Publicado: mayo 13, 2025, 8:07 am
Analgésico y dolor de cabeza a la vez. La reducción de la jornada laboral se ha convertido en uno de los grandes pilares de esta legislatura para el Gobierno, pero, a la vez, en uno de los abismos a los que se enfrentan. A día de hoy, y pese a que el Consejo de Ministros dio luz verde a la iniciativa hace una semana, no cuenta con los apoyos necesarios para ser validada en el Congreso, fundamentalmente por el rechazo que ha mostrado Junts. En el sector socialista del Gobierno, tanto en público como en privado, han querido dejar claro estos días que la negociación la lidera Yolanda Díaz, que es quien pilota la búsqueda de apoyos y consensos. Un mensaje de doble filo: lidera, pero también será a la que se felicite o se señale si fracasa.
Sin embargo, en La Moncloa son conscientes de que no solamente se la juega Sumar en este asunto -es su principal bandera y la cesta en la que Díaz tiene depositados todos sus huevos-, sino que un fracaso supondría un duro revés para el Gobierno. El propio Pedro Sánchez mostró su compromiso, y lo hizo extensivo a una causa de todo el Ejecutivo, con esta medida: « Vamos a seguir negociando […] hasta reducir la jornada laboral a las 37,5 horas para que todos los españoles y españolas puedan trabajar para vivir y no vivir para trabajar», dijo en la presentación del curso político en septiembre de 2024.
De ahí que los socialistas estén dejando protagonismo a Yolanda Díaz, pero, a la vez, ya estén trabajando también en tratar de allanar el camino para lograr los votos que permitan aprobar la reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas semanales. Según ha podido constatar EL MUNDO, el PSOE está manteniendo reuniones informales con los grupos parlamentarios, a fin de poder ayudar y remar en que pueda salir adelante este compromiso del Ejecutivo.
Fuentes socialistas admiten que la que lleva el peso de las negociaciones es Yolanda Díaz, pero también que al final de trata de una medida impulsada por el Gobierno, un compromiso que está en el pacto de coalición que sellaron Pedro Sánchez y Yolanda Díaz y, por tanto, el fracaso sería atribuible al Ejecutivo, no a la figura de la vicepresidenta segunda. Porque la orden de Sánchez una vez erigida como prioridad y bandera es hacer todo lo necesario para sacarla adelante. Implicación de todos los miembros del Gobierno, en especial los ministerios económicos.
Y eso que ha sido una propuesta que ha tensado y provocado un choque hasta en la propia reunión del Consejo de Ministros que examinó por primera vez la medida. Entonces, hubo un intercambio de impresiones entre Díaz y el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, a cuenta de los efectos de la norma y también sobre algunas declaraciones públicas que obligaron a intervenir a la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, que presidía la cita en ausencia de Pedro Sánchez, para zanjar el asunto. Entre los dos socios había diferencias sobre el calendario -si tenía que entrar sí o sí en vigor a finales de 2025 o merecía la pena esperar algo más- y el requisito de acercarse a la patronal -Trabajo pactó con los sindicatos, pero no con la CEOE la medida-. Visto el choque, el presidente del Gobierno trasladó a las partes, en su momento, la necesidad de acabar con el «ruido» y sacar adelante la medida.
Toda vez que la titular de Trabajo demandó que esta negociación le correspondía a ella, que incluso tenía hilo directo con Carles Puigdemont, los socialistas han permanecido en la retaguardia. Dejando hacer en los primeros compases. Pero fuentes gubernamentales del sector socialistas confiesan su pesimismo, a día de hoy, respecto a la que la reforma pueda ser aprobada en el Congreso. A diferencia de la visión de Sumar, consideran que la enmienda a la totalidad anunciada por la formación independentista es un gesto de su posicionamiento de tumbar la norma.
«Complicado», es la palabra que más repiten en el sector socialista sobre el futuro de esta medida. Creen que en la posición de Junts tienen mucha influencia y peso los empresarios catalanes y, dado que la patronal no formó parte del acuerdo social, no será fácil. La vía para una negociación podría estar en recuperar las ayudas a las pymes que quedaron fuera del texto. Las contrapartidas a las pymes y la perspectiva de que Cataluña «tiene un tejido empresarial propio» son cuestiones con las que se pretende endulzar la distancia de Junts.
De momento, los socialistas pueden ser optimistas si miran el pasado más inmediato, porque la negociación de Carlos Cuerpo con Junts permitió confirmar el voto positivo de los secesionistas, una vez comprobaron éstos que el ministro estaba cumpliendo sus compromisos.
De ahí que de una manera discreta esté sondeando a los partidos porque, como ocurre en cada votación importante en la Cámara Baja, el PSOE necesita de todos sus socios, en todo momento.