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Muere Maria Riva, hija de Marlene Dietrich, a los 100 años: su durísima vida por culpa de su madre

Publicado: octubre 31, 2025, 10:30 pm

«La familia encuentra consuelo al saber que ahora se reúne con su esposo William, con quien compartió 50 años de matrimonio, su hijo mayor, Michael, y sus padres, Marlene y Rudi», decía el comunicado que han dado a conocer varios medios en el que otro de sus hijos, Peter, informaba de la muerte de su madre, la intérprete Maria Riva, también escritora y biógrafa de su madre, la actriz del Hollywood clásico Marlene Dietrich, quien falleció por causas naturales en su domicilio de Gila, en Nuevo México, donde residía desde hacía un año. Es decir, desde que cumplió los 100, ya que este diciembre hubiese tenido que soplar 101 velas.

Sin embargo, es difícil saber hasta qué punto Riva, en la otra vida, querrá volver a encontrarse con su madre y con su padre, habida cuenta de lo que llegó a contar sobre ellos en múltiples ocasiones, quienes le hicieron sufrir una ingente cantidad de penurias y malos tratos en su infancia y juventud hasta, de hecho, ser los causantes de su alcoholismo y el origen de los pensamientos suicidas que tuvo durante gran parte de su etapa adulta, como ella misma llegó a reconocer. Así como a meterse de lleno en un matrimonio que no deseaba con tal de escapar de ambos.

Comenzando por lo básico, nació en Berlín en 1924. Maria Elisabeth Sieber, su verdadero nombre, fue la única hija de la protagonista de Testigo de cargo o El expreso de Shanghai y el asistente de dirección Rudolf Sieber, un matrimonio de por sí complejo, dado que si bien estuvieron casados hasta que él murió en 1976, ambos sabían de sobra las infidelidades del otro. En 1929, poco antes de que Hitler subiese al poder, la familia se muda a Los Ángeles, como recuerdan desde Vanity Fair.

Maria pasaría gran parte de su infancia en los estudios Paramount, con quienes su madre tenía un contrato. Pero la razón era algo más escabrosa: su madre no la dejó educarse en el colegio y siempre quería tenerla cerca y vigilada, razón por la que siempre tuvo institutrices. Además, no le permitía tener amigos ni amigas de manera que ella fuese su única ancla al mundo. Pero incluso si esa era la razón, es difícil comprender entonces por qué Marlene Dietrich no parecía querer tener una buena relación maternofilial, ocultándole siempre su edad a su hija para no sentirse vieja o siendo capaz de reprocharle su etapa de lactancia, culpándola de haber arruinado sus pechos.

Tal fue la infancia de Maria que, en cuanto pudo, se marchó a un internado en Suiza, donde conocería a la actriz Gene Tierney, así como sus regresos a Estados Unidos solía ser para pasar las vacaciones con la familia Kennedy —solían invitar a su madre a su casa— y ahí conocería a quien sería una de sus mejores amigas, Rosemary Kennedy, hasta que por iniciativa de su padre, Joseph, fue lobotomizada, lo que dejó un poso amargo en la vida de Riva.

Una vida que ya llevaba tiempo metida de lleno en el cine, pues encarnó de hecho a la hija de su madre con 9 años en Capricho real, una cita dirigida por el director y amante de su madre Josef von Sternberg. Quiso siempre dedicarse a la interpretación y estudió en la academia de Max Reinhardt, volviendo a Alemania nada más cumplir la mayoría de edad para entretener a las tropas aliadas en el final de la Segunda Guerra Mundial.

Fue precisamente en esta época en la que conseguiría desprenderse un poco de la sombra de su madre e intentó, al principio sin suerte, llevar una vida plena. Sobre todo, en el plano íntimo, sobre todo debido a los esfuerzos infrahumanos que hizo Marlene Dietrich para que su hija fuese lesbiana. La intérprete de Berlín Occidente, Marruecos o El Diablo era mujer era conocida por sus múltiples amantes de ambos sexos —su hija llegó a revelar que, curiosamente, a los hombres los prefería impotentes—, pero casi nadie sabía las truculentas formas que tuvo de educar a Maria.

Porque su hija, cuando por fin escribió sus memorias, dejó boquiabiertos a todos sus lectores: Marlene Dietrich se había confabulado con la secretaria de una de sus amantes para que esta violase reiteradamente a Maria, que entonces tenía 15 años, hasta que estuviesen seguras de que había perdido el interés en los chicos. Ni que decir tiene que fue el origen de sus adicciones posteriores.

No surtió efecto. Riva intentó huir de precisamente tras comprometerse con el actor británico Richard Haydn. Sin embargo, con quien se acabaría casando sería con otro intérprete, Dean Goodman, en un matrimonio que apenas si duró un año, divorciándose en 1944. Riva, que llegaría a tener dos nominaciones al Emmy, conoció al hombre de su vida en el verano de 1947, mientras impartía un posgrado de interpretación en la Universidad de Fordham. Se trata del escenógrafo William Riva, con quien estuvo casada hasta la muerte de él, en 1999. Fue el padre de sus cuatro hijos, todos varones.

Se retiró de la actuación a finales de los años 50, mudándose a Suiza a principios de los 60 y dando prioridad a su familia —regresaría de manera ocasional al cine y la televisión—, aunque también se seguía encargando de organizar los espectáculos de su madre, ya en plena decadencia. Pero la famosa biografía no llegó hasta que Marlene falleció en 1992. Fue entonces cuando el mundo conoció la verdad a través de la mirada de su hija, que la tilda de egocéntrica, manipuladora, alcohólica, agresiva, adicta a los fármacos, necesitada de valoración constante, narcisista y muchas cosas más que, sin embargo, no dejan lugar a dudas de que su hija siempre la quiso, pues por momentos siente compasión por ella.

De hecho, ella fue la encargada de donar casi 100.000 objetos de su colección personal, desde cartas, diarios y trajes a otros recuerdos de sus películas, a la colección que se expone en Berlín sobre la mítica actriz. Pero en su libro, que no sería el último —también escribió poesía, una novela y un libro de fotografías de su madre—, tampoco dejaba especialmente bien parado a su padre, a quien, casi de facto, acusaba de haber provocado la locura de una joven amante.

Se trataba de Tami Matul, una refugiada rusa que vivía en la casa con ellos y que hacía todas las tareas del hogar, desde cocinar a limpiar o ser asistenta y niñera de Maria, que la adoraba. Porque, entre otras cosas, Sieber y Dietrich obligaron a la joven a someterse a un total de 15 abortos para que no salieran a la luz las infidelidades de Rudolf, llegando a afirmar que su madre no veía problema en lo que costaban las operaciones para interrumpir el embarazo, sino en que «alguien algún día se va a enterar».

Tami acabó con la salud mental tan devastada que falleció en un centro sanitario en el que fue internada. «Hicieron falta casi 30 años para romper su alma y destrozar su mente, mis padres eran dos personas muy meticulosas», escribió Riva en su libro. Su última intrpretación, eso sí, dejaba claro su legado: fue en el cortometraje All Aboard, en 2018, que dirigió su nieto, John Michael Riva Jr., y seis años después de haber vivido otro de los momentos más duros de su vida: su hijo Michael murió en 2012 a los 63 años de edad tras sufrir un derrame cerebral. Casi 101 años de vida que darían para varios y muy diferentes biopics.

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