Irene Montero está de promoción. Y no sólo de su primer libro, que es la excusa para abrir el grifo de las entrevistas en medios, sino que también lo está de sus propias aspiraciones. La eurodiputada de Podemos ha alentando como nunca antes lo había hecho la posibilidad de presentarse como candidata a las elecciones generales. Es una idea que siempre ha sobrevolado a su alrededor y sus pasos, dadas sus dotes de liderazgo y su tirón electoral. Sin embargo, esta sospecha permanente va cogiendo ahora más cuerpo cuando, preguntada sobre ese asunto, abre la puerta y proclama: «Tengo ganas de llegar aún más lejos».
El contexto y la respuesta de Montero en una entrevista en El País desbloquea un escenario que hasta ahora era frenado en seco tanto por la protagonista como por el partido morado. No garantiza aún nada, pero denota un cambio de discurso que es llamativo. Lejos de despachar una cuestión que es a priori a varios años vista, la ex ministra de Igualdad se ofrece a aportar sus «mejores esfuerzos» desde «donde la gente quiera y, sobre todo, Ione [Belarra] y la militancia de Podemos».
¿Puede leerse el libro como una carta de presentación como candidata? «Como una voluntad de ir aún más lejos en la posición que la militancia de Podemos decida, que sea más útil, pero que yo tengo ganas, sí, tengo ganas de llegar aún más lejos», señala Montero.
El partido morado ha dejado también esta vez que el asunto coja vuelo. Preguntado por esa hipotética candidatura de Montero a las generales, el portavoz nacional de Podemos y secretario de Organización, Pablo Fernández, dijo ayer sin cerrar en ningún momento esa puerta que «allá donde esté es un referente absoluto» de la formación y que «sin duda» ella es uno de sus «principales activos».
A continuación añadió que la trascendencia política de su compañera no se circunscribe únicamente a Podemos sino que «ha sido la mejor ministra de Igualdad de la historia y gracias a su labor ha propiciado avances en derechos en este país».
El «plan B» de 2023
La candidatura de Montero a unas elecciones generales ya estuvo a punto de hacerse realidad en julio de 2023, cuando las negociaciones entre Yolanda Díaz y Podemos pudieron descarrilar por las enormes diferencias entre las dos partes. Ella era el famoso «plan B» que el partido morado tenía preparado en el caso de que no hubiera habido un pacto para ir en coalición con Sumar y que Podemos hubiera tenido que presentarse en solitario.
Ese plan no tuvo que activarse finalmente porque Podemos tragó con el ultimátum que le planteó Sumar. Incluidos los vetos de Montero y Pablo Echenique en las listas el Congreso. No pactar se consideraba entonces una decisión suicida y los morados ni querían arriesgarse al abismo de desaparecer ante una vicepresidenta que estaba al alza ni querían tampoco aparecer como culpables de una división de la izquierda que hubiera puesto en bandeja el Gobierno a PP y Vox.
Ahora la situación ha dado la vuelta. La historia es conocida. Podemos abandonó primero el grupo de Sumar en el Congreso por sentirse ninguneado y maltratado por Díaz e inició una aventura en solitario. Luego desafió a la vicepresidenta segunda del Gobierno presentándose a las elecciones europeas. Ahí sí Montero se aupó como candidata del partido morado y llevó el pulso hasta el final logrando dos escaños (3,28%) frente a los tres que sacó Sumar (4,65%).
Desde hace casi un año las relaciones están rotas y no hay atisbo de una reconciliación. Menos todavía ahora que Sumar está sufriendo el desgate de muchos episodios y que ha perdido la fuerza electoral que tenía en 2023. Por eso Podemos se reafirma en su estrategia de tirar por su cuenta y de endurecer el discurso contra el Ejecutivo de Sánchez en busca de «poner a la izquierda en pie».
Es en esa alternativa en la que la figura de Montero emerge con toda su historia política a sus espaldas para hacer un Pablo Iglesias. Es decir, primero ser candidato a las europeas y luego volver antes de tiempo para liderar las listas al Congreso. Entonces fue una operación exitosa. Ahora, con más modestia, sería para recuperar la hegemonía del espacio político que entregó hace unos años a Díaz.
Montero ha dado pasos recientes que denotan la voluntad de recuperar una mayor presencia en el debate público y mediático español. Bruselas no es Madrid. Y los focos están en el Congreso de los Diputados, donde ella ya no está. La ex ministra ha aceptado un puesto en la tertulia del programa de Risto Mejide, Todo es mentira (Cuatro), y ahora publica su primer libro (Algo habremos hecho, de la editorial Navona), en el que ofrece el relato de su carrera, con especial énfasis en sus años como responsable de Igualdad en el primer gobierno de coalición de Pedro Sánchez.