos acceder a él en menos de 20 segundos en caso de emergencia». Además, enseñarles a nadar desde edades tempranas también nos ayudará a no correr riesgos innecesarios, además de cerrar el acceso a las piscinas».
Cómo actuar ante el ahogamiento de un niño
Los ahogamientos en menores ocurren en segundos y en silencio, porque los niños se van hundiendo poco a poco y no hacen ningún aspaviento que nos alerte. Como además el tiempo de reacción es mucho más breve, la doctora sugiere «no dejar nunca a los niños solos cerca del agua, ni un segundo».
En caso de que nos haya sucedido, y para poder abordar el problema a tiempo (recordad, ¡30 segundos solo!) «mantener la cabeza fría puede marcar la diferencia; lo más importante es mantener la calma. A continuación, llamar al teléfono de emergencias 112 y echar un vistazo rápido por si hubiera cerca un profesional de salvamento acuático» que pueda hacerse cargo de la situación.
Si optamos por actuar nosotros mismos, la pediatra recomienda ir al rescate «siempre con alguna herramienta de flotación. Al socorrer, es vital mantener la vía aérea fuera del agua. Ya apartado del agua, debemos colocar al niño boca arriba sobre una superficie dura y valorar la situación mientras llegan los refuerzos».
El peligro no finaliza cuando lo hemos sacado del agua
Aunque ya hayamos conseguido sacar al pequeño del agua, los instantes siguientes son fundamentales, puesto que el peligro no ha terminado, ni siquiera aunque el pequeño parezca estar bien.
En el caso de que en los minutos posteriores al salvamento «observemos que al accidentado le cuesta respirar, aparece una tos inesperada o no se encuentra bien, tiene ‘mal cuerpo’, es importante acudir a urgencias cuanto antes. No nos confiemos, puesto que estas consecuencias pueden darse incluso aunque el niño haya abandonado el agua por sí mismo, y esté consciente».