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¿Adiós a Wall Street? OpenAI, Stripe o SpaceX prefieren no salir a bolsa

Publicado: diciembre 7, 2025, 5:30 am

A finales de noviembre, SoftBank vendió la totalidad de su participación en Nvidia. La operación, valorada en más de 6.000 millones de dólares, coincidió con una nueva ronda de inversión en OpenAI, en la que el grupo japonés aumentó su exposición. Ninguna de las dos compañías, ni Nvidia ni OpenAI, es ajena al protagonismo en el mercado. Pero solo una de ellas cotiza en bolsa.

La otra, OpenAI, continúa operando como empresa privada y ha alcanzado una valoración superior a los 300.000 millones de dólares sin cotizar en ningún mercado regulado. Y no es un caso aislado.

Tampoco lo hacen ByteDance, SpaceX o Stripe. La primera, dueña de TikTok, domina el mercado del vídeo corto a escala global y mantiene un crecimiento sostenido sin cotizar. La segunda, liderada por Elon Musk, concentra la mayor parte de los lanzamientos espaciales privados del mundo. La tercera gestiona infraestructuras de pago digitales en más de 40 países y mueve volúmenes que superan los cientos de miles de millones cada año.

Todas ellas, junto a OpenAI, siguen fuera del mercado bursátil. Y por ahora no hay señales claras de que eso vaya a cambiar. En lugar de recurrir a una salida a bolsa, continúan asegurando financiación a través de fondos privados y acuerdos estratégicos.

Durante años, la salida a bolsa fue el momento que marcaba el paso de startup a gran empresa. Hoy, ese paso se posterga o se descarta, incluso en compañías que ya están valoradas en decenas de miles de millones.

En abril de este año, Anthropic levantó 4.000 millones de dólares en una ampliación liderada por Amazon. En ese mismo mes, OpenAI cerró acuerdos de financiación por más de 7.000 millones, con la participación de fondos como Thrive Capital y Sequoia. Stripe, uno de los gigantes del procesamiento de pagos, ha superado los 65.000 millones de valoración sin haber protagonizado nunca una OPV. Databricks, especializada en inteligencia de datos, ronda los 43.000 millones. Todas operan con capital privado.

Este cambio no solo afecta a las empresas. También modifica el lugar que ocupa el mercado bursátil en el reparto del capital. En sectores como la tecnología, algunas de las principales compañías del momento están financiando su crecimiento sin recurrir al mercado público de acciones. Como si la bolsa hubiera dejado de cumplir su función original.

Según datos de PitchBook, el volumen de salidas a bolsa en el sector digital ha caído un 70% desde 2021. El interés por cotizar no ha desaparecido, pero ha dejado de ser prioritario. Sobre todo, para las empresas que pueden permitirse seguir creciendo sin exponerse.

Los motivos van más allá de la coyuntura. Ni la inflación ni los tipos de interés explican por sí solos este cambio. Lo que ha sucedido es que las condiciones han cambiado. Hay liquidez privada, hay fondos dispuestos a entrar sin exigir rentabilidad inmediata, y hay una nueva generación de empresas que prefieren operar con autonomía antes que abrirse al público.

Las ventajas son numerosas. Operar como empresa privada les permite evitar la presión trimestral de resultados, proteger su hoja de ruta de innovación, mantener el control en manos del equipo fundador y esquivar la volatilidad del mercado. Todas ellas, grandes ventajas frente a sus competidores que sí cotizan.

Acceso restringido al pequeño inversor

Este desplazamiento del crecimiento hacia circuitos privados tiene consecuencias en términos de acceso a la inversión. Durante décadas, las bolsas ofrecieron a los inversores minoristas la posibilidad de participar en fases intermedias o finales del desarrollo de empresas tecnológicas. Actualmente, muchas de esas etapas de expansión tienen lugar fuera del mercado abierto.

La posibilidad de entrar en fases tempranas, como ocurrió en su momento con Amazon, Apple o Google, ya no está sobre la mesa. Cuando esas empresas se estrenaron en bolsa, aún quedaba recorrido. Hoy, si alguna de las nuevas tecnológicas decide dar ese paso, gran parte del valor ya estará reflejado en la etiqueta.

Y lo que es más relevante, buena parte del crecimiento ya habrá sido absorbido por quienes accedieron antes. Esa es una de las grandes diferencias de este nuevo ciclo. No se trata solo de que haya menos OPVs o salidas a bolsa. Se trata de que las que llegan lo hacen tarde.

Según PitchBook, el volumen total de capital gestionado por firmas de private equity y venture capital superó los 3,5 billones de dólares en 2024. Estos fondos no solo proporcionan financiación, sino que también influyen en las decisiones estratégicas, la estructura de gobierno y el calendario de expansión de las startups.

Este tipo de financiación permite que muchas empresas sigan operando y creciendo sin necesidad de realizar una oferta pública de acciones. De alguna forma, la industria de capital privado gana peso y desplaza, en parte, el papel que tradicionalmente ocupaba la bolsa como vía principal para canalizar la inversión hacia la innovación.

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