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La familia real británica se prepara para unas navidades atípicas: sin celebración y con importantes ausencias

Publicado: diciembre 2, 2025, 7:30 am

Si la idea de esta época de final de año es que las familias se reúnan y se celebren en comunión y alegría no parece que la casa real británica esté muy en sintonía con el espíritu navideño. Al menos, no a juzgar por la resolución que tomó Carlos III de Inglaterra a principios de noviembre y que deja un mes de diciembre bastante abierto para La Firma. Porque, a pesar de las polémicas por el otrora príncipe Andrés, se presuponía que las celebraciones de Navidad serían un buen momento para estrechar lazos y volver a ver a los Windsor juntos y en armonía. Pero nada más lejos de la realidad.

La inesperada decisión del monarca —no solo la prensa, sino incluso otros miembros de la casa real no lo veían venir— ha sido que, por primera vez en más de un siglo, no haya celebración navideña en Sandringham House, la tradicional residencia de invierno de la familia, una finca de más de 30 kilómetros cuadrados que especialmente Isabel II solía reservar para estar con su marido, sus hijos, nietos y bisnietos y el resto de la familia. Lo que era un símbolo de memoria, continuidad y cercanía entre los hermanos no va a tener lugar.

Como es menester, Carlos III de Inglaterra tiene entre sus manos una patata caliente. Ya no es su hijo menor, el príncipe Harry, porque a pesar de que hayan acercado posturas este 2025 no hay ninguna duda de que seguirá pasando las fiestas en su casa en California junto a Meghan Markle y sus hijos, Archi y Lilibet. Ahora a quien tiene que tener siempre presente el soberano no es sino a su hermano pequeño, Andrés Mountbatten-Windsor, y a su exesposa, Sarah Ferguson.

Tal y como han dado a conocer desde el Daily Mail, su mudanza de Royal Lodge va a posponerse hasta después de Año Nuevo, sin saberse si Fergie, por lo que se cree, optará por un exilio en Portugal, y Andrés pondrá alguna queja por haber sido reubicado en Norfolk, lejos de otros royals. Lo que sí parece casi seguro es que van a pasar su última temporada navideña en la grandiosa mansión de 30 habitaciones en la que han vivido durante tres décadas.

El problema, eso sí, es que el espectacular casoplón está en los terrenos de Windsor, demasiado cerca tanto del propio monarca como del príncipe Guillermo y Kate Middleton, que ya han dejado claro que no quieren tener nada que ver con el tío del heredero, pero cuya presencia supone un problema más en los Windsor Real Estate, las propiedades de la corona. Sobre todo, en términos de seguridad, porque la mudanza de los príncipes de Gales a Forest Lodge ha conllevado las quejas de los vecinos y, ahora, cambios en la circulación.

La apertura de The Christmas Tree Shop, una famosa tienda de árboles navideños en Windsor Great Park, se ha realizado como cada año, pero la reciente llegada de Guillermo y Kate ha conllevado que se modifique la ruta de acceso para que los coches no pasen por su puerta y puedan desde aparecer curiosos como acosadores que pongan en riesgo su integridad o las de sus hijos, George, Charlotte y Louis, teniendo que dar una vuelta de casi de dos kilómetros señalizados con conos que, como ya han avisado clientes y lugareños, ha provocado «algunos accidentes» por conducir por el lado equivocado.

Y todo ello, además, cuando ya se sabe que está en el aire incluso la tradicional misa de Nochebuena. Las razones son variadas, según han explicado desde diferentes medios ingleses. Por un lado, este «movimiento histórico» respondería a una voluntad del soberano de modernizar la relación entre la institución y el pueblo, de manera que el Palacio de Buckingham, el Castillo de Windsor y Holyroodhouse en Edimburgo, se conviertan en lugares importantes para los ciudadanos durante las fiestas, abriendo sus puertas y permitiendo que se conozcan sus decoraciones, atmósfera y protocolos, lo que obviamente obliga, por seguridad, a limitar su vida a sus residencias privadas.

Por otro lado, un motivo ecológico. Una de las tradiciones, de algo más de un siglo —desde la época de Eduardo VII—, que se mantenían en esta época era la caza del faisán. Sin embargo, la drástica reducción de su población en los terrenos reales. Las condiciones climáticas adversas y nuevas leyes con respecto a las licencias de caza han provocado una escasez que, según explican los tabloides británicos, han hecho recapacitar a Carlos III, que entiende que sería inapropiado y perjudicial para el ecosistema mantener dicha caza, prefiriendo, por tanto, dar ejemplo de responsabilidad ecológica y no interferir en la recuperación de la especie.

Por lo tanto, lo que se espera es que sean unas navidades atípicas dentro de la familia real británica. No será pública, pues no habrá actos de celebración, ni posados familiares ni una práctica que solía llevar a cabo Isabel II, la recepción con los vecinos del condado de Norfolk, pero se espera que el monarca opte por unas fiestas más íntimas, quizá junto a su primogénito y su familia en Windsor o Balmoral. Habrá que esperar, eso sí, a las próximas comunicaciones desde palacio.

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