Publicado: noviembre 12, 2025, 5:07 pm

En una sala de la planta baja se exhiben guías caninos robóticos dotados de inteligencia artificial, capaces de planificar rutas y con sensores para esquivar obstáculos. También hay unas gafas con IA de asistencia visual que incluyen micrófono, cámara, traductor simultaneo y un asistente tipo ChatGPT. Aunque el producto estrella probablemente es una silla de ruedas que se controla con la mente.
Entramos en el Centro Huai de Pekín, uno de los más avanzados del mundo en cuanto a tecnología y rehabilitación para personas con discapacidad, donde ha estado este martes la Reina Letizia de la mano de la primera dama china, Peng Liyuan. Una visita celebrada en el marco del viaje de Estado de los Reyes a China que, como es costumbre en este país, ha estado restringido a la mayoría de medios de comunicación españoles desplazados a la capital china para seguir la visita real.
Doña Letizia, acompañada también por el cónsul español en Pekín, Juan José Buitrago, ha recorrido dos de los 24 pisos de una instalación que abrió sus puertas durante los Juegos Paralímpicos de Invierno de 2022 celebrados en Pekín. Desde entonces, según la dirección del centro, por aquí han pasado más de 160.000 personas con discapacidad. Muchas de ellas con problemas de movilidad que han vuelto a andar gracias a programas de rehabilitación con distintos exoesqueletos apoyados con IA y que cuentan con sensores de fuerza que detectan la intención de movimiento e imitan una marcha natural.
La Reina, que llevaba un vestido rosa y un abrigo bordado de Carolina Herrera, interactuó con un grupo de niños que coloreaban caretas de animales. En la segunda planta, paseó por unas salas centradas en la inclusión laboral, donde jóvenes con síndrome de Down y autismo cocinaban unos postres. También había un taller con un grupo de mujeres en sillas de ruedas que preparaban ramos de flores con plástico reciclado y crochet. Uno de ellos se lo regalaron a Letizia.
El taller estaba dirigido por Shishi, directora de la Fundación Novel Inception, que explicó en inglés a la monarca que ella se quedó en silla de ruedas tras un accidente en Alemania y que ahora se dedica a formar a más de 4.000 mujeres con problemas de movilidad. Después de 40 minutos de visita, un coro formado por niños con ceguera despidió a la Reina y a la primera dama china.
Entre los prototipos más novedosos que se exponían el miércoles en el centro llamaba la atención una silla de ruedas controlada mediante actividad cerebral, una tecnología conocida como interfaz cerebro-computadora, que ha sido desarrollada por investigadores de la Universidad de Zhejiang.
El usuario lleva puesto un casco o diadema con electrodos que registra su actividad cerebral mediante electroencefalografía. Este dispositivo detecta los impulsos eléctricos generados por las neuronas en la superficie del cuero cabelludo, especialmente cuando la persona se concentra, imagina un movimiento o fija la mirada en un estímulo visual.
Las señales cerebrales son muy débiles y están mezcladas con «ruido» (otras actividades eléctricas del cuerpo y del entorno). Por eso, la información se envía a un procesador central -un pequeño ordenador instalado en la silla- que utiliza algoritmos de IA y filtrado digital para distinguir los patrones cerebrales relevantes.
Los desarrolladores explican que una vez que el sistema identifica la intención del usuario (por ejemplo, avanzar, girar o detenerse), convierte esa orden en comandos eléctricos que controlan los motores de la silla. Algunas versiones del prototipo incluyen también sensores de proximidad y cámaras que permiten a la silla evitar obstáculos o corregir trayectorias automáticamente, combinando el control cerebral con la navegación autónoma.
A la Reina también le mostraron en este centro de Pekín la mano biónica que permitió al joven Jiang Songning, de 22 años, volver a tocar el piano después de que le amputaran el antebrazo derecho hace cinco años tras un accidente. «La mano biónica es casi tan flexible como mi mano izquierda ya que cada dedo puede moverse libremente», explicó tras tocar el piano en público durante una feria tecnológica al oeste de China.
«La mano está integrada con tecnología de interfaz cerebro-computadora y algoritmos de IA, por lo que puede reconocer la intención de movimiento detectando las señales eléctricas neuronales y musculares, y convertir dicha intención en una acción», detalló Pan Siyu, gerente de la tecnológica BrainCo. «Mientras que las prótesis convencionales solo pueden ejecutar ciertos movimientos específicos, esta mano biónica puede realizar el 80% de las funciones de una mano normal».
En este centro también hay un área de investigación donde se han probado unos implantes de chips cerebrales que pueden ayudar a restaurar el habla y la movilidad. En Pekín está el caso de un paciente que perdió la voz a causa de la ELA y que la recuperó con apoyo de un dispositivo externo que recoge las señales neuronales transmitidas por un chip del tamaño de una moneda implantado en la parte superior de su cerebro.
Los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadística de China (2023) cifraban en casi 85 millones las personas con algún tipo de discapacidad que viven en el país asiático. Según los datos oficiales, el 95% están cubiertas por el seguro médico público básico.
