Imagina tener que pedir permiso para usar el nombre de tu producto estrella. Eso es exactamente lo que le pasó a Apple en los años 80 con el Macintosh, el ordenador que cambió el mundo de la informática y que casi se queda sin su icónico nombre.
Corría el año 1982, faltaban dos años para la mítica presentación el Macintosh original. Steve Jobs estaba decidido a lanzar un ordenador que revolucionaría el mercado. Pero había un pequeño problema: el nombre «Macintosh» ya pertenecía a otra empresa.
El origen de un nombre legendario
Jef Raskin fue el creador original del proyecto Macintosh, aunque él eligió el nombre «McIntosh» en honor a su manzana favorita, una variedad canadiense. Raskin, en su afán por evitar nombres femeninos para los ordenadores (que consideraba sexistas), optó por el nombre de una fruta. Además, cuadraba a la perfección con el nombre de la empresa. Sin embargo la empresa McIntosh Laboratory, fabricante de equipos de audio de alta gama, ya tenía registrado el nombre.
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McIntosh Laboratory es una empresa con sede en Nueva York especializada en la fabricación de equipos de audio de alta gama. De hecho, acaban de cumplir 75 años y siguen siendo líderes por sus innovaciones en sonido y diseño. Fabrican amplificadores conocidos por su alta fidelidad y bajo nivel de distorsión. Sus productos son reconocibles por su frente de vidrio negro y medidores iluminados.
Ante esta situación, Apple se vio obligada a modificar el nombre a «Macintosh» para evitar conflictos legales y permitir el registro de la marca. En ese momento, no era ni de lejos el gigante que es hoy; se enfrentaba a un dilema: cambiar el nombre o negociar. Steve Jobs se adelantó y optó por las dos cosas.
El 16 de noviembre de 1982, Steve Jobs decidió tomar cartas en el asunto (literalmente). Ya habían cambiado el nombre original de McIntosh a Macintosh, pero al pronunciarse igual, había riesgos de problemas legales con McIntosh Laboratory. Por ello, y con su característico carisma, Jobs escribió una carta al presidente de la compañía de sonido. En ella decía:
Nos hemos encariñado mucho con el nombre Macintosh. Como si fuera nuestro propio hijo, nuestro producto ha desarrollado una personalidad muy definida.
El precio de un nombre para la historia
Afortunadamente para Apple, McIntosh Laboratory estuvo dispuesto a negociar. Pero no fue barato. Se estima que Apple tuvo que desembolsar una cantidad mínima de 100.000 dólares y otra «significativamente mayor» para asegurar los derechos del nombre. No hay detalles sobre el precio final, pero sí se sabe que fue un esfuerzo muy grande para la Apple de los años 80.
A partir de aquí, la historia ya la conocemos muchos. El Macintosh finalmente vio la luz en 1984 cambiando para siempre el mundo de los ordenadores personales. Décadas después, el nombre sigue vivo en productos como iMac, MacBook y macOS. Aunque eso sí, abreviado como «Mac». Y es que es curioso, pero Apple no usó la palabra «Mac» hasta el año 2005 con la presentación del primer Mac mini.
Algo que da para pensar como Apple gastó una cantidad considerable de dinero para asegurarse de que «Macintosh» fuera suyo. Y ahora 21 años después, ese nombre haya desaparecido prácticamente del mapa. Hoy en día solo sobrevive como el nombre del disco duro del Mac.
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La noticia
Steve Jobs quería otro nombre para el Mac, pero una empresa de Nueva York lo forzó a cambiar de rumbo
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Guille Lomener
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