Publicado: agosto 20, 2025, 7:46 pm

Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca el pasado enero, tanto Ucrania como sus socios europeos le han advertido de que Vladímir Putin embarra cualquier esfuerzo diplomático para acabar con la guerra para seguir ganando ventaja en el frente ante un Ejército … ucraniano desgastado por la guerra. Ahora que el presidente de EE.UU. ha puesto toda la carne en el asador para alcanzar la paz -una cumbre con Putin en Alaska, otra con Volodímir Zelenski y los líderes europeos en la Casa Blanca, impulso de una cumbre inédita entre los presidentes de Rusia y Ucrania-, está por ver hasta dónde aguanta la paciencia del multimillonario neoyorquino. Porque, por ahora, todo indica que Putin juega a lo mismo: gana posiciones en la línea de combate mientras mete palos en la rueda de la celebración de esa cumbre.
En las últimas semanas, Rusia ha intensificado los bombardeos contra Ucrania a los niveles más altos registrados desde el comienzo de la guerra. Y, poco a poco, sigue ganando territorio invadido a su país vecino mientras las perspectivas de paz no se clarifican. Este mismo miércoles, el Gobierno de Rusia informó de que su Ejército ha tomado el control de otras tres localidades ucranianas en las provincias de Donetsk y Dnipropetrovsk. La primera de ellas está en el centro de las discusiones sobre cesiones territoriales de Ucrania a Rusia. En la reciente cumbre en Alaska, Putin propuso a Trump quedarse con el control total de Donetsk, que el Ejército ruso controla al 70%, y de Lugansk, que ha invadido casi por completo.
Zelenski también denunció nuevos ataques masivos aéreos a varias regiones del país por parte de Rusia, incluido el lanzamiento de una quincena de drones contra la ciudad de Ojtirka, en la provincia de Sumy.
«Todos estos ataques demuestran y confirman la necesidad de presionar a Moscú y de imponer nuevas sanciones y aranceles hasta que la diplomacia funcione plenamente», defendió Zelenski, recién llegado de la Casa Blanca.
Trump quería rapidez
En esa cita con Trump, Zelenski y los europeos hicieron énfasis en la necesidad de avanzar con celeridad hacia el fin de las hostilidades. El propio presidente de EE.UU. también insistió en alcanzar un acuerdo de paz «rápido». Incluso el canciller alemán, Friedrich Merz, confió a los periodistas que Trump quería que la cumbre entre Putin y Zelenski se celebrara «en un plazo de dos semanas».
Las intenciones de Rusia apuntan hacia otro lado. Frente a un Trump que el mismo lunes dijo que ya había comenzado «los preparativos» para esa cita, Rusia se ha dedicado a enfriar las expectativas. Ayer, su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, insistió en que cualquier conversación directa debe realizarse «con la mayor cautela» y a la cumbre debe llegarse «paso a paso» a través de un proceso con conversaciones preliminares a nivel inferior.
Lavrov complicó más el camino hacia una cumbre rápida: abogó por incluir a China, lo que añadiría más complejidad y preparativos a la cita. El jefe de la diplomacia rusa también despreció las conversaciones mantenidas esta semana entre EE.UU., Ucrania y los europeos sobre garantías de seguridad, como otro elemento que puede descarrilar la cumbre: «La discusión de garantías de seguridad sin la participación de Rusia es un camino a ningún lado», dijo.
Desde el comienzo de la guerra, Putin ha dejado claro su falta de interés por negociar con Zelenski, del que ha llegado a decir que es un líder «ilegítimo» y al que nunca llama por su nombre.
Esta semana, una reportera preguntó a la portavoz de Trump, Karoline Leavitt, cuánto está el presidente de EE.UU. dispuesto a esperar a que Putin acepte celebrar la cumbre. Leavitt evadió la pregunta y se limitó a decir que Trump quiere que acabe la guerra «lo antes posible».
Los europeos y Zelenski llevan meses defendiendo que la única manera de llevar a Putin a la negociación es la «presión», las sanciones. Trump ha evitado ese paso para salvaguardar la relación y la sintonía con su homólogo ruso. Sus advertencias de «consecuencias severas» si Putin no avanza hacia la negociación son, de momento, solo advertencias y Rusia está aprovechando la paciencia de Trump.