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Satélites kamikaze, espía y 'soft-kill': así son las nuevas armas de destrucción que orbitan un espacio cada vez más militarizado

Publicado: diciembre 7, 2025, 3:30 am

El espacio ultraterrestre ha dejado de ser un lugar pacífico de colaboración científica entre naciones para convertirse en un nuevo campo de batalla en el que las potencias mundiales intentan posicionarse frente al adversario. Lo recalcó este martes el jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire y del Espacio (JEMA), Francisco Braco Carbó, quien aseguró que el espacio «se ha militarizado» en muy poco tiempo y que actualmente «ya hay armas» navegando sobre nuestras cabezas, en referencia a los cientos de satélites militares que orbitan alrededor de la Tierra.

Según datos de la organización científica norteamericana UCS (Union of Concerned Scientists), Estados Unidos era en 2023 el país con más satélites con capacidad militar en el espacio (247), seguido de China (157) y Rusia (110). Por detrás, y a mucha distancia, se situaron Francia (17), Israel (12), Italia (10), India (9), Alemania (8), Reino Unido (6) y España (4). Cabe recordar que esos datos son estimaciones porque no existen datos oficiales y que en el último año ha habido numerosos lanzamientos, entre ellos el del satélite español SpainSat NG II, que despegó el pasado 24 de octubre desde Cabo Cañaveral (EEUU).

En todo caso, Europa va a la zaga en esta carrera armamentística y es por ello que recientemente Alemania anunció una inversión de 35.000 millones de euros hasta 2030 para reforzar sus capacidades espaciales de defensa. «Nuestro talón de Aquiles está en el espacio», dijo el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, quien advirtió que Rusia y China «han aumentado rápidamente sus capacidades de guerra espacial».

La mayoría de esas ‘armas’ que ya existen en el espacio son satélites que combinan un doble uso militar y civil, como pueden ser aquellos enfocados a asegurar comunicaciones, sistemas de navegación o de carácter meteorológico, pero también los hay con evidentes capacidades ofensivas y contraofensivas. Estas son las ‘armas espaciales’ que hay actualmente en órbita:

Satélites kamikaze

Son los llamados ASAT (anti satellite activities) y los hay fundamentalmente de dos tipos: los diseñados para impactar directamente contra un objetivo (cinéticos) y los que incorporan cargas explosivas para neutralizarlo. En ambos casos, están diseñados para destruirse tras anular el objetivo enemigo.

«Un ASAT coorbital puede dañar o destruir su objetivo mediante una colisión directa o la detonación en las proximidades para crear fragmentos de metralla que colisionarían con el objetivo», señala un informe del Instituto de Investigación sobre Desarme de Naciones Unidas (UNIDIR). «Los ASAT coorbitales pueden emplear diversos medios o métodos que incluyen, entre otros, la fragmentación explosiva, brazos robóticos, los arpones, las redes, los pulverizadores químicos o los adhesivos para dañar o inutilizar el objetivo», añade.

Advierte además que «el uso de estas tecnologías produce desechos espaciales, que pueden ser peligrosos también para otros objetos espaciales, y podrían permanecer en órbita durante semanas, meses o incluso años».

EEUU fue el primer país en desarrollar armas ASAT después de que la Unión Soviética pusiera en órbita el primer satélite artificial de la historia, el Sputnik-1, un hito que en 1957 atemorizó a EEUU en plena Guerra Fría y obligó a reaccionar al Pentágono. La URSS no tardó en desarrollarlos y en los últimos años se han sumado a esa carrera países como China o la India. Las potencias también han desarrollado armas ASAT terrestres, capaces de dañar satélites desde la Tierra.

Para hacer frente a las crecientes amenazas ASAT, Europa está trabajando en los proyectos Naucrates y Bodyguard, el primero de ellos cerca de ser lanzado al espacio. «Son la respuesta europea a las crecientes amenazas en el espacio. Nosotros llevamos dos años trabajando en el programa Naucrates, haciendo la telemetría y control. Está financiado por el Fondo Europeo de Defensa y es un satélite que va a actuar como policía espacial. Está diseñado para observar desde las órbitas más lejanas y, si la cosa se pone fea, tiene capacidad para actuar, tanto físicamente como mediante radiofrecuencia», explica Álvaro Sánchez, CEO de Integrasys, empresa española especializada en software para Defensa.

Satélites con capacidades cibernéticas o electromagnéticas

Utilizan sus sistemas de comunicación o el espectro electromagnético para dañar, degradar o interferir en otros satélites o sistemas de comunicación, lo que militarmente se conoce como soft-kill. «Pueden utilizarse para atacar satélites, así como estaciones terrestres o incluso componentes de usuario final, como módems, con el objetivo de interferir en los servicios (como la cobertura de internet), interceptar información o insertar datos falsos o corruptos en un sistema», dice el Instituto de la ONU, subrayando que estas capacidades «pueden ser difíciles de predecir, detectar y atribuir».

Hay satélites con capacidad inhibidora para generar ruido en la misma banda de radiofrecuencia que un sistema espacial con el fin de bloquear o interferir la señal que viaja del satélite a la Tierra o viceversa (jamming). También los hay con capacidad de suplantación de identidad (spoofing) «para engañar al sistema haciéndole creer una señal falsa, permitiéndole así insertar datos falsos o comandos falsos que pueden interrumpir las operaciones o hacer que cualquiera de los componentes de un sistema espacial actúe de forma distinta a la prevista».

«Los satélites LUCH rusos de observación y escucha son a día de hoy los más agresivos. Realizan maniobras de acercamiento en las que se aproximan mucho a los satélites occidentales. Lo que hacen es perturbar de forma activa a satélites europeos», afirma el CEO de Integrasys.

Equipados para atacar a distancia

Algunos satélites ASAT de última generación incorporan tecnologías que tienen efectos físicos sobre otros objetos orbitales sin llegar a impactar con ellos, como ocurre con los considerados kamikaze. Es decir, pueden dañar o incluso destruir otros satélites a distancia y continuar siendo operativos.

Los hay equipados con láseres, microondas de alta potencia (HPM) o pulsos electromagnéticos (EMP): «Estas tecnologías pueden cegar o deslumbrar a los sensores o causar daños en los circuitos eléctricos y procesadores de un satélite. Los actos hostiles físicos no cinéticos operan a la velocidad de la luz y, en algunos casos, pueden ser menos visibles para terceros observadores y más difíciles de atribuir. Estos actos pueden ser reversibles o irreversibles».

«Básicamente funcionan como los últimos contradrones. Son amenazas de energía dirigida que generan un láser o microondas de alta potencia muy concentrada, que puede quemar o inutilizar microchips, convirtiendo un satélite en algo inerte, en basura espacial. Por ejemplo, el comando del espacio francés anunció en septiembre del año pasado que estaba desarrollando una constelación de energía dirigida por láser», dice Sánchez.

Drones espaciales

Suena todavía a ciencia ficción, pero EEUU está desarrollando el dron espacial X37B, que puede ser puesto en órbita con un cohete y regresar a la Tierra de forma semiautónoma. La capacidad de estos drones sigue en desarrollo de forma ultrasecreta y se especula con que pueda ser utilizado para defender o atacar satélites, incluso incorporándolos en objetos orbitales para que no sea necesario lanzarlos desde la Tierra.

Satélites espía

Su misión es obtener información de objetivos enemigos en la Tierra, ya sean instalaciones militares, infraestructuras críticas, radares, movimientos de tropas, etc. Los hay ópticos, que fotografían la superficie terrestre en alta resolución; o por infrarrojos, capaces de capturar imágenes térmicas y de operar de noche. También hay satélites equipados con tecnología SAR (Synthetic Aperture Radar) para crear imágenes del planeta mediante barridos de radar que detectan las ondulaciones del terreno y dibujan el entorno incluso a través de masas de nubes.

El CEO de Integrasys también hace referencia a los que fotografían a otros satélites: «Es lo que se conoce como Non-Earth Imaging (NEI), es decir, que son satélites de observación activa, pero no de la Tierra».

Otro tipo de satélites espía son aquellos que captan comunicaciones enemigas, ya sean de radio o telefonía, o mediante inteligencia de señales (SIGINT) para captar comunicaciones electrónicas y de radar. «Son satélites llamados mirror (espejo) que se ponen al lado que de otro y se convierten en una oreja porque lo que hacen es escuchar todo lo que tú escuchas y transmitirlo a otra zona», dice Sánchez, quien asegura que Rusia y China también están avanzando mucho en el espionaje desde el espacio: «Están haciendo observaciones a diario de zonas sensibles en cualquier parte del mundo».

Satélites de navegación y comunicación

Los sistemas de navegación por satélite GPS (EEUU), Galileo (Europa), GLONASS (Rusia) y BeiDou (China) combinan el doble uso militar y civil, pero las potencias cuentan también con sistemas exclusivamente militares para proporcionar navegación segura en caso de que los anteriores sean inutilizados. Lo mismo ocurre con los satélites militares que proporcionan comunicaciones seguras.

Sistemas de alerta temprana

Son constelaciones satelitales con la misión de monitorizar la superficie terrestre para detectar lanzamientos de misiles balísticos y pruebas nucleares, así como otro tipo de explosiones o amenazas estratégicas antes de que alcancen un objetivo. Algunos ejemplos son el sistema SBIRS norteamericano o el Tundra ruso.

Se sitúan en la órbita Geoestacionaria (GEO), a unos 35.000 km de altura, sincronizados con la rotación de la Tierra para observar una región fija del planeta. También los hay en la órbita Molniya para monitorizar las regiones polares, ya que los situados en la órbita GEO son menos efectivos en latitudes altas.

Armas nucleares espaciales

Poco se sabe sobre estos proyectos, pero en febrero de 2024 EEUU advirtió que Rusia estaba intentando desarrollar un arma espacial nuclear para destruir satélites de forma masiva. Los destruiría al crear una ola de energía masiva, «paralizando potencialmente una amplia franja de satélites comerciales y militares de los que el mundo depende para hablar por teléfono móvil, pagar con tarjeta o navegar por internet», según indicaron fuentes de la inteligencia estadounidense a la CNN.

Este tipo de armamento se denomina EMP (electromagnetic pulse) y se basa en una descarga de energía electromagnética generada por una detonación nuclear a gran altitud. Según los informes, el arma todavía está en desarrollo y no se ha puesto en órbita.

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