Publicado: julio 18, 2025, 5:53 pm
La Roja no se cansa de coleccionar noches para la historia. Una más firmó en Suiza, ante la anfitriona, que le planteó un difícilisimo duelo a España (2-0), para superar por primera vez en su historia una eliminatoria del torneo continental y meterse en semifinales casi tres décadas después.
Los precedentes —tres goleadas por 1-7, 5-0 y 1-5 en sus últimos tres enfrentamientos— invitaban a pensar en un partido fácil para España y, por qué no, otro resultado abultado para la fiesta de conseguir el billete a ‘semis’. Pero Pia Sundhage, que le ha dado otra cara a la Nati desde su llegada en 2024, no estaba por la labor de hacerle un ‘pasillo’ a la Roja en el torneo continental en casa.
En sus primeros cuartos de final europeos, Suiza quería más. Quería seguir haciendo historia. El mismo objetivo que la Roja, que nunca había logrado superar una fase eliminatoria en la competición. Ese choque de trenes empezó con un combinado helvético muy agresivo nada más escuchar el pitido inicial: un balón largo para Schertenleib terminó con el disparo desde fuera del área de Wälti. Una ocasión que debió servir de aviso a la selección.
El plan de Tomé estaba claro. Pasaba por dominar desde la posesión. Y salió a la perfección pese a que Suiza quiso neutralizar lo que mejor se le da a España con un marcaje permanente sobre Patri Guijarro. No le fue mal, pues a la Roja le costó mover rápido la pelota, pese a las constantes bajadas de Alexia Putellas para intentar desatascar el partido, y eso dejó un escenario cómodo para la Nati, en bloque bajo esperando su momento para correr.
Mientras España empezaba a entender que no le iba a ser fácil derribar el muro que la selección local había levantado sobre su área, se encontró con un regalo: Mariona Caldentey pisó área y Riesen la derribó con una entrada durísima. Un penalti de libro que la colegiada concedió a la Roja. Agarró el cuero la balear, siempre un seguro desde los once metros. Menos en esta ocasión. Esta vez, la jugadora del Arsenal sucumbió a la presión de los pitos de todo un estadio y disparó mal, directamente fuera.
Aún quedaba todo el partido. Y España siguió remando, mientras salvaba sin problemas los pocos acercamientos de los que dispuso su rival, pero sin encontrar una ocasión clara. De hecho, las dos veces que la Roja rozó el gol llegaron a balón parado: primero, con un lanzamiento tremendo de Claudia Pina desde una falta lateral, que iba a la escuadra y tuvo que atajar Peng; y después, desde el saque de esquina, con un testarazo de Irene Paredes que se estrelló en el palo.
Sin goles al descanso, la dinámica se repitió en los primeros compases de la segunda mitad. Con un partido cada vez más lento, con Suiza cada vez más a gusto sobre el verde, encima con el apoyo de prácticamente todo el estadio, Tomé movió el banquillo: Athenea del Castillo y Leila Ouhabi saltaron a escena. Y entonces, la Roja encontró el camino.
El primer resquicio en la zaga suiza fue su sentencia. Porque la selección no perdonó. Todo empezó con una recuperación de Patri Guijarro, que la puso para que Aitana Bonmatí aguantase la pelota de espaldas al borde del área e hiciese magia: de tacón la puso en el área para que Athenea, con el interior y en carrera, la pusiese en la red. Costó 65 minutos, pero por fin España abrió la lata.
Y una vez que hizo el primero, ya fue imparable. Tocada por el tanto, la Nati dejó espacio de más a una Claudia Pina que llevaba buscando su gol, con remates desde fuera del área, durante todo el partido. La jugada volvió a arrancar con una recuperación de Guijarro, pero esta vez el balón fue a parar a los pies de una Pina que lo clavó en la escuadra para hacer el 2-0, solo cinco minutos después del primero.
Alexia Putellas pudo hacer el tercero ya en el tramo final —un resultado que habría sido engañoso tras la gran actuación de la anfitriona— cuando la colegiada volvió a señalar un penalti favorable para España, tras una dura entrada sobre Athenea. Pero a la doble Balón de Oro le salió un disparo demasiado centrado, cuando buscaba cruzarla a la derecha, y Peng lo detuvo.
No importó, el trabajo ya estaba hecho y solo quedaba esperar a que la cuenta atrás acabase. El pitido final desató la euforia: España ya está en semifinales y espera a su próxima rival, Francia o Alemania.