Publicado: noviembre 1, 2025, 4:30 am
A los 13 años, su madre, la también actriz Jaid Barrymore, alguien que más tarde le prohibiría «el azúcar, pero no la marihuana o el alcohol», ingresó a Drew Barrymore en el centro de salud mental Van Nuys Psychiatric. De aquella época, en 2022, llegó a decir en el programa de radio de Howard Stern: «Allí no podías perder el tiempo porque, si lo hacías, te metían en la habitación acolchada o te tumbaban en una camilla y te ataban». Es solo un ejemplo de las tantas veces que la intérprete de películas como Los ángeles de Charlie o E.T. El extraterrestre ha hablado sobre su etapa en rehabilitación por unas adicciones que comenzaron en su infancia.
Ahora, la serie de Netflix Incontrolables, protagonizada y escrita por Mae Pearl Martin ahonda en esas adolescencias rebeldes cuyos padres deciden que han de cortar por lo sano llevando a sus hijas a internados como en el que ella, o Paris Hilton, estuvieron. La autora de la ficción ha acudido recientemente al programa de Barrymore y ella ha vuelto a recordar cómo vivió algo muy parecido a lo que mostrado en la producción del gigante del streaming, con desconocidos entrando en la habitación y llevándose a la protagonista.
«A mí también me internaron durante dos años», ha comenzado explicando Drew, que sin embargo parece restarle importancia a su experiencia en la institución, porque, según ella, le acabó aportando «claridad» en su forma de ver la vida. «Sé que suena raro, pero fue como un estímulo para decir la verdad, para ser valiente y para encontrar tanto el humor como el coraje para seguir mi camino». Y, por si fuera poco, no duda en afirmar que «con toda sinceridad, es lo mejor» que le ha pasado «en la vida».
De hecho, Drew Barrymore no ha dudado en recordar su experiencia como algo «sagrado», a pesar de reconocer que no fue en absoluto sencilla. «Fue un infierno. Ahora, ya de adulta y después de haber tenido la vivencia de que se me impusiera una patología a una edad muy temprana, me siento con una enorme necesidad de proteger a los más jóvenes», ha declarado.
«Yo era una niña perdida en un mundo de vicios adultos, intentando hallar mi propio camino de regreso a la inocencia», escribió Barrymore, que ahora tiene 50 años, en Wildflower, uno de sus libros, que vio la luz en 2015. «La adicción fue mi vía de escape, pero también se convirtió en mi prisión», añadió la intérprete, que ya a los 11 meses de edad estaba en su primer set de rodaje —en un anuncio de comida para cachorros—.
Pero lleva sobria desde 2019, como explicó en marzo de este mismo año en una entrevista con Us Weekly en la que la actriz, que es madre de dos hijas adolescentes, Olive y Frankie, de 13 y 11 años respectivamente, habló largo y tendido sobre sus luchas contra el consumo de sustancias y cómo la rehabilitación le ayudó a fortalecer su salud mental para hacer frente a sus adicciones. «Lo que me enseñó la institución fue que, si en lugar de echar el polvo debajo de la alfombra, te sientas y hablas sobre lo que te ocurre, todo irá a mejor», aseguró.
Una franqueza de la que ha hecho gala en su popular programa de entrevistas, The Drew Barrymore Show, que presenta desde 2020. «Aprendí que la sanación es un viaje para toda la vida y que, por tanto, es correcto pedir ayuda y valiente admitir que necesitas apoyo». Y por saber de lo que habla y para servir de ejemplo, ella se ha erigido como altavoz en varios de sus libros. En Wildflower, por ejemplo, escribió: «Cada vez que compartimos nuestra historia estamos ayudando a romper el estigma. Es importante sacarlo afuera. Yo me di cuenta de que reconocer mi pasado era el primer paso hacia la curación, porque mo me definen mis luchas, pero sí llevo las lecciones aprendidas conmigo».
Y esa idea, por ejemplo, ya se encontraba en su primer libro de memorias, Little Lost Girl, cuando narró cómo fue su vuelta a casa tras los casi dos años en rehab. «Mi estado mental era delicado y vulnerable», comenzó reconociendo Barrymore, «y, ansiosa por volver a casa, me costaba asimilar todo lo que había vivido durante el tratamiento. Tuve que aprender de nuevo a desenvolverme en el mundo exterior. Al fin me había reencontrado conmigo misma tras años fingiendo ser otra persona. Me tocaba procesar un montón de cosas, porque algo tan simple como dejar la seguridad del centro ya me asustaba».
No negaba, eso sí, que estaba «furiosa» y que estalló ante una madre y unos terapeutas que «se preocupaban extremadamente» con «una rabia y una furia descomunales». «Parecía que aquello me ayudaba a desahogar mi frustración. Pero entonces lloré. Lloré tanto que me vi a mí misma acurrucada en la cama, temblando sin parar», reconoció Barrymore, que ha pasado con el tiempo por más clínicas de desintoxicación, sobre todo por sus problemas con el alcohol.
En aquella entrevista con Howard Stern, de hecho, resumió que, después de «30 años de terapia y de mucho examen de conciencia», supo ver el problema. «Al final pensé que quizá lo que necesitaba era algún tipo de estructura, una disciplina, porque todo aquello que arruinaba mi mundo [drogas o alcohol] era muy accesible, por lo que tal vez precisaba de un tratamiento de para poder reiniciar el resto de mi vida», finalizó.
