Publicado: diciembre 2, 2025, 5:55 am
La riña perenne ha condicionado a la ciudad durante casi un siglo y seguirá haciéndolo por los tiempos de los tiempos. Estos días, las crónicas atestiguan que los vientos acarician más banderas béticas en los balcones. Roló la corriente en la tormenta del reciente derbi y confirmó el sorpasso: ahora los perfumes de Sevilla ‘huelen verdiblanco’ tras muchas décadas de galerna nervionense.
El 0-2 logrado por los hombres de Manuel Pellegrini en el Sánchez-Pizjuán este domingo es una herida más profunda que la de la pérdida de los tres puntos. Así es siempre en un Gran Derbi –escuece más ceder el honor–, pero quizás en este la hendidura en el alma del sevillismo es aún mayor.
Y es que el Betis no logró una victoria cualquiera. Lo hizo a domicilio con una plantilla sin sus principales figuras. Isco, Lo Celso, Antony, Amrabat… no le hizo falta a los visitantes toda su pólvora para tomar el feudo rival. Las genialidades las pusieron Fornals y Altimira ante un Sevilla, todo sea dicho, también lastrado por ausencias notables.
En cualquier caso, el resultado hace justicia a una tendencia muy real. Ahora las llaves de la ciudad están en manos del equipo de las trece barras después de décadas estancado en la segunda fila.
Un ejercicio leve de memoria permite rememorar que hace apenas diez años el Betis peleaba por volver a la primera categoría del fútbol español tras el duro descenso sufrido en la temporada 13/14. Un curso en el que la ‘risa’ estaba en el barrio de Nervión tras enlazar su segunda de las tres UEFA Europa League consecutivas logradas entre 2013 y 2016.
Tampoco fue instantánea la mejora bética en su regreso a Primera, seguían por detrás de un Sevilla asentado en el ‘top 5’ y preparado para repetir un periodo dorado con las conquistas de dos nuevas Europa League en la pandemia (2020) y cuando ya se había superado (2023).
No desistió un Betis muy mermado económicamente por ese impasse y peleó en el campo y en los despachos para volver a la élite europea, éxito logrado con paciencia y con la compañía del sabio Manuel Pellegrini.
«Una cosa es que esté pasando un momento complicado, pero el Sevilla es un buen equipo», dijo el Ingeniero tras la victoria del domingo. El chileno, resabiado, disfruta desde el banquillo de este periodo de gracia del beticismo.
La sonrisa delataba al recién renovado entrenador tras el partido. Contrastaba esta, además, con el sentir crispado de la afición sevillista materializado en la lluvia de objetos que obligó a detener la contienda.
El ascenso bético ha sido progresivo, acompasado, coordinado, de hecho, con la caída de un Sevilla obligado a sobrevivir en las dos últimas campañas. Pero faltaban los derbis que ahora sí ganan con soltura.
El viento arrecia en el Pizjuán y, ante el frío, a su gente solo queda el cobijo de la memoria. Se puede volver y seguramente las crónicas futuras hablen pronto de un mejor Sevilla. Eso sí, ahora los balcones y ventanales visten más del color blanco del pétalo de la flor de azahar mezclado con el verde de sus hojas. Sevilla huele a azahar, dicen… también ahora sus calles ‘huelen verdiblanco’.
