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Sin avances claros, pero sin ruptura: las cinco claves de una cumbre que da aire a Zelenski

Publicado: agosto 19, 2025, 6:15 am

«No se han tomado decisiones inaceptables». Volodímir Zelenski pronunciaba este lunes estas palabras con satisfacción contenida tras la cumbre sobre la guerra en su país, Ucrania, celebrada en la Casa Blanca, tras horas de reuniones con Donald Trump y los líderes europeos.

El presidente ucraniano se jugaba mucho -un alejamiento de su homólogo estadounidense de la órbita de sus socios tradicionales, incluso una ruptura- y salió de Washington con una victoria limitada: sin grandes avances en sus objetivos, pero sin tener que aceptar -de momento- concesiones a Rusia hasta ahora inasumibles y sin que se rompiera la cada vez más frágil unidad trasatlántica en el apoyo a la causa ucraniana. Estas son las cinco claves que marcaron una cita histórica.

Nada saltó por los aires

El potencial explosivo de la cita en la Casa Blanca era innegable, por los antecedentes y por lo que estaba en juego. La última vez que Zelenski pasó por el Despacho Oval sufrió una encerrona memorable, fue abroncado por Trump y por su vicepresidente, JD Vance, y salió de la Casa Blanca escaldado, en un episodio impensable que puso en duda las alianzas internacionales de EE.UU.

Este lunes llegaba en medio de un realineamiento de Trump hacia las posiciones de Vladímir Putin sobre qué puede posibilitar el fin de la guerra: grandes concesiones territoriales de Ucrania. Y con una creciente falta de paciencia de Trump con una guerra que prometió acabar «en 24 horas» y en cuya resolución él ve una puerta abierta al Nobel de la Paz.

El camino más rápido a la paz, entiende el multimillonario neoyorquino, son las cesiones de Zelenski. Pero las presiones quedaron solo de puertas para adentro y no se rompió nada. Al contrario, los dos presidentes se esforzaron en evitar el conflicto en sus comparecencias ante la prensa. Mucho tuvo que ver en ello la presencia de los líderes europeos. Acudieron la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen; el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y los presidentes o jefes de Gobierno de Francia -Emmanuel Macron-, Reino Unido -Keir Starmer-, Alemania -Friedrich Merz-, Italia -Giorgia Meloni- y Finlandia -Alexander Stubb-.

Los europeos se apresuraron a viajar a Washington después del evidente oscilamiento de Trump hacia las posiciones de Putin tras la cumbre con el presidente ruso del pasado viernes en Alaska. Su presencia en la Casa Blanca fue histórica -no se recuerda una cumbre de ese tipo, lo que alimentó el ego de Trump- y amortiguó la visita de Zelenski. La unidad del bloque trasatlántico en el apoyo a Ucrania se salvó.

Pocos resultados, mucha vaguedad

La cumbre en la Casa Blanca se extendió durante varias horas y tuvo varios formatos: una reunión previa de Zelenski con los europeos, un encuentro entre el ucraniano y Trump en el Despacho Oval, una mesa redonda de todos los presentes en otra sala de la Casa Blanca, una llamada del presidente estadounidense a Putin y una nueva reunión de todos los presentes en Washington de nuevo en el Despacho Oval. Hubo muchas alusiones optimistas sobre el impacto del encuentro en un eventual final para la guerra y Trump celebró la jornada. «Todo el mundo está contento sobre la posibilidad de paz para Rusia y Ucrania», escribió al final del día en su red social. «Este ha sido un muy buen paso previo», añadió.

El mantenimiento de una imagen de unidad sobre el apoyo a Ucrania y la ausencia de rupturas evidentes no evita que los logros tangibles brillaran por su ausencia. Buena parte de las discusiones entre los participantes se dedicaron a las eventuales garantías de seguridad con las que se dotará a Ucrania tras el fin de la guerra, para imposibilitar una nueva agresión rusa. Se pusieron muchas ideas sobre la mesa: la presencia de tropas europeas en Ucrania -podrían ser ‘fuerzas de paz’-, rearme de Ucrania, refuerzo de defensas aéreas, monitoreo del cese de las hostilidades.

Según Trump, esas garantías de seguridad serían «proporcionadas por diferentes países europeos», y EE.UU. tendría un papel de «coordinación». Pero el presidente norteamericano también dijo delante de Zelenski que la primera potencia mundial se «implicará» y que ayudará mucho a Ucrania. Incluso, de forma sorprendente, no descartó la presencia de soldados de su país en el terreno.

Pese a las discusiones, nada está sentado de momento al respecto. Lo dejó claro el secretario general de la OTAN: «Lo que significará la implicación de EE.UU. será algo que discutiremos los próximos días».

Tampoco hubo claridad sobre un elemento central en la negociación de cualquier acuerdo con Rusia: qué cesiones territoriales hará Ucrania. Trump evitó hablar de ello en su comparecencia con Zelenski en el Despacho Oval, para esquivar problemas. El líder europeo siempre ha insistido en que eso es algo que la Constitución de su país no permite y que, en cualquier caso, correspondería a una negociación directa con Moscú.

De puertas adentro, Trump y Zelenski hablaron sobre las cesiones territoriales delante de un mapa de Ucrania, con los territorios controlados por Rusia, casi una quinta parte del país. Zelenski, según ‘The Wall Street Journal’, le dijo que podría considerar «cesiones proporcionales», pero esa discusión está muy poco avanzada. Durante el fin de semana, el mandatario estadounidense comunicó a Zelenski y a los europeos las exigencias de Putin: quedarse con todo el Dombás -incluidas las zonas de Donetsk y Luhansk que no controla- a cambio de no mover las líneas del frente en el resto del país.

Lo esencial del tablero

La buena noticia para Zelenski de esta cita con Trump y los aliados europeos es que el tablero no se ha roto. Pero su visita en Washington tampoco ha cambiado las piezas, y la partida avanza en su contra. Mientras los mandatarios se enfrascaban en reuniones y negociaciones, el Ejército ruso seguía atacando posiciones ucranianas, dentro de una ofensiva que ha mejorado la mano de Putin para las negociaciones.

Esa dinámica seguirá en el futuro inmediato, después de que Trump diera un giro el pasado fin de semana, tras la cumbre con el presidente ruso, y rechazara la búsqueda de un alto el fuego, la que hasta ahora había sido la prioridad en las negociaciones acordada por EE.UU., Ucrania y los europeos.

Las discusiones en Washington sirven para mantener en pie la unidad de ese bloque, pero cualquier avance real sigue dependiendo de tres elementos: las cesiones que pueda aceptar Zelenski, las presiones que quiera imponer Trump para forzar un acuerdo y la voluntad de Putin de prolongar la guerra.

«Este señor quiere acabar con la guerra», dijo Trump en el Oval, mirando a Zelenski. «Putin quiere acabar con la guerra, todo el mundo quiere acabar con la guerra», insistió con optimismo. Sin embargo, algunos europeos, como Macron, no ocultaron su pesimismo.

«No estoy convencido de que el presidente Putin también quiera la paz. Su objetivo es ganar el máximo territorio posible para debilitar a Ucrania». Y mientras las conversaciones se alargan, «las bombas siguen cayendo en Ucrania», añadió el francés.

Del traje a los halagos: una coreografía de seducción hacia Trump

El éxito para Ucrania y los europeos era conseguir una cumbre que se viera como una respuesta a la de Alaska entre Trump y Putin, donde el multimillonario neoyorquino agasajó a un dictador convertido en un paria para Occidente desde que ejecutó la invasión de Ucrania en febrero de 2022. Para ello, tanto Zelenski como sus aliados occidentales utilizaron todas las estrategias de seducción posibles: desde el cambio de atuendo del líder de Kiev respecto a la visita que saltó por los aires el pasado febrero -pasó de la camiseta militar, que Trump consideró una falta de respeto, a una chaqueta oscura- hasta los halagos edulcorados de los europeos, representados por líderes de peso hacia los que el presidente de EE.UU. siente afinidad: de Macron a Meloni, la más cercana en lo ideológico.

Los europeos también intentaron tocar teclas sensibles para apoyar la causa ucraniana ante Trump. Por ejemplo, sobre las cesiones territoriales, Merz le planteó la comparación si eso ocurriera en EE.UU.: sería como entregar el estado de Florida, donde el presidente tiene su residencia. El finlandés Stubb trató de hacer entender al norteramericano la importancia de no entregar Sloviansk y Kramatorsk, las dos ciudades de Donetsk donde resisten los ucranianos y que Zelenski no quiere entregar. Son un bastión contra los hunos», le dijo.

Sin alto el fuego, pero con la posibilidad de una cumbre Zelenski-Putin

La semana pasada, la posición que Zelenski y los europeos trataron de coordinar con Trump era la de forzar a Putin a un alto el fuego con el refuerzo de la presión hacia el presidente ruso. Eso se disolvió en la cumbre de Alaska y no resucitó este lunes en Washington. En ocasiones, los europeos, como Merz o Macron, hacían referencias a la necesidad de parar las hostilidades y Trump respondía asintiendo, pero sin después referirse a ello.

Lo que sí se vislumbró en la Casa Blanca es el siguiente paso para avanzar hacia la paz: negociaciones directas entre Putin y Zelenski. Fue algo que surgió de la llamada telefónica que Trump mantuvo con su homólogo ruso. Como en muchos otros aspectos de la cumbre, las referencias al respecto fueron vagas.

La idea es que primero haya un encuentro bilateral entre Zelenski y Putin. Y, si va bien, una trilateral con la inclusión de Trump. No hay fecha ni localización. Trump y Rutte dijeron que se trabajará al respecto. Zelenski defendió que está dispuesto a cualquier formato que incluya contactos directos con el agresor. Merz llegó a decir que se celebrará «en un plazo de dos semanas». Para bajar el suflé, el Kremlin ni lo confirmó ni lo desmintió.

Su celebración será la gran prueba que determinará la posibilidad de que haya un acuerdo de paz. En el camino, más y más negociaciones que acabarán por establecer con qué mano acudirá cada bando a la cita.

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