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Llamando a filas

Publicado: noviembre 12, 2025, 3:30 am

Una oportunidad única para aprender valores como la disciplina o el trabajo en equipo. Así ha vendido el Gobierno belga su oferta a casi 150.000 chicos y chicas a punto de cumplir los 18 para que se animen a hacer la mili. Y como son conscientes de que con ese gancho pocos iban a picar, aquí viene la verdadera zanahoria para reclutar a los jóvenes: un sueldo mensual de 2.000 euros netos.

Durante un tiempo todavía por definir –se parte de un mínimo de 10 semanas–, se unirán a las Fuerzas Armadas para poder participar en ese servicio militar voluntario. El objetivo es tener una masa de población preparada para un eventual conflicto militar, para una guerra. Y no lo ocultan.

No es el único país que está planteando un horizonte bélico en el Viejo Continente. Varios países de la Unión Europea han recuperado el adiestramiento militar para civiles, en algunos casos como una formación general que se imparte incluso en las escuelas e institutos, y en otros, como en el caso de Bélgica, como una «invitación» a tener ciertos conocimientos sobre armas y defensa. Un planteamiento que a nosotros nos queda lejos y ni siquiera lo vemos como un escenario posible o probable.

En esas cartas que van a empezar a recibir los jóvenes belgas, además del sueldo, que ya es un buen incentivo, se les habla de la oportunidad que supone abrir su mente a lo militar, dejar sus estudios aparcados durante un año, como se hacía antiguamente con la mili, y explorar otros campos e incluso otras salidas laborales. Un proyecto social, así lo han llamado. Admiten que hay que concienciar a los jóvenes de que el mundo ha cambiado, que existen amenazas reales ahora mismo sobre Europa y en concreto sobre su país. Todo quedará, dicen, a la libre decisión de ese chico o chica. Esas cartas son un mero contacto informativo, aseguran. Se trata de contarles qué hay ahí fuera y poderles reclutar si ellos lo ven interesante. Sus previsiones son convencer en esta primera tanda a unos mil chavales e ir ampliando ese cupo hasta los 7.000.

Hay quien cree que, con medidas así, volvemos a una militarización de la sociedad. De momento en España no hay ninguna iniciativa parecida ni propuesta para hacerlo. Pero habrá que ir tomando nota de lo que hacen nuestros vecinos porque esto empieza a ser algo más que una tendencia.

Hace unos meses una amiga que reside en Francia desde hace más de 20 años me preguntaba si en la conversación social no estaba la posibilidad de una guerra con Rusia. Le dije que ni remotamente. Y le sorprendió.

Puede que la lejanía geográfica nos haga sentirnos más seguros o menos amenazados, o puede que aquí, con todo lo que tenemos, nos parezca una perogrullada eso de aprender técnicas militares y manejo de armas. Quizás, mejor, ocupémonos de lo que sí está pasando, que es mucho y no de lo que pueda pasar. Aunque eso nos pase factura después.

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