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Vox se lanza a la agitación social contra el «aquelarre climático que mata personas» para evitar el desgaste de la DANA y tapar a su derecha

Publicado: noviembre 19, 2024, 5:07 am

Actualizado Martes,
19
noviembre
2024

00:02

La agresividad de la DANA que arrasó el cinturón sur de Valencia hace hoy tres semanas ha reavivado el debate sobre los efectos del calentamiento global y, con ello, ha traído de vuelta también su cuestionamiento. Y Vox, que en esta materia mantiene una postura alejada de la del resto de partidos (incluido el PP), ha salido a la ofensiva. «La Tierra cambia, pero la historia de la humanidad es la de tratar de dominar la naturaleza para que el hombre pueda vivir en las mejores condiciones», defendió ayer el portavoz de la formación, José Antonio Fúster, que aseguró que eso solamente se logra de una manera: «Denunciando las políticas climáticas catastrofistas».

Dijo Pedro Sánchez en su intervención en la cumbre del clima celebrada la pasada semana -la COP29- que «el cambio climático mata personas». «Lo que mata es el fanatismo climático», le respondieron los de Santiago Abascal a través de los perfiles del partido en redes sociales. No se quedaron ahí: tildaron de «suicidas» las políticas del Gobierno en materia verde, calificaron como «aquelarre climático» el encuentro de la COP29 en Azerbaiyán y acusaron a sus participantes, los principales líderes políticos, de ser «fanáticos, responsables de lo que ocurrió en Valencia».

Aunque sin defender una postura negacionista del cambio climático, Vox sí se ha mostrado siempre contrario a impulsar políticas medioambientales orientadas a combatirlo. La crítica al «ecologismo radical» es un habitual en sus programas electorales y la oposición a la Agenda 2030 forma parte de la seña de identidad del partido -tanto que, tirando de ironía, la formación de Abascal ha reformulado el lema para convertirlo en su ‘Agenda España’-. «¿Cómo vamos a restaurar la naturaleza, si lo que tenemos que hacer es dominarla?», se preguntaba ayer Fúster.

Así, y sabiendo que este discurso tiene un alto potencial de viralización en redes, en Bambú llevan dos semanas repitiendo las mismas consignas, tanto en las cámaras parlamentarias como en los canales no institucionales. Los representantes de Vox saben que por su derecha surgen agitadores sociales que abanderan sin tapujos el negacionismo climático y que pueden hacerles sombra, y por ello quieren dejar claro que también es posible oponerse a la transición verde desde dentro del sistema. De hecho, pretenden demostrar que esto es necesario para frenar los «delirios ideológicos» de Sánchez y Bruselas.

Con este fin, Vox se ha sumado a la agitación social del anti-ecologismo y ha hecho suyo el argumentario que circula en redes sociales contra la política verde. «Lo que mata personas es no construir las presas previstas y derribar las que hay», publicó Abascal hace unos días, criticando que esas políticas vienen «por razones ideológicas, por el fanatismo climático». Sin embargo, aunque los expertos respaldan la denuncia de que faltan infraestructuras hidráulicas preparadas para esta clase de fenómenos extremos, no ha habido una destrucción masiva de las presas ya existentes, como aducen en Bambú.

Vox acusa al Gobierno, y especialmente al Ministerio de Teresa Ribera, de «haber promovido la destrucción de infraestructuras hídricas» en defensa de una «teoría según la cual los ríos deben discurrir en su curso natural». «Y ese fanatismo climático pone en peligro a la población», apuntó Abascal, señalando que la eliminación de barreras fluviales incrementa el riesgo de sufrir inundaciones. Pepa Millán, portavoz parlamentaria de Vox, llegó a afirmar que España es «el país que más presas ha derribado», una acusación imprecisa que ya se viralizó en redes hace unos años y que tiene varios matices.

El principal: que no distingue entre los diferentes tipos de ‘presas’ a la hora de contabilizar la estadística. España es uno de los países europeos que más barreras fluviales ha retirado en los últimos años en términos absolutos –95 en 2023, solo por detrás de Francia, según el Centro Europeo de Restauración Hidrográfica-, pero la mayoría de ellas eran azudes, muros de poca altura que sirven para desviar parte del caudal de un río. En 2021, último año del que hay estadística nacional, el 88% de las infraestructuras demolidas eran azudes y la mayoría se derribaron porque estaban en mal estado y podían provocar tapones que incrementasen el riesgo ante una inundación. A nivel europeo, el 78% de las barreras fluviales eliminadas el pasado año eran de menos de dos metros -incapaces de contener riadas como la provocada por la DANA en Valencia-, y solo el 2% eran grandes presas.

Entre los mensajes que han proliferado en redes sociales en estas semanas también los había que acusaban al Gobierno de haber impedido la construcción de más infraestructuras hidráulicas que pudieran haber evitado la catástrofe, y Millán se sumó a esta denuncia: «Ribera es la responsable directa de que no se hayan ejecutado presas». Todo pese a que la única obra alguna vez proyectada en la zona hoy más afectada por la DANA fue una presa que propuso el gobierno de José María Aznar en 2001 y que posteriormente, bajo el primer mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, se descartó porque «suponía unos costes socioeconómicos muy grandes». Por entonces, el «fanatismo climático» al que hoy culpan en Bambú aún no había empezado a gestarse, aunque aquel proyecto nunca se retomó.

Sin embargo, Vox hace de este argumentario su base para sostener que «no haber construido obras y haber derrumbado presas por puro fanatismo climático es lo que mata, y no el cambio climático». El partido se suma así a la agitación social contra la agenda verde que prolifera estos días en redes sociales, con el fin de que el descontento social pueda convertirse en un respaldo a su discurso y al papel que ejerce Vox en los hemiciclos como único partido abiertamente contrario a las políticas climáticas.

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