«Me llamó una vecina y me dijo: ‘David, que están entrando coches en tu taller’. Y yo: ‘Pero si está cerrado, cómo van a estar entrando'». Pero sí, los coches entraban «como Pedro por su casa» en el taller de David Galindo, «y mientras unos entraban por la calle, otros salían por la parte de atrás, porque también reventó una pared atrás», explica él.
En la esquina del chino, lo mismo: «El agua se llevó la persiana del cierre y empezaron a entrar c
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