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Qué es el síndrome de Williams que hace que la gente sea demasiado simpática

Publicado: julio 18, 2025, 4:00 am

El síndrome de Williams es un trastorno del desarrollo que tiene lugar en una de cada 8.000 personas. Como rasgos comunes de esta enfermedad están la hipercalcemia (afección en la que el nivel de calcio en la sangre es demasiado alto), una serie de rasgos faciales concretos, cierta discapacidad intelectual y un soplo cardiaco.

Al tratarse de una alteración genética, existen una serie de aspectos neurológicos alterados, así como un retraso en el desarrollo madurativo. Pero si hay algo que tienen todos los pacientes en común es que son personas amigables, desinhibidas, gregarias y especialmente simpáticas. Sin embargo, y por paradójico que parezca, tienden a la ansiedad y el aislamiento.

Un afecto desmedido

Lo más curioso de las manifestaciones del síndrome de Williams es que, quienes lo padecen, sienten un deseo innato de abrazar y hacer amistad con cualquier desconocido que se encuentran por la calle. Muy afectuosos, extraordinariamente empáticos, siempre dispuestos a la conversación, las personas con este síndrome son capaces de hacer amigos suyos a todos los que conocen, sin distinción.

Su carácter gregario (que significa que actúan en ‘manada’, siguiendo ciegamente a los demás y sin iniciativa propia) les hace ser simpáticos y deseosos de hacer nuevas amistades. Sin embargo, esa característica a priori positiva tiene también su parte negativa: aunque hacen amistad inmediatamente con cualquier persona que se cruza en su camino, tienen dificultados para intimar.

Los efectos de un comportamiento ‘amistoso’ confiado

De carácter abierto y confiado, quienes sufren el síndrome de Williams son vulnerables puesto que no son conscientes de los potenciales peligros que pueden correr con según quién. Entre todas las personas con las que congenian, no saben distinguir cuándo se produce una situación de abuso.

En este contexto, es especialmente fácil que estos perfiles sean engañados, y se aprovechen de ellos. Bajo la apariencia de una empatía envidiable, estas personas no hacen distinciones y jamás desconfían de nadie, algo que deberían hacer en determinados casos.

La ansiedad grave es otro de los efectos secundarios de este síndrome, que hace que no tengan la capacidad de vivir solos en la edad adulta. Su coeficiente intelectual suele ser inferior a la media, y su desarrollo se considera ‘contrario al autismo’.

Enfermedades asociadas al síndrome de Williams

El diagnóstico certero y precoz es fundamental para dar consejo genético a la familia de una persona con síndrome de Williams, evitar exploraciones innecesarias y planificar las medidas de seguimiento y tratamiento. Hay que tener en cuenta que las personas con síndrome de Williams pueden transmitir la lesión molecular, y por tanto la enfermedad, al 50 por ciento de sus descendientes.

Un problema asociado, que tiene lugar en el 75 por ciento de los casos, es la estenosis en algunos vasos sanguíneos. En cuanto a enfermedades endocrino-metabólicas, la hipercalcemia transitoria en la infancia también es habitual, y provoca un ligero retraso en el crecimiento.

La laxitud y las contracturas musculares es otro de los síntomas que se repiten en el síndrome de Williams, y también la incontinencia, las hernias inguinales y determinadas intolerancias digestivas.

Por qué se produce este síndrome y cuáles son sus signos físicos

El síndrome de Williams es una enfermedad genética, que tiene lugar en el momento en el que se produce la división celular que da origen al espermatozoide o al óvulo, meiosis, por un error de la naturaleza que es inevitable y del que nadie es responsable, según explican los expertos.

En cuanto a una serie de rasgos físicos comunes a los pacientes de este síndrome son una frente estrecha, una nariz corta, labios prominentes, iris estrellados, un mentón pequeño, unos mofletes prominentes y caídos, y una región periorbital prominente.

En cuanto al tratamiento es multidisciplinario y se centra en la estimulación cognitiva, la fisioterapia, la logopedia, la terapia psicológica y, en algunos casos, la cirugía para tratar problemas cardíacos o renales.

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