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Qué hacen Meta, Alphabet y Amazon en los fondos de renta fija más conservadores del mercado

Publicado: noviembre 30, 2025, 5:30 am

La renta fija no ha querido saber nunca nada de Silicon Valley. Siempre ha primado la seguridad frente a la rentabilidad. Deuda pública, emisiones de eléctricas, farmacéuticas, bancos… y poco más. Un terreno pensado para quien busca estabilidad, cupones modestos y sustos los justos. La innovación apenas tenía cabida ahí. Las tecnológicas eran otra cosa. Riesgo, volatilidad, disrupción. Todo lo que un inversor conservador prefería mantener al margen.

Y, sin embargo, los bonos de Meta, Amazon o Alphabet han empezado a colarse en las carteras más conservadoras. Empiezan a codearse con los bonos de toda la vida y las emisiones privadas de empresas mucho más clásicas. No como una excentricidad puntual, sino como parte de un movimiento que está creciendo. Y lo más llamativo no es que estas empresas estén emitiendo deuda. Lo relevante son los cambios profundos que esas incorporaciones pueden provocar en las clásicas y tradicionales carteras de bonos.

Varios analistas de referencia ya han encendido las luces de alerta. Robert Cohen, de DoubleLine Capital, advierte que la avalancha de emisiones tecnológicas vinculadas a la IA puede alterar la propia estructura del mercado IG (investment grade o máxima calificación). Robert Schiffman, desde Bloomberg Intelligence, es aún más tajante. Lo que estamos viendo, dice, “es solo el inicio de un ciclo de financiación que podría reconfigurar el universo de emisores de alta calidad”. ¿A qué se refieren exactamente? ¿Qué temen?

¿Cambio estructural en la composición de los fondos de renta fija?

Lo que quieren decir es que el mercado de deuda de alta calidad funciona de una manera muy mecánica. Cuanta más deuda emite una empresa, más espacio ocupa dentro de los grandes índices que siguen la mayoría de fondos de renta fija. Durante años, las tecnológicas apenas pesaban en esos índices porque no necesitaban endeudarse.

Pero ahora la situación cambia de golpe. Si Meta, Amazon o Alphabet emiten decenas de miles de millones de dólares cada año para financiar la infraestructura de IA, su peso en el universo IG aumenta de forma automática. Y, ¿Qué sucede? Que los fondos que replican estos índices, o que los utilizan como referencia, se ven empujados a comprar más bonos tecnológicos, aunque no lo hubieran hecho de forma voluntaria.

Esa presión es lo que preocupa a algunos analistas. Temen que la composición del mercado termine girando hacia empresas que antes no formaban parte del núcleo estable del crédito y que el sector tecnológico pase de ser un actor marginal a ocupar una posición dominante en las carteras más conservadoras.

Si esto va a provocar un cambio estructural en la composición de los fondos de renta fija, es pronto para afirmarlo. En todo caso el proceso continúa. Según datos de Morningstar, las posiciones en deuda tecnológica dentro de fondos IG han crecido un 18% en el último año. Y aunque su peso todavía es limitado, la tendencia es clara. Lo bastante como para que los equipos de crédito de firmas como JP Morgan o Morgan Stanley hayan comenzado a monitorizar su exposición a bonos tecnológicos con una atención mucho más precisa que antes. Ahora bien, ¿por qué están emitiendo tanta deuda estas compañías? La respuesta está en la carrera por la IA.

La carrera por la IA

Las grandes tecnológicas están invirtiendo cantidades descomunales en infraestructura. Centros de datos, chips, cables submarinos, superordenadores, redes enteras diseñadas para procesar y escalar modelos de IA. Una expansión física y tecnológica que exige miles de millones en capital.

Solo Meta, este año, podría superar los 40.000 millones de dólares en inversión de este tipo. Amazon, Alphabet, Apple, Oracle o Broadcom le siguen de cerca. El gasto no solo crece, se acelera. Y aunque estas empresas generan una enorme cantidad de caja operativa, no están dispuestas a consumirla por completo. Por eso están recurriendo a algo que hasta ahora apenas tocaban. La deuda.

Según un informe reciente de Morgan Stanley, los llamados “hiperescaladores” necesitarán cerca de 2,9 billones de dólares para financiar la infraestructura de IA hasta 2028. De esa cifra, solo 1,4 billones podrán cubrirse con flujos de caja. El resto, unos 1,5 billones, tendrá que salir de emisiones de deuda, financiación privada y estructuras fuera de balance.

En apenas unos meses, el sector ha colocado más de 200.000 millones de dólares en deuda corporativa, con Meta, Amazon y Alphabet a la cabeza. Meta emitió 8.500 millones en agosto, una operación que se cerró sin sobresaltos, incluso en plena corrección del Nasdaq. Amazon ya prepara una emisión cercana a 15.000 millones. Alphabet ha acudido a los mercados con más de 17.000 millones y otra colocación adicional en euros.

No lo hacen por necesidad, sino por oportunidad. Los tipos han retrocedido ligeramente, el apetito por deuda de alta calidad es alto y los inversores institucionales buscan emisores con balances sólidos y visibilidad de ingresos.

BlackRock lo mencionó en una nota interna a principios de año. Las grandes tecnológicas están entrando en el radar de su división de renta fija. Morgan Stanley lo incluyó en su informe de crédito corporativo del tercer trimestre. La calidad crediticia de estas compañías, en muchos casos, es comparable a la de farmacéuticas o eléctricas consolidadas.

En este entorno, los gestores empiezan a moverse. Vanguard ha incorporado tramos de deuda de Apple y Microsoft en algunos de sus fondos de duración intermedia. Fidelity evalúa bonos de Amazon para su fondo de crédito corporativo global. Y aunque su peso aún es modesto, el movimiento ya ha comenzado.

La cuestión no es si las Big Tech van a poder colocar sin problemas su deuda. Eso ya ocurre. La cuestión es qué ocurre después. Qué pasa cuando esos bonos empiezan a alterar, aunque sea lentamente, el equilibrio interno de los grandes fondos conservadores. Por ahora, el flujo es constante

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