Una doble comparecencia por parte de Teresa Ribera para dar explicaciones por su gestión en la crisis de la DANA. La implicación directa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para intentar que la candidata española fuese efectivamente elegida vicepresidenta de la Comisión Europea.
Más. Que el S&D, que desde el principio rechazó nombrar a Rafaelle Fitto vicepresidente y que quería que fuese sólo comisario porque es un representantes de la «ultraderecha«, haya tenido que negociar y aceptar que el candidato tenga un puesto muy relevante en el Ejecutivo de Ursula Von der Leyen rompiendo así el cordón sanitario que tantas veces han reivindicado. O que el mismo grupo en el que se encuadra el PSOE haya mostrado un comportamiento un tanto errático, dando la sensación de estar atemorizado por la posibilidad real de perder la vicepresidencia.
Todo esto es lo que, en apenas diez días, ha logrado el PP después de que la semana pasada Alberto Núñez Feijóo convenciese al presidente del PPE, Manfred Weber, de que había que bloquear el nombramiento de Ribera. Por el camino, además, ha provocado que el foco de información no se centrase únicamente en la gestión de Carlos Mazón de la DANA y, además, el máximo responsable del Partido Popular ha recibido en público y en privado el respaldo de Weber.
El líder popular europeo considera que era totalmente necesario elevar al ámbito europeo la gestión de Ribera en la crisis, ya que era la ministra «responsable» y «debía primero dejar las cosas claras en España» antes de efectivamente ser avalada como vicepresidenta para la Transición Limpia, Justa y Competitiva. Esto último ha dolido mucho en Génova y a los eurodiputados españoles, con Dolors Montserrat a la cabeza, y es sin duda la gran victoria de Sánchez: coloca a Ribera en uno de los puestos más importantes de la nueva Comisión. Pero visto todo el proceso, especialmente con los ojos de Madrid y desde un ámbito político nacional, la victoria de Feijóo se antoja abrumadora.
Otra cosa es cómo se analiza la cuestión en Bruselas, por supuesto. Muchos consideran que la estrategia de Feijóo es cortoplacista, que simplemente ha ganado una semana de tiempo pero que finalmente Ribera será vicepresidenta y que esto podría incluso debilitar la posición de la delegación española dentro del grupo del PPE.
Lo primero recuerda a la estrategia habitual del Gobierno de Pedro Sánchez: provocar casi cada semana un incendio político, un nuevo punto de atención que haga olvidar el anterior, y recientemente superó ya a Mariano Rajoy en días acumulados en la Moncloa. Lo segundo es inapelable, pero Ribera comenzará su mandato desde una posición un tanto debilitada. El PPE, además, presionó para incluir un anexo propio en el que pide que, en caso de que sea imputada por su gestión en la DANA, dimita. Lo forzó hasta conseguirlo ya a última hora de la noche, tras horas de negociaciones adicionales y no formará parte del documento conjunto, pero de esta manera dejó claro que será un aspecto con el que ataque a lo largo de la legislatura. Y sobre la posible debilitación de la familia española, Weber, como ya se ha apuntado, traslada justo lo contrario aunque habrá que ver como evoluciona la situación, claro.
Pero hay alguien más que ha ganado, y mucho, con todo este proceso: el propio Weber. Su posición en Bruselas se ha visto muy reforzada, ha demostrado que puede marcar el paso político con sus 188 eurodiputados, ha hecho sufrir a la líder del S&D, Iratxe García, y ha puesto en importantes apuros a Von der Leyen, que a lo largo de estos últimos diez también ha tenido que implicarse en la pelea.
Muchos recuerdan el enfrentamiento que los dos políticos alemanes tuvieron en 2019 por lograr el puesto que ahora ostenta la ex ministra de Defensa de Alemania, y consideran que el presidente del PPE se ha tomado ahora su revancha.
Algo que, por otra parte, también es aplicable al propio presidente Sánchez, con el que tuvo un duro enfrentamiento en el Parlamento Europeo del que casi todos en Bruselas consideran que salió claramente vencedor. Las crónicas se recrearon en la capacidad del presidente del Gobierno de desmontar a Weber, algo que sin duda también ha colaborado en que el presidente del PPE haya hecho sufrir tanto a los socialistas para que lograsen su objetivo.