Publicado: febrero 23, 2025, 6:45 am
Este domingo Alemania afronta unas elecciones en las que de cumplirse las encuestas, los conservadores de la CDU, con Friedrich Merz como líder, serán los más votados con en torno a un 30% del sufragio. Por detrás, como segunda fuerza en el Bundestag, se situaría la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD), y su líder, Alice Weidel, que conseguiría duplicar los resultados de las últimas elecciones -cuando consiguió un 10,4% del voto- situándose por encima del 20%. Por su parte, el partido que se alzó como el más votado en 2021, el SPD, pasaría al tercer puesto.
Según las últimas previsiones de voto realizadas por la plataforma de investigación YouGov, «se aprecia una gran división regional», con una clara fractura entre este y oeste. Esa segmentación se observa en el siguiente mapa, en el que la AfD sería la formación más votada en 48 distritos electorales, todos ellos ubicados en la ex Alemania del Este. Por su parte, la CDU sería líder en 174 distritos electorales, y el SPD en 25; los Verdes contarían con posibilidades en tres y la izquierda (Die Linke) en dos.
Las encuestas confirman un fenómeno que lleva observándose desde hace años, con un ascenso prominente de la AfD principalmente en los estados del este, lo que refleja la persistente desconfianza y el malestar de una parte significativa de la población de la ex RDA hacia los partidos tradicionales. Aunque el resto del país también muestra señales de apoyo a partidos como la AfD, es en la antigua Alemania comunista donde el impacto de este auge es más pronunciado. De hecho, el pasado septiembre la formación consiguió una victoria histórica en Turingia, lo que supuso que por primera vez un partido de extrema derecha fuera la fuerza más votada en un estado alemán desde la Segunda Guerra Mundial. El líder regional de la AfD, Björn Höcke, declaró en ese momento: «Este país necesita un cambio, y solo AfD puede traerlo».
Según los analistas, las razones para el avance de la ultraderecha en la antigua Alemania comunista son varias, desde el impacto de la reunificación hasta el descontento con las políticas de integración y modernización. No en vano, el 56% de los alemanes señala a la inmigración como uno de los tres problemas más importantes del país y el 35% asegura que es el problema más importante que los políticos deberían abordar.