Camavinga mueve el balón con la claridad de Kroos, recupera como Tchouaméni, barre el campo con el despliegue físico de Casemiro, filtra pases con la lucidez de Ceballos y tiene el aura sobre el césped de Redondo. Además comete muy pocos errores en cada una de estas facetas. Pero, por algún extraño motivo, todavía no tiene la bendición unánime de todo el madridismo. No termina de consolidarse como indiscutible como otros han hecho tal vez con menos méritos. Hay quien no se lo termina de creer del todo. Tal vez sea por su versatilidad, que hace que se le vea más como una pieza intercambiable que como un fijo en el once. O tal vez se deba a esa absurda… Ver Más