A las 15.41 horas del 29 de octubre, la Unidad Militar de Emergencias (UME) salió de la base de Bétera. Aquella decisión se tomó «horas antes de recibir órdenes oficiales«, según expuso ayer el general jefe de la UME, Javier Marcos. Esta anticipación del dispositivo se produjo cuando vieron que «la situación se estaba poniendo francamente difícil» por las inundaciones que estaban empezando a producirse por la DANA en Valencia.
«Ya llevábamos horas alertados y, en cuanto vimos que la cosa se estaba poniendo difícil, antes de cualquier elevación a otro nivel, salimos«, relató Marcos desde el Ministerio de Defensa, donde estuvo acompañado de la titular de la cartera, Margarita Robles, en una rueda de prensa posterior a la reunión del Comité de crisis en La Moncloa.
A lo largo de la comparecencia, el general Marcos se sirvió de una serie de imágenes y vídeos tanto para sostener sus afirmaciones como para poner en valor los esfuerzos de las Fuerzas Armadas que, según subrayó, estuvieron «desde el primer momento perfectamente alineadas trabajando por todos los valencianos». «No se puede ir más rápido y de forma más eficaz», reiteró.
En ese empeño por ensalzar las «heroicidades» que hicieron los efectivos desplegados, reprochó que se hubiese puesto «en tela de juicio la agilidad de las Fuerzas Armadas». Además, el general ilustró con sus declaraciones un inoportuno escenario de parálisis política, protagonizado por una Generalitat Valenciana que no supo asumir el liderazgo que le correspondía, pero también por un Gobierno inhibido de sus responsabilidades a pesar de la palmaria severidad de las inundaciones que la DANA trajo consigo y que la misma UME, como indicó el general, apreció «desde el primer momento».
Tanto el general Marcos y como la ministra Robles detallaron la forma en que las Fuerzas Armadas reaccionaron ante la emergencia, mostrando sintonía para rebatir la ineficiencia de los efectivos que el barón popular valenciano, Carlos Mazón, y dicho sea de paso, parte de los vecinos damnificados, había acusado en ocasiones previas. «La verdad padece, pero no perece», sentenció el general Marcos. Así, en plena refriega narrativa -Robles y Mazón siguen enzarzados en su impugnación de los respectivos vacíos informativos-, el Gobierno se apoyó en el testimonio provisto por el general, que además se presentó, dentro del caos que rodea aquella jornada del 29 de octubre, como la versión más fiable por la función «facilitadora» que desempeña la UME.
No deja de llamar la atención que el general Marcos y la ministra Robles, desde su sólido alineamiento, reiterasen que «no compete» a la UME el asesoramiento a la autoridad autonómica sobre la elevación o no del nivel de emergencia hasta que no se activa el nivel dos de la misma, a pesar de que se reconoció que dicha unidad comenzó a organizarse tiempo antes de que la Generalitat diera la orden porque venía observando la creciente complejidad de la situación. «Hubo contactos telefónicos y respondimos a las preguntas en el sentido de qué medios podíamos aportar», justificó Marcos antes de que Robles incidiera para reforzar las declaraciones del general: «Nuestros técnicos están allí y contestan cuando se les pregunta. Y no siempre se les pregunta», remató.
«Cuando se declara una emergencia en situación operativa dos, es automático: la unidad se desplaza a la zona de emergencias y un oficial va como coordinador militar de la emergencia al CECOPI». Así lo explicó el general, aunque tampoco consta ningún asesoramiento -ni demanda del mismo por parte del gobierno autonómico- de la UME sobre dicha cuestión una vez se designó a un suboficial para asistir al CECOPI.
Salvo la interrogante todavía inconclusa de las cinco horas sin petición de un despliegue adicional que Robles denunció el pasado miércoles y que la Generalitat negó, las pinceladas que dio el general destaparon un evidente desfase entre las versiones que ofrecieron tanto la Generalitat Valenciana como el ministerio de Defensa. Ello pone de manifiesto que ninguno de estos organismos asumió el papel que le correspondía, ahondando así en la mala coordinación entre las entidades que no hizo sino contribuir a la intensificación del caos tras la catástrofe.