La izquierda fía su victoria en Canadá a la ola de patriotismo - Chile
Registro  /  Login

Otro sitio más de Gerente.com


La izquierda fía su victoria en Canadá a la ola de patriotismo

Publicado: abril 28, 2025, 2:50 am

Antes de que Mark Carney suba al escenario, el himno «O Canada» suena en un pabellón abarrotado de Mississauga, en la provincia de Ontario. No es lo habitual. Canadá, un país que se precia de su multiculturalismo y de su extrema cortesía, casi flemática, herencia de su pertenencia a la Corona británica, no acostumbra a las muestras ruidosas de patriotismo en campaña electoral. Pero estos no son tiempos normales.

Cuando Carney aparece, los abucheos no tardan en llegar. No van dirigidos contra su principal contrincante conservador, Pierre Poilievre, sino contra el presidente de Estados Unidos. Carney lo sabe y, con cálculo de economista, deja caer el apellido «Trump» una o dos veces, lo suficiente para galvanizar a la multitud. Las barras y estrellas, que durante décadas fueron saludadas con afecto sincero en este país vecino y abierto, hoy son recibidas con resoplidos y desdén.

«Hay que mirar al futuro, hay que pasar página», dice al margen del mitin Alex Rowland, 45 años, profesor de primaria y votante en Ontario, donde se encuentra la capital federal y que es una provincia clave en las elecciones. «Los primeros cuatro años de Trump ya nos enseñaron que viene con aranceles, pero ahora es peor. Bueno, veamos cómo les va a los amigos americanos sin nosotros».

Carney, consciente de ese malestar profundo, ha hecho de la defensa de la soberanía canadiense frente a Trump el centro de su campaña. Lo dejó claro también en Windsor, en su último mitin en Ontario antes de las elecciones. Con el puente Ambassador de fondo –el principal paso comercial entre Canadá y Estados Unidos–, Carney apeló a la fibra más sensible de los votantes: «Ganaremos esta guerra comercial y construiremos la economía más fuerte para todos», prometió ante cerca de mil personas.

«Trump quiere rompernos para poder adueñarse de nosotros», advirtió, mezclando referencias orgullosas al hockey –deporte nacional– y a la necesidad de un «mandato fuerte y positivo» para resistir la presión del vecino del sur.

Los apuros de Poilievre

Mientras Carney recorre las provincias decisivas, su adversario, el conservador Pierre Poilievre, multiplica mítines en Ontario, intentando frenar la ola patriótica que en las últimas semanas ha revivido a un Partido Liberal que parecía condenado. En un giro inesperado, es la izquierda la que abandera el discurso de identidad nacional.

Para Margaret Simmons, 65 años, jubilada de Ottawa, el fenómeno tiene explicación: «El patriotismo canadiense es distinto al americano. Somos multiculturales, ser canadiense es ser abierto de mente, eso siempre nos ha distinguido de los estadounidenses». Poilievre, un populista que ha hecho suya parte de la retórica republicana de Trump, se percibe como un cuerpo extraño en esa identidad. «No tengo nada personal contra él», aclara Simmons, «pero ahora mismo lo urgente es parar a Trump».

Y parar a Trump supone, para estos votantes que parecen dispuestos a revalidar al primer ministro en funciones, mantener al Partido Liberal en el poder, aun a pesar de que ese fue el partido que, durante la primera presidencia de Trump, buscó la vía del entendimiento. Su anterior líder, Justin Trudeau, llegó a realizar el peregrinaje político a Mar-a-Lago y, en más de una ocasión, fue percibido como alguien que se acomodaba, incluso postrándose ante la Casa Blanca, en un gesto que muchos canadienses vivieron como una humillación nacional.

El «estado número 51»

De su último encuentro con Trump, en Mar-a-Lago, Trudeau salió entre burlas. El entonces nuevo inquilino de la Casa Blanca lo llamó irónicamente «gobernador» del que sería el estado número 51 de la Unión. Aquel viaje, sumado a otros escándalos y a un creciente hastío entre sus propias bases, marcó el inicio de su derrumbe político y, finalmente, de su retirada.

En su intervención en Windsor, Carney insistió una y otra vez en la necesidad de obtener «un mandato fuerte y positivo» en las urnas. No se limitó a pedir el voto para resistir a Trump, sino que intentó proyectar una imagen de ambición nacional: «Imaginad lo que podríamos lograr con un mandato fuerte en estas elecciones», arengó ante el público, apelando no solo a la defensa frente a la presión estadounidense, sino también a la construcción de «la economía más fuerte que funcione para todos». De fondo, la oferta de este banquero e inversor incluye lazos más fuertes, económicos y militares, con Europa.

Hay una frase ya emblemática, hasta repetitiva, de Carney que resuena entre estos votantes a los que se les ve bastante convencidos, incluso ante una figura de carisma entre escaso e inexistente: «La relación que conocíamos con Estados Unidos está acabada».

El primer ministro en funciones lleva repitiendo esa idea desde finales de marzo, cuando el propio Trump, en una llamada telefónica con él, se refirió a Canadá como el «Estado 51». Aunque Carney insiste en que Trump le trató «como primer ministro de una nación soberana», aquella conversación –y los comentarios posteriores desde la Casa Blanca– sellaron simbólicamente para él el fin de una era.

«Se acabó», dice el primer ministro. «¡Sí! Se acabó!», le responden en la multitud. Para Carney, y para muchos canadienses, ahora se trata de reafirmar una independencia que durante décadas se dio por sentada.

El eslogan es una copia de un lema de Trump, «Drill baby drill» («Perfora, baby, perfora»), que popularizaron los republicanos para defender la necesidad de explotar más petróleo y gas. Hasta en eso Carney se vale de Trump: lo invoca, se le enfrenta, le toma el lenguaje prestado y lo convierte en el adversario que da sentido a toda su campaña, a su mandato y a la nueva etapa incierta que este lunes comienza en Canadá.

Related Articles