Publicado: diciembre 2, 2025, 3:57 pm
En el año 2013, el gobierno de Gales inició un programa de vacunación con la vacuna contra el herpes zóster, el mismo virus que causa la varicela, para cualquier persona nacida el 2 de septiembre de 1933 o después, es decir de 79 años o menores. Los mayores de 80 años quedaron excluidos del programa. Esta inusual política de salud pública en Gales, según se publicó en publica en la revista ‘ Nature ‘, produjo la evidencia más sólida hasta la fecha de que una vacuna puede reducir el riesgo de demencia ya que desveló que las personas que recibieron la vacuna contra el herpes zóster tuvieron un 20% menos de probabilidad de desarrollar demencia en los siguientes siete años que quienes no la recibieron. Los hallazgos respaldaron la teoría de que los virus que afectan al sistema nervioso pueden aumentar el riesgo de demencia. Ahora, otro estudio que se publica en ‘ Cell ‘ va un más allá. La vacuna confiere una protección que se extendía a todas las etapas de la enfermedad. Así, las personas vacunadas tenían menos probabilidades de ser diagnosticadas con deterioro cognitivo leve, pero entre quienes ya padecían demencia al inicio del estudio, solo alrededor del 30% de los vacunados falleció por la enfermedad, frente a casi la mitad de los no vacunados. Esto sugiere que la vacuna podría tener beneficios terapéuticos, no solo preventivos . El herpes zóster, causado por el virus varicela-zóster, permanece latente durante décadas en las células nerviosas tras una infección infantil de varicela. En personas mayores o inmunodeprimidas, el virus puede reactivarse y provocar un brote doloroso. Mientras tanto, la demencia continúa siendo un problema de salud global: afecta a más de 55 millones de personas y suma 10 millones de nuevos casos al año. Durante décadas, la investigación se ha centrado en las placas y ovillos característicos del alzhéimer. Sin embargo, el avance limitado en prevención y tratamiento ha impulsado nuevas líneas de investigación que exploran el papel de ciertas infecciones virales. Además, el estudio halló que la protección frente a la demencia era mucho más marcada en mujeres que en hombres, posiblemente debido a diferencias inmunológicas o a una mayor prevalencia de herpes zóster en mujeres. Aún se desconocen los mecanismos exactos: si la vacuna actúa reduciendo reactivaciones virales, estimulando el sistema inmunitario o mediante otro proceso. No está claro si la versión más reciente de la vacuna —basada en proteínas virales y más eficaz contra el herpes zóster— ofrecerá el mismo nivel de protección frente a la demencia. El equipo ha replicado los resultados en datos de Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, y ahora busca financiación para realizar un ensayo clínico aleatorizado que proporcione evidencia definitiva. «Es un ensayo sencillo, con una intervención segura. Y los resultados podrían verse rápidamente: en Gales, las curvas de incidencia comenzaron a separarse en apenas 18 meses», apunta Pascal Geldsetzer , director del proyecto.
