Publicado: septiembre 17, 2025, 3:00 pm
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Cuando Neal Mohan, director ejecutivo de YouTube , subió al escenario en el más reciente Made On YouTube, no se limitó a presentar funciones de inteligencia artificial para creadores o nuevas herramientas de monetización. Su mensaje fue más ambicioso, pues declaró que la plataforma ya no quiere ser vista como una app de videos en línea, sino como la televisión de la era digital . La afirmación llega en un momento donde las audiencias abandonan la televisión tradicional y migran hacia el streaming, un cambio que configura la manera en que los anunciantes gastan su dinero y en que los creadores construyen sus negocios. El contexto ayuda a entender la magnitud de lo que plantea Mohan. De acuerdo con Nielsen, en mayo de 2025 el streaming alcanzó el 44.8% del tiempo total que los estadounidenses dedican a ver televisión, superando por primera vez la suma de la televisión abierta y por cable.
Apenas dos meses después, en julio, la cifra rozó el 50%, es decir, casi la mitad del tiempo que se pasa frente a una pantalla grande ya está en manos del streaming, no de los jugadores tradicionales. Durante décadas, la televisión fue el espacio publicitario más codiciado, un terreno dominado por grandes cadenas que operaban con presupuestos multimillonarios. Hoy, ese terreno es tomado por plataformas como Netflix, Disney+ y, sobre todo, YouTube. “Más de 1000 millones de horas de contenido se ven diariamente en pantallas de televisión conectadas a YouTube en todo el mundo, precisó el ejecutivo. Nielsen colocó a YouTube como el servicio de streaming más visto en televisión en Estados Unidos, con 13.4% de la cuota total en julio de 2025, por encima de Netflix y cualquier otra compañía de video bajo demanda. Para la empresa, esta transición no solo se mide en horas de visualización, sino en ingresos. La compañía afirma haber pagado más de 100,000 millones de dólares a creadores, artistas y empresas de medios en los últimos cuatro años. Mohan destacó que más de la mitad de los canales que generaron ingresos de cinco cifras en 2024 lo hicieron gracias a fuentes distintas a AdSense o YouTube Premium, un cambio que marca distancia con el modelo de la televisión tradicional, casi enteramente dependiente de los anunciantes. La apuesta, sin embargo, va más allá del bolsillo de los creadores. YouTube busca replicar y superar la función social que históricamente tuvo la televisión. La plataforma aspira ser la pantalla principal para deportes, entretenimiento y noticias, en un contexto en el que la televisión abierta pierde alcance y el cable sufre un éxodo de suscriptores. En Estados Unidos, los reportes de eMarketer muestran que casi la mitad del consumo de televisión con publicidad ya ocurre en streaming, lo que implica que las marcas destinan crecientemente sus presupuestos a este segmento. En este terreno, la app de Alphabet tiene ventajas estratégicas, pues su oferta es gratuita para el usuario, está impulsada por contenido generado por millones de creadores y puede monetizar con publicidad hipersegmentada, un terreno donde la televisión lineal nunca pudo competir. El evento Made On YouTube mostró cómo la compañía planea capitalizar esta transición. Las nuevas funciones de IA, como la posibilidad de transformar diálogos en canciones o editar automáticamente cortometrajes, ampliarán la base de creadores y reducirán las barreras de entrada para producir contenido atractivo. En paralelo, la compañía anunció mejoras en YouTube Studio, con pruebas para miniaturas y títulos, doblaje automático con sincronización de labios o un asistente conversacional de IA que ayuda a planear contenidos. El énfasis en las transmisiones en vivo también refleja una ambición por competir directamente con la televisión. Según cifras de la propia plataforma, más del 30% de los usuarios conectados vieron contenido en vivo solo en el segundo trimestre de 2025. Para reforzar esa tendencia, YouTube incorporará funciones como reacciones en tiempo real, juegos interactivos y transmisiones exclusivas para miembros, además de opciones de monetización como anuncios en paralelo. Para la industria de la televisión, este escenario supone una erosión constante de su modelo de negocio. Las cadenas de broadcast y cable enfrentan una doble presión, pues pierden audiencia y disminuyen sus ingresos publicitarios. Sus intentos por responder con plataformas propias de streaming implican fuertes costos de producción y competencia feroz por licencias de contenido. En contraste, YouTube no necesita pagar derechos millonarios por cada serie o película, pues su fuerza radica en los creadores independientes y en su capacidad para escalar a nivel global sin depender de catálogos regionales. eMarketer, por su parte, estima que la televisión conectada será el segmento de mayor crecimiento en inversión publicitaria digital durante los próximos tres años, con tasas superiores al 10% anual. En ese escenario, YouTube se coloca como la plataforma mejor posicionada para absorber esos recursos, especialmente en mercados donde el cable nunca tuvo un dominio absoluto, como América Latina. Pero el camino tampoco está libre de obstáculos. La producción de contenido de alta calidad es costosa, y aunque la IA abarate procesos, la competencia con gigantes como Netflix o Disney+ obliga a mantener estándares elevados. Además, persisten retos regulatorios en torno a derechos de autor, licencias deportivas y el uso de imágenes generadas por IA, áreas donde los gobiernos empiezan a poner mayor atención. Lo dicho por Mohan, sin embargo, sintetiza un punto de inflexión. La televisión ya no es el medio que dicta la agenda cultural global. Ese rol lo está tomando un ecosistema descentralizado, digital y con millones de voces que encuentran monetización en nuevas herramientas.
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