Publicado: febrero 27, 2025, 9:19 pm
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Keir Starmer ha aterrizado este jueves en la Casa Blanca con una estrategia clara: conquistar a Donald Trump con halagos y gestos de deferencia. La nueva táctica de los aliados tradicionales de Estados Unidos ante el regreso de Trump al poder parece ser … la diplomacia de la adulación sin reservas. Desde el Despacho Oval, el primer ministro británico ha elogiado «el compromiso profundo y personal» del presidente estadounidense con un acuerdo de paz que, según él, representa «una gran oportunidad» para Ucrania.
El lunes, el francés Emmanuel Macronhizo lo propio. Y han conseguido un cambio. En una semana, Trump ha pasado de llamar a Zelenski «dictador» a ensalzarlo este jueves como «un gran luchador», fingiendo no haberle criticado antes.
Como muestra de buena voluntad, Starmer ha llegado a Washington con un regalo simbólico pero cargado de significado: una invitación excepcional del rey Carlos III para que Trump realice una segunda visita de Estado al Reino Unido. Es solo la segunda vez en la historia que un presidente de Estados Unidos recibe un honor semejante, un gesto que busca reforzar la relación especial entre ambas naciones tras una temporada de duras críticas por parte de Trump.
Trump ha asegurado en la rueda de prensa conjunta que confía en que la paz en Ucrania sea duradera y esté respaldada por garantías sólidas. En un giro a su argumentación, el presidente de Estados Unidos ha vinculado la estabilidad en la región con la explotación de los recursos naturales ucranianos. Según explicó, el acuerdo permitirá que trabajadores estadounidenses operen en las minas del país, lo que, en su opinión, servirá como una disuasión directa contra cualquier agresión futura.
«Será fantástico para Ucrania. Vamos a estar en el terreno, excavando. Cavaremos, cavaremos y seguiremos cavando», afirmó Trump sobre el acuerdo para la explotación de minerales, que permitirá a Estados Unidos y Ucrania desarrollar conjuntamente los recursos minerales del país. «Los contribuyentes estadounidenses serán, en efecto, reembolsados por el dinero que donemos y los cientos de miles de millones de dólares que se han destinado ya a ayudar a Ucrania a defenderse», añadió.
«Será fantástico para Ucrania. Vamos a estar en el terreno, excavando. Cavaremos, cavaremos y seguiremos cavando»
Donald Trump
En la rueda de prensa junto a Starmer
Starmer ha dejado claro que el Reino Unido está totalmente comprometido con la estabilidad en Ucrania, pero advirtió que el acuerdo no puede dejar a Rusia en una posición fortalecida. «Tenemos que ganar la paz», subrayó, insistiendo en que no puede haber un acuerdo que «recompense al agresor». El primer ministro británico reiteró que «el Reino Unido está completamente alineado» con la estrategia de apoyo a Kiev, reforzando su compromiso con la seguridad europea.
Trump, por su parte, insistió en que los socios europeos deben incrementar su gasto en defensa, aunque reconoció que Reino Unido está bien posicionado, con una inversión por encima del 2 % del PIB comprometido por la OTAN. La que menos gasta del bloque es España, con solo un 1,29 %. «Los socios de la OTAN deberían gastar más, el 4 % o el 5 % en defensa», dijo Trump.
Macron ya intentó ganarse a Trump alabando su compromiso con la paz en Ucrania y, a la vez, defendiendo a los ucranianos, instando al presidente estadounidense a distanciarse más de Rusia. Eso abrió la puerta a la negociación del acuerdo entre Estados Unidos y Ucrania para explotar recursos naturales y crear un fondo de recuperación.
En un gesto de deferencia adicional, Starmer incluso agradeció a Trump haber reinstalado el busto de Winston Churchill en el Despacho Oval. La escultura, obra de Jacob Epstein, fue entregada a Lyndon Johnson en 1965 y ha sido objeto de idas y venidas según el inquilino de la Casa Blanca. En 2001, Reino Unido prestó una segunda copia a George W. Bush, pero Barack Obama la retiró en 2009, lo que algunos interpretaron como un desaire a Londres. Boris Johnson llegó a insinuar que la decisión se debía a la ascendencia keniana de Obama y su supuesta aversión al pasado colonial británico, algo que la Casa Blanca negó.
En 2017, Trump devolvió el busto al Despacho Oval con gran entusiasmo, tras ser entregado personalmente por Theresa May. Sin embargo, Joe Biden lo volvió a retirar en 2021. Ahora, con el regreso de Trump al poder en 2025, la escultura ha sido reinstalada una vez más. «Está en su justo lugar», declaró Starmer.