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Drogas, tiroteos y estructuras criminales institucionalizadas: ¿se está convirtiendo Bélgica en un «narcoestado»?

Publicado: noviembre 1, 2025, 5:30 am

Cuando se habla de un ‘narcoestado’ la mirada se va hacia las películas, hacia la ficción, hacia otros tiempos. Pero en Bélgica una carta anónima de una jueza de instrucción de Amberes ha puesto otra vez las alarmas en marcha, porque entiende que el país está siendo cada vez más dominado por las bandas, los ajustes de cuentas, la violencia y el tráfico de drogas.

Y no son casos aislados. «Afrontamos una amenaza organizada que mina nuestras instituciones», alerta en la misiva, que se ha publicado esta misma semana. «Se han enraizado aquí grandes estructuras de corte mafioso que han conformado un poder paralelo que reta a la policía y la justicia. Las consecuencias son serias. ¿Estamos convirtiéndonos en narcoestado? ¿creen que exagero? Según nuestro comisionado en narcóticos estamos evolucionando hacia esto y estamos todos preocupados», añade la jueza.

Fuentes consultadas por 20minutos avisan de que el mayor problema es que se está desarrollando un sistema paralelo, una especie de institucionalización del tráfico de drogas, sobre todo en las grandes ciudades, lo que hace más complicada su detección y su erradicación. Según datos oficiales, en 2023 la región de Bruselas registró 62 tiroteos, mientras que en 2024 esa cifra aumentó a 92, con nueve personas muertas y 48 heridas, según datos oficiales de la fiscalía. Por otro lado, la Policía Federal de Bélgica dedicó en 2024 aproximadamente el 22 % de su capacidad de investigación a delitos de drogas, abriendo 695 casos de tráfico de estupefacientes dentro de un total de 3.920 investigaciones.

En la ciudad de Amberes, el puerto se mantiene como un punto estratégico para el narcotráfico: en 2023 se incautaron 116 toneladas de cocaína, estableciendo un récord para Bélgica, aunque las cifras bajaron en 2024; el foco sigue estando en el que se ha convertido en el puerto más prolífico para la entrada de droga en continente europeo. Las autoridades también han señalado que esta actividad genera un entorno de violencia y enfrentamientos entre bandas, reforzando el vínculo entre el tráfico de drogas y los tiroteos en áreas urbanas conflictivas.

La ciudad de Bruselas se convirtió en verano en un punto clave de esto que se comenta. El pasado mes de agosto se calculó que solo en los meses de verano se había dado una veintena de tiroteos y en aquel momento la cifra total para 2025 era ya de 57, según explicaron las autoridades. De hecho, la capital belga registró una tasa de homicidios intencionados de 3,19 por 100 000 habitantes en 2023, lo que la sitúa como la segunda más alta de la Unión Europea en cuanto a regiones socio‑económicas comparables, seguida de cerca por otra gran urbe cercana como es Amsterdam.

En cambio, la sensación de inseguridad no se traslada en general a los ciudadanos de a pie. Tres españoles que viven en Bruselas trasladan a este medio bastante tranquilidad en este sentido. María V. Aguilera, por ejemplo, niega que vea Bélgica «como un narcoestado» y tras casi tres años en la ciudad asegura no tener «sensación de inseguridad» en ella. Iván Carnota, por su parte, lleva menos tiempo en Bruselas pero en esos meses no ha visto la ciudad como «insegura», y además él puede comparar con otras grandes urbes europeas, como Dublín, donde también residió.

«Es cierto que cuando llegué me sorprendió el nivel de, digamos, inseguridad si lo comparaba con Dublín, que es de dónde venía, pero esa sensación no ha aumentado ni me ha llevado a tomar decisiones como no salir solo por la calle, por ejemplo», comenta. Asier M. F. sí es más cauto. «Diría que depende de la zona. Es cierto que estoy más alerta especialmente en las zonas donde hay más gente o en las que ha habido más altercados», cuenta sobre esa sensación de inseguridad tras más de tres años en Bruselas. «Ahora estoy más pendiente de todo lo que hay a mi alrededor», añade.

Hay casos concretos que, con todo, marcan en Bélgica dinámicas muy parecidas a las que usa la mafia italiana. Ya han sido varios los políticos que han tenido que recurrir a refuerzos de seguridad ante las amenazas, como ha sido el caso del secretario general de la OTAN, Mark Rutte. La situación ha llegado hasta tal punto que en su momento el Gobierno liderado por Alexander de Croo planteó la opción de desplegar al Ejército en algunas zonas del país, algo que en general suele relacionarse más directamente con el aumento de la alerta antiterrorista y que se ve en países vecinos como Francia.

«La cuestión no es si el Estado de derecho está amenazado, porque ya lo está. La cuestión es cómo se defenderá nuestro Estado», avisa la jueza en su carta: la cabeza va entonces a hechos bastante recientes, como el día en el que dos encapuchados dispararon con kalashnikov a la salida de una estación de metro en el barrio de Anderlecht, una de las más relevantes de Bruselas.

El despliegue, eso sí, funciona mejor a otros niveles, como precisamente la lucha contra el terrorismo. El pasado 9 de octubre tres hombres fueron detenidos en Amberes en el marco de una operación, sospechosos de querer atentar contra políticos, entre ellos el primer ministro Bart de Wever, y de estar preparando un ataque a partir de un dron con carga explosiva adosada. Tras esa operación el Ejecutivo aseguró que está muy preparado «para garantizar la seguridad» de los ciudadanos.

Bélgica camina sobre una fina línea en lo que se refiere a la violencia y a la delincuencia relacionada con el tráfico de drogas, aunque de momento parece una realidad acotada a zonas muy concretas y que no afecta a la percepción ciudadana de seguridad. Bruselas, en general, no está en los primeros puestos de urbes más peligrosas de Europa, donde sí salen otras como Catania, Marsella, Lieja o Montpellier. Pero los jueces avisan: la ruta que está recorriendo el país tiene peligros y se corre el riesgo de que las bandas o mafias acaben plenamente integradas en el sistema sin que nos demos demasiada cuenta.

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