Los cuatro votos de Podemos a la reforma fiscal que se someterá a votación del Pleno del Congreso el jueves están en el aire. La formación morada ya ha anunciado que votará en contra de la misma si previamente no tiene garantía absoluta de que en la misma se incluye el mantenimiento del impuesto extraordinario a las compañías energéticas y, más aún, se contempla como un gravamen estructural, esto es, permanente.
Los votos morados son imprescindibles para que el proyecto de ley salga adelante. Un voto en contra de este partido, sumado a los ya anunciados de PP, Vox y UPN faría como resultado un empate entre los síes y los noes y en estas condiciones, de acuerdo con el Reglamento de la Cámara, las votaciones se repiten y de mantenerse el empate el proyecto sometido a escrutinio decae.
La exigencia de Podemos choca de frente con el pacto que el Ministerio de Hacienda mantiene con Junts y que contempla la supresión del citado impuesto extraordinario a las energéticas. Para la formación de Belarra, este gravamen es «imprescindible» y sin él, el Gobierno no podrá contar con sus votos para sacar adelante el paquete fiscal.
«La pelota está en manos del Gobierno», explica el portavoz de la formación Javier Sánchez Serna, para quien no es ni mucho menos suficiente que el Ejecutivo prometa traer a la Cámara un decreto ley comprometiéndose a mantener el citado impuesto un año más, tal y como acordó anoche con ERC, Bildu y BNG. Para Podemos, ese decreto es simple papel mojado porque Junts ya ha asegurado que no votará a favor de su convalidación y, en consecuencia, no tiene posibilidades de salir adelante.
Las críticas contra el método de negociación que en esta ocasión ha llevado a cabo el Ejecutivo, capitaneado por la vicepresidenta María Jesús Montero, arrecian desde todos los puntos de la Cámara.
«El Gobierno ha gestionado muy mal porque ha querido aprovechar una ley que contaba con apoyo mayoritario para introducir una reforma fiscal por la puerta de atrás y porque, además, priorizó en su negociación a Junts y PNV en lugar de empezar con los partidos de la izquierda». Este es el reproche que se lanza desde Podemos, pero no solo. También Sumar considera que el socio mayoritario del Gobierno ha tropezado de lleno al cambiar el orden de los factores en la ecuación.
Podemos recuerda ahora que sus votos «valen tanto como los de cualquiera» y no duda en recalcar que no le temblará la mano a la hora de rechazar todo el paquete fiscal dentro de 48 horas cuando sea sometido a votación del Pleno de la Cámara.
«Para nosotros», explica Sánchez Serna, «es inconcebible eliminar el impuesto a las energéticas que tienen beneficios extra de 2.000 millones de euros al año. Frente a esta realidad, no es el momento de hacerles regalos fiscales».
La formación morada califica de «sinsentido» las maniobras que el Gobierno desplegó en la noche del lunes y la madrugada del martes cuando primero pactó con Junts la eliminación del impuesto a las compañías energéticas y apenas unos minutos después de haber logrado con ello el voto a favor de ERC, BNG y Bildu al dictamen de la ley en la Comisión de Hacienda, el propio Ministerio que dirige Montero emitiera un comunicado anunciando justo lo contrario, esto es, que lo pactado con Junts se mantiene en pie y se cumplirá.
Para el partido que encabeza Ione Belarra es cada vez más evidente la extrema fragilidad del Ejecutivo, una debilidad que, en opinión de los morados, arroja ya enormes dificultades para poder aprobar un proyecto de Presupuestos Generales para 2025 si el Gobierno finalmente se aviene a presentarlos en la Cámara. Los votos de Podemos en ningún caso están garantizados y menos aún, advierten, tras la exhibición de piruetas negociadoras como las llevadas a cabo para tratar de aprobar una reforma fiscal.