Publicado: noviembre 13, 2025, 6:30 pm
Consternación en Argentina por el caso de Pablo Pizzurno, un influencer de nutrición dedicado al análisis de suplementos deportivos y otros alimentos que hace unos días denunció públicamente que su abuela, de 95 años de edad, fue víctima de una brutal agresión en el domicilio familiar, situado en el barrio de Villa Ortúzar, en Buenos Aires.
De acuerdo a su testimonio, los hechos ocurrieron durante la mañana del pasado lunes, día 10 de noviembre, cuando un grupo de desconocidos llamó al timbre de la vivienda preguntando por él. En su lugar, les atendió la mujer, quien reside en la planta inferior del inmueble, y les informó que su nieto ya no vivía allí.
Tras esto, los presuntos agresores se decantaron por la vía de la violencia, desencadenando el ataque que ahora investiga la Policía. «Le pegaron una ‘piña’, la golpearon y se cayó contra el suelo», relataba Pizzurno, entre lágrimas, en sus redes sociales, compartiendo una fotografía en la que mostraba a su abuela con graves heridas y magulladuras en el rostro.
En este contexto, el influencer, que cuenta con cerca de 300.000 seguidores en Instagram, señaló que el incidente podría estar vinculado al trabajo de difusión que lleva a cabo a través de su plataforma, Proyecto Suplemento, donde verifica si los suplementos y otros productos que venden distintas marcas cumplen o no con la composición registrada en sus etiquetas, en cuanto a cantidad de proteína, creatina y otros componentes.
Con esta labor, según explicó, habría destapado multitud de fraudes, suscitando la hostilidad de empresas y particulares, a los que describió como la «mafia de los suplementos», tras haber recibido amenazas de muerte, cartas, documentos y varios intentos de hackeo. «Me escriben todo el tiempo a través de WhatsApp, me llaman, me quieren inventar cosas», indicó el influencer, y agregó: «Se metieron con mi familia y mi familia tiene miedo».
En su vídeo, Pablo comunicó su decisión de paralizar su proyecto —en el que había invertido «muchísimo» dinero de su bolsillo y dedicado mucho «tiempo y trabajo»—, y alejarse de las redes durante una temporada, a petición de sus familiares. Además, expresó su desesperación ante la falta de cobertura mediática respecto a su situación.
«No pretendo que me vean llorar en redes. Les pido perdón. No hay ni un político que me ayude, ni un canal de televisión que se haya tomado el trabajo de escucharnos en estos dos años», lamentó Pablo, a través de sus historias de Instagram.
En posteriores publicaciones, tal y como recoge La Nación, el argentino afirmó que, entre intentos de extorsión y escraches públicos, su teléfono habría sido «intervenido» por las autoridades mientras colabora «con el fiscal para poder avanzar en la investigación», aún en fase preliminar, e intenta encontrar a los presuntos culpables del ataque.
