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El criptoapocalipsis estadounidense

Publicado: diciembre 1, 2025, 11:00 pm

WASHINGTON, DC – Con la sanción de la Ley Genius, Estados Unidos permitirá que todo tipo de empresas (incluidas las mayores plataformas tecnológicas) puedan emitir su propio dinero en forma de criptoactivos conocidos como “monedas estables”. Con una sola ley, el Congreso ha hecho que el sistema financiero estadounidense sea más vulnerable a las crisis, ha aumentado las posibilidades de que el gobierno rescate a las plataformas tecnológicas y ha afianzado aún más el ya considerable poder político de Silicon Valley. 

Pero los riesgos no terminan ahí. Al bendecir una alternativa menos regulada a los depósitos bancarios, el Congreso puede haber creado condiciones que ahogarán el flujo de crédito a las empresas productivas, además de circunscribir la capacidad de la Reserva Federal estadounidense para llevar a cabo la política monetaria mediante operaciones de mercado abierto.

Por otra parte, la Cámara de Representantes aprobó la Ley Clarity, que alteró las leyes sobre valores al crear enormes lagunas jurídicas para los activos cuya propiedad se registra en una cadena de bloques. No hay garantía de que el proyecto de ley vaya a ser aprobado, ahora que otros actores del mercado financiero parecen estar tomando conciencia de los peligros que podría acarrear la destrucción de la integridad de los mercados de capitales estadounidenses. Sin embargo, no se puede ignorar el riesgo de que se convierta en ley. Si esto sucede, volveremos efectivamente a los mercados de la década de 1920, en los que “el comprador debe tener cuidado”.

Para empeorar las cosas, estas leyes inevitablemente crearán presión para que otros países sigan su ejemplo. Los grupos de interés y diversos electores bombardearán a los legisladores extranjeros con argumentos sobre no querer quedarse atrás en materia de innovación, y con la preocupación de que las monedas locales sean suplantadas por monedas estables denominadas en dólares estadounidenses.

Pero sería un error considerar las nuevas leyes estadounidenses sobre criptomonedas como ejemplos de medidas innovadoras inteligentes o políticas geopolíticas acertadas. Por el contrario, estos proyectos de ley avanzan en un momento en el que Estados Unidos está recortando la financiación pública para la investigación científica y tecnológica, lo que plantea serias dudas sobre el compromiso del país con la innovación. Asimismo, el dominio del dólar se basa en fundamentos políticos y económicos, no en la estructura tecnológica de la moneda, y la política comercial de la administración y los ataques a la independencia del banco central pueden terminar amenazando esos fundamentos.

Incluso el sector de las criptomonedas podría llegar a lamentar la aprobación de estas leyes. Como explico en mi libro Fintech Dystopia, la industria debe su ventaja competitiva no a la tecnología de cadena de bloques, sino al arbitraje regulatorio. Hasta ahora, ha prosperado gracias a unas normas más laxas que las de sus homólogos regulados del sector financiero tradicional.

¿Perderá esa ventaja a medida que estas leyes desencadenen una desregulación financiera más amplia? En unos mercados financieros en los que nadie puede fiarse de nada, ¿por qué esperar un auge de las criptomonedas, que ya tienen mala reputación entre la inmensa mayoría de los estadounidenses?

Si estas leyes no benefician a largo plazo al pueblo estadounidense o incluso a la criptoindustria, ¿qué motiva su aprobación? Sin duda, la criptoindustria desea esta legislación porque ve la oportunidad de obtener beneficios a corto plazo y no le importan los posibles efectos a largo plazo de la legislación. La navaja de Occam -el principio de que la respuesta más simple suele ser la correcta- apunta directamente al hecho de que los super PAC afiliados a la industria de las criptomonedas, financiados principalmente por Coinbase, Ripple y Andreessen Horowitz- fueron responsables de aproximadamente el 44% de todos los gastos corporativos en el ciclo electoral de 2024.

Pero también debemos tener en cuenta algunas de las ideologías inusuales que prevalecen en Silicon Valley. Consideremos el movimiento “Network State” (Estado en red). Defendido por algunas figuras clave de la industria criptográfica, como Brian Armstrong, director ejecutivo de la empresa de criptomonedas Coinbase, su objetivo es crear redes sociales vinculadas por criptomonedas que se sustraigan de la jurisdicción de los gobiernos nacionales y, con el tiempo, obtengan el reconocimiento diplomático de los estados-nación reales.

Los verdaderos adeptos a este movimiento no tienen ningún interés en mejorar el funcionamiento de los estados-nación, y seguramente verían el caos posterior a una crisis financiera como una oportunidad para promover su visión. Por ejemplo, la comunidad en línea Praxis (que cuenta entre sus patrocinadores con pesos pesados de Silicon Valley como Marc Andreessen, Peter Thiel y Sam Altman) afirma en su sitio web: “A medida que las comunidades locales se disuelven y los estados-nación se tambalean… veremos en tiempo real cómo las naciones digitales se imponen a los estados-nación”.

También hay una dimensión escatológica en la visión del mundo de muchas élites de Silicon Valley. Como señala el filósofo Émile Torres, los habitantes de Silicon Valley adhieren cada vez más a la creencia de que la verdadera IA acabará con el mundo tal y como lo conocemos. En este contexto, una crisis financiera mundial parecería un acontecimiento sin importancia. Si estás convencido de que nuestro modo de vida actual está llegando a su fin, tiene sentido que te concentres en garantizar que nuestros descendientes ciborg puedan prosperar en otras galaxias.

Además de los riesgos evidentes para la protección de los consumidores y la estabilidad financiera que plantea la adopción de mercados de criptomonedas desregulados, estas motivaciones ideológicas deberían preocupar a los legisladores extranjeros que están contemplando su propia legislación sobre criptomonedas. Para muchos, el objetivo de las criptoleyes al estilo estadounidense es crear sistemas monetarios y financieros que se sitúen más allá de los límites de la responsabilidad democrática. Cualquiera que se preocupe por su propia democracia y soberanía haría bien en no seguir a Estados Unidos por este camino.

La autora

Hilary J. Allen, profesora de Derecho en el Washington College of Law de la American University, es autora de Driverless Finance: Fintech’s Impact on Financial Stability (Oxford University Press, 2022).

Copyright: Project Syndicate,1995 – 2025

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